Las emociones, el cerebro y tu futuro académico

COLUMNISTAS21/12/2024Redacción QuintaesenciaRedacción Quintaesencia
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Tomar decisiones importantes, como elegir una carrera o un proyecto profesional, puede ser abrumador. Pero ¿sabías que el cerebro y las emociones trabajan juntos para guiarte en este proceso? No soy una experta del tema, pero me declaro una fanática estudiosa de las conductas humanas, las emociones y el cerebro. Y es que desde hace un tiempo, se sabe gracias a los avances en neurociencia y psicología, que las mejores decisiones no son solo racionales, sino una combinación perfecta entre la mente y el corazón.

La conexión entre el cerebro y las emociones

El cerebro humano está diseñado para procesar decisiones a través de dos sistemas principales: el emocional y el racional. La amígdala, ubicada en el sistema límbico, es el centro de las emociones. Activa señales de alerta o entusiasmo según la situación. El córtex prefrontal, encargado del pensamiento lógico, evalúa riesgos y consecuencias.

Cuando estos dos sistemas trabajan juntos, se toma una decisión equilibrada. Por ejemplo, al elegir una carrera, no solo importa si tiene "salida laboral", sino también si conecta con tus intereses y pasiones. Sobre todo, en los últimos años donde el propósito de vida ha tomado especial relevancia mediante nuestras actividades profesionales. Como si ya no bastara con tener una profesión que cubra nuestras necesidades básicas, sino también que cubra nuestros deseos emocionales, genere un impacto positivo en otros o le dé un sentido significativo a nuestras vidas.

El equilibrio se encuentra al reflexionar profundamente: ¿Esta decisión me va a permitir crecer como persona?, ¿Está alineada con mis valores y mis pasiones?, ¿Cómo puedo integrar mis talentos y habilidades para servir a otros y cumplir un propósito mayor?

Las emociones son clave en la toma de decisiones

A menudo se nos dice que debemos “pensar fríamente”, pero las emociones son esenciales para elegir con propósito. Estudios neurocientíficos han demostrado que las personas que tienen daño en la amígdala suelen tener dificultad para tomar decisiones, incluso en temas simples como qué comer, o que música escuchar.

Esto significa que tus emociones no son enemigas, sino aliadas. Prestar atención a cómo te sentís frente a una opción puede ser la clave para entender si realmente te entusiasma o si simplemente estás eligiendo por una presión externa.

Tres claves neurocientíficas para decidir mejor

Escuchá tus emociones, pero equilibralas con lógica

No ignores lo que sentís, pero tampoco dejes que solo tus emociones te guíen. Preguntate, ¿Por qué esta opción me hace sentir así?, ¿Qué ventajas objetivas tiene?

Un ejercicio útil es escribir una lista de pros y contras o una matriz FODA que incluya tanto aspectos racionales como emocionales.

Dale tiempo a tu cerebro para procesar

El cerebro necesita tiempo para conectar toda la información disponible. Tomar decisiones apresuradas puede hacer que pases por alto detalles importantes. Dormí antes de decidir. Durante el sueño, el cerebro organiza la información y te despierta con mayor claridad.

Usá la visualización para imaginar el futuro

La neurociencia muestra que imaginar escenarios futuros activa áreas cerebrales asociadas con la planificación y la motivación.

Cerrá los ojos e imaginá cómo sería tu día ideal en la carrera o profesión que estás considerando. ¿Qué emociones te genera? ¿Te sentís satisfecho/a con esa imagen?

El futuro está en tus manos, con un poco de ayuda de tu cerebro

Elegir tu futuro no es solo una cuestión de seguir una lista de requisitos o tendencias del mercado. Es un proceso personal que requiere balancear lo que dicta tu mente y lo que te apasiona.

Tené en mente que las mejores decisiones no son las más fáciles, sino las que resuenan con quién sos y con quién querés ser. Al integrar tus emociones con tu pensamiento lógico, vas a estar construyendo un camino auténtico y lleno de propósito.

Decidir el rumbo profesional no es un camino fácil, pero es una oportunidad para descubrirte y como muchos dicen por ahí “confiar en el proceso”. 

Nuestro cerebro, en su complejidad, nos ofrece herramientas asombrosas para enfrentar esta tarea, desde la capacidad de analizar riesgos hasta el poder de conectar con nuestras emociones más profundas. No se trata de seguir una receta preestablecida ni de ajustarse a lo que dicta el mercado o las expectativas de los demás. Se trata de tomar decisiones informadas que reflejen tus valores, intereses y sueños. Es un proceso que combina lógica y emoción, y al integrar ambas, podés construir un futuro que no solo sea exitoso, sino significativo.

En cada caso, sea cual sea tu experiencia, busca una guía superior, confiando en que tus decisiones serán iluminadas cuando las hagas desde un lugar de sinceridad y fe.

Si querés conocer más sobre la labor de esta columnista, podés seguirla en su perfil de Instagram: tantocomolocreas.

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