Los Barreiro, contadores de historias con imágenes
HISTORIAS QUE INSPIRAN19/06/2021María del Carmen Ruiz DíazMuchas veces quien se muda de ciudad o de país, no muda del todo su alma porque ella decide permanecer donde se “halla”, como diría el correntino, dando un máximo sentido al encontrarse y sentirse pleno en el lugar en el que elige permanecer. Como tantos otros que dejaron el Taragüí, esa es la historia de los hermanos Barreiro, quienes decidieron desandar otros caminos para acopiar kilómetros de experiencias y vivencias.
Pero, como Corrientes tiene payé (magia, embrujo, en guaraní), tres de los cinco hermanos Barreiro que vieron la luz en la “Sucursal del Cielo” como se bautizó alguna vez a Curuzú Cuatiá, fueron volviendo al pago para casi sin querer, empezar a sentar las bases de un sueño: contar historias con imágenes. Quintaesencia conversó con Manuel o Manolo, “el más volado de todos”, tal como se define, para contarnos cómo se gestó y se desarrolló la productora de audiovisuales Terrier Films.
“Siempre estuvimos atravesados por el arte, sin dudas viene en la sangre y debe tener cierta incidencia todo lo que veíamos y compartíamos con el abuelo ‘Chaque’ Mauriño (reconocido caricaturista correntino), a lo que debemos sumar de que en mi casa siempre había una cámara para filmar o sacar fotos. La idea era registrar los hechos cotidianos, cosa que nos gusta hacer mucho”, comienza a contar casi a modo de introducción "el mayor de los del medio de los Barreiro", como dicen sus padres, durante la charla telefónica.
Un día, los caminos de la vida lo llevaron a vivir a Buenos Aires. “Comencé a trabajar en una productora, donde ganaba bastante bien. Pero ya no me sentía a gusto ni trabajando allí ni viviendo en esa ciudad. Dije basta y después de 9 años, dejé todo para empezar de nuevo en otro lugar. Me mudé a Corrientes capital, a la casa de mi abuela, para ver si podía conseguir un trabajo”, recordó Manolo.
Como quien va hilvanando una historia en forma cronológica, contó que en el año 2.011 “surgió una oportunidad en una consultora de comunicación en Resistencia. Me iba bien y era interesante la propuesta, pero al cabo de 4 años, también sentí y entendí que había llegado el fin de ese recorrido y renuncié”.
Otra vez a foja cero, como dirían los profesionales del Derecho. “Me acuerdo que pasé un par de días en mi habitación dando vueltas, pensando qué podía hacer, sabiendo que la producción de audiovisuales y publicidad, junto con la fotografía, eran mis pasiones, pero no le encontraba la salida para ponerlo en práctica. A eso le sumaba que mi hermano Leru (Francisco), desde hacía un tiempo venía insistiéndome en que debíamos largarnos solos con nuestra productora y yo siempre, le encontraba una excusa para decirle que no”, rememoró Manolo.
“Pero como buen picasesos que es Leru, seguía insistiendo –agregó-. Hasta que un día lo veo llegar con un cajón de cervezas y me dijo: ‘Vení vamos a hablar y a tomar un par’, mientras me mostraba la bebida en cuestión. Yo no entendía nada porque casi no toma, pero bueno. Y así nos pusimos a hablar y a delirar con la productora. Cuando se estaba terminando la cerveza, ya estaba todo decidido y acordado”, agregó con una carcajada que evidenciaba hasta cierta emoción al recordar aquel momento.
Julián, Leru y Manolo (de izquierda a derecha),
el tridente de Terrier Films.
Tiempo de andar
“Al otro día, Leru entró a mi habitación y me dijo: ‘Ahí vienen a ver tu auto, ese que está a la venta’. No entendía nada porque no estaba a la venta, era viejito, pero no pensaba venderlo. La cuestión es que terminamos vendiéndolo, como también una moto que él tenía y con la plata que juntamos, decidimos comprar equipos”, contó el mayor de los del medio.
Adquirieron cámaras y luces, las que pudieron acceder con los fondos que habían reunido y empezaron a pensar cómo poner en marcha la productora. “Teníamos que pensar en su identidad. Y nosotros siempre fuimos fanáticos de la raza de perros Terrier, que son descriptos como de carácter decidido, enérgico e inquieto, y nos pareció más que adecuado usarlo como nombre porque esas características también nos identifican bastante”, remarcó.
Y después llegó el momento de empezar a mostrar su labor. “Queríamos hacer producciones publicitarias o audiovisuales que nos permitieran comunicar un mensaje, contar historias y compartir experiencias. Pero, por lo menos dos años y pico, lo único que hicimos fueron fotos y videos para casamiento. Hasta que un día se descompuso una de las cámaras y nos dijeron que era consecuencia de las luces láser que se usan en las fiestas. Listo. Ahí tuve el fundamento necesario para decir que era tiempo de dejar de hacer eso que, aunque si bien nos permitía vivir, no era lo que queríamos”, señaló Manolo.
Y entonces, un día, Leru fue a ver a un amigo y le dijo que le hacía falta tener un corto publicitario sobre el haras de caballos, "se lo cobramos barato porque nosotros lo que queríamos era empezar a juntar material para mostrar nuestro trabajo", contó. Al tiempo, una tradicional casa de indumentarias y ropa de campo de Curuzú Cuatiá los contrató para que les hiciera un spot en el que, por supuesto, contaran una historia. “Y así nació El Bryan, protagonizado por Julián (el tercer hermano/socio), que tuvo una muy buena repercusión y nos abrió las puertas en otro rubro, en otro espacio más que interesante”, recordó. Estos trabajos los llevó a convertirse en la productora principal en Argentina para los productos de la marca Pampero, entre otras firmas relacionadas con el sector.
En marcha. Postal cotidiana con la que se topan los hermanos.
La pandemia como bisagra
Manolo contó que “así como hubo mucha gente que la pasó y pasa mal con el aislamiento decretado por la pandemia del Covid 19 (desde marzo del 2020), también para muchos otros surgieron un sinnúmero de oportunidades. Y nosotros, afortunadamente estamos en este último grupo”, referenció. Y es que aquellos trabajos relacionados con el campo les abrió la puerta para realizar las producciones publicitarias de los remates ganaderos de esta región del país.
“Como las productoras que hacían estos trabajos eran de Buenos Aires, pero obviamente por el aislamiento, no podían viajar y hacerlos. Así que, para nosotros –y aunque hasta suene odioso-, esta crisis sanitaria nos dio la oportunidad de expandirnos y comenzar a mostrar que en Corrientes también hay recurso humano con la capacidad y el conocimiento técnico para hacerlo”, comentó.
Y es que además de contar con esas fortalezas, los Barreiro siempre estuvieron relacionados con el sector agrícola, de hecho, Leru trabajó un par de años en campos formoseños. A ellos también ya se les suma con mayor presencia de Julián, quien después de haber trabajado durante varios años como jefe de chefs en el restaurante del reconocido cocinero Germán Martitegui, decidió volver a los pagos curuzucuateños para ser parte de los proyectos laborales.
Y así, se va escribiendo otro capítulo para los Barreiro, quienes, tal como lo sintetiza Manolo se sienten muy afortunados “porque podemos trabajar y vivir de esto que nos apasiona: realizar audiovisuales que cuenten historias, pero haciendo base siempre en nuestra ciudad y con mis hermanos. De esta manera también podemos comprender aún más al abuelo ‘Chaque’, que siempre nos decía que él era feliz porque podía hacer lo que amaba y encima, le pagaban”, reflexionó Manolo.
En suma, toda la experiencia previa que estos hermanos fueron colectando a lo largo de sus caminos, pudieron ponerlo al servicio de la productora y así lo sintetizan en el perfil de Instagram de Terrier Films: “Hacemos lo que nos gusta hacer (y en familia)”. Fortuna a la triple potencia, sin dudas.