Atención médica gratuita en clave de tiempo y solidaridad

GENERAL 14/03/2021 María del Carmen Ruiz Díaz María del Carmen Ruiz Díaz
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Me regalás una hora (MRUH) es una asociación que nació allá por el año 2014 en la provincia de Buenos Aires, por obra e inspiración del médico clínico y cardiólogo Mariano Masciocchi, quien se acercó a la parroquia de su barrio y puso a disposición del sacerdote a cargo, un par de horas de los días sábados para atender a aquellas personas que contaran con cobertura médica ni obra social. 

Cuatro años después, en el 2018, la médica pediatra correntina Diana Lancelle vio una entrevista televisiva en la que el promotor de este movimiento, contaba sobre sus actividades. Ella, decidió tomar nota y analizar si se sumaba o no. El tiempo pasó y al año siguiente, por esas cosas de la vida, un día recordó esa movida y sintió que estaba lista para sumarse.

En diálogo con Quintaesencia, Diana contó que se contactó con la Asociación Me regalás una hora, se puso al tanto de cuáles eran los pasos que debía dar, cómo debía actuar y decidió ponerse en acción y abrir una sede en la ciudad de Corrientes. “Como no teníamos un lugar para empezar a atender, el primer paso fue comenzar a buscar un espacio para atender las consultas”, comentó. 

“Y buscamos un lugar accesible para algunos barrios porque nosotros brindamos servicios de atención primaria de la salud a las personas con vulnerabilidad social o quienes tengan inconvenientes para acceder a la salud, porque a veces pasa que una persona puede tener obra social pero los centros de atención le quedan a trasmano o tardan mucho en otorgarles los turnos, por ejemplo”, contextualizó Diana, quien así se convirtió en la referente correntina de MRUH.     

En cuanto al lugar que ocupan en el mapa de los prestadores de salud, comentó que no pretenden competir con el sistema de salud, “al contrario, pretendemos aliviar de alguna manera el trabajo que se lleva a cabo en los centros más aún en este tiempo de pandemia”. 

En forma paulatina y gracias a la difusión de las actividades de la asociación en distintos barrios, se fueron sumando profesionales de distintas especialidades y hoy, son alrededor de 45 los involucrados. “No todos están en terreno o haciendo atención en los barrios, pero sí contamos con sus servicios en caso de que sea necesario una interconsulta o una atención específica como la de un ecógrafo, oftalmólogo, cirujano o bioquímico, entre otros”, puntualizó Diana. En esa línea agregó que inclusive cuentan con el acompañamiento de arquitectos y licenciados en Relaciones Laborales, por ejemplo, quienes también suman su aporte.

La médica pediatra también dedicó un párrafo especial a los voluntarios, “porque, así como es necesario contar con la colaboración y el saber de determinados profesionales, también es fundamental su acompañamiento a la hora de realizar trámites, efectuar las cargas de las historias clínicas y un largo etcétera, y ellos son quienes se encargan de esa labor”. 

No obstante, comentó que a medida que la labor se va difundiendo, también comprenden que necesitan contar con más profesionales que realicen atenciones en terreno. 

En la parroquia Virgen de Itatí, por ejemplo, se realizan atenciones pediátricas los días martes de 16 a 18, y los miércoles a partir de las 18, se atienden consultas psicológicas, los cuales están a cargo de dos jóvenes y entusiastas profesionales de la salud mental; y los viernes, se brindan atenciones ginecológicas. 

También brindan atenciones en simultáneo con el servicio de comida a personas de situación de calle que realizan los jóvenes del movimiento El Buen Samaritano, en las iglesias San Francisco Solano, Catedral y en la obra del Niño Jesús, que funciona en la iglesia San Pablo.

En estos lugares inclusive, se llevaban a cabo atenciones de prevención y psicoeducación pero que, en virtud de la pandemia, debieron suspenderse, comentó Diana. También en forma paulatina, estas actividades están siendo programadas para desarrollarlas con todos los protocolos de rigor.

Por otra parte, Me regalás una hora también realiza operativos barriales una vez por mes y consisten en atenciones primarias con médicos clínicos, pediatras y ginecóloga, campaña de vacunación y testeos de HIV rápidos y gratuitos. Para llevar a cabo este tipo de atenciones se establecieron alianzas estratégicas con fundaciones u otras organizaciones barriales, los cuales son coordinados por asistentes sociales que también colaboran con la asociación. 

En estos casos, es fundamental contar con el apoyo de los vecinos porque “si bien nosotros llevamos insumos y hasta gacebos para armar nuestro puesto, necesitamos de sillas y mesas, las que siempre nos son provistas por los vecinos”, señaló Diana. Para las próximas semanas, ya tienen organizados tres visitas a barrios, para lo cual también van a contar con vacunas y medicamentos provistos por la Municipalidad de Corrientes. 

Impasse de pandemia 

Sin dudas, la pandemia del Coronavirus y el consiguiente aislamiento social como medida de prevención generó un cambio abrupto e inesperado en la rutina de toda la humanidad. Y por supuesto, también afectó en forma significativa a las distintas actividades que venía desarrollando hasta el mes de marzo de 2020, esta entidad. Como en todo y para todos, fue un impasse involuntario junto con la demanda de reordenar y reorganizar todas las tareas.

“En un primer momento se suspendieron todas las actividades y, por consiguiente, las atenciones. Hasta que se decidió a nivel nacional, establecer un sistema de teleconsultas”, contó la referente de MRUH Corrientes. “Se armó un equipo de más de 80 profesionales que fuimos brindando servicios en la medida de las posibilidades”, agregó.

Pero como en forma paulatina y con los cuidados del caso se van retomando muchas actividades, en el marco de la nueva normalidad, los integrantes de Me regalás una hora, también van rearmando las actividades para seguir brindando atenciones. “Como los chicos del Buen Samaritano también ya fueron retomando el servicio de comida para las personas de situación de calle, nosotros empezamos a concurrir para empezar a brindar las atenciones”, comentó Diana. 

Escuchar y contener

Las psicólogas María Emilia Serruya y Anabel Wiens también fueron parte de la entrevista, realizada en la parroquia Virgen de Itatí, y ante la consulta de cuál es su percepción sobre cómo fue afectando a la salud mental el aislamiento por la pandemia, ambas coincidieron en que –de las consultas que pudieron atender-, los más afectados fueran las personas mayores. 

“Un denominador común en los casos que atendí, tenía que ver con la angustia que les generaba el tener que estar encerrados y sin posibilidad de mantener el contacto estrecho con sus familiares al que estaban acostumbrado. Esta situación generó que, por ejemplo, algunos temas no resueltos afloraran con cierta fuerza y generara mucho malestar y tristeza”, comentó María Emilia. 

Por otra parte, Anabel dijo que se pudo detectar casos de personas que tenían dificultades de gestionar la convivencia, “en muchos casos esto generó conflictos porque de golpe, una familia debía compartir un mismo espacio mucho tiempo y esto, es algo a lo que no estaban acostumbrados”. 

Ambas coinciden de que más allá de que se va dando cierto relajamiento y está permitido el compartir más con amigos y familiares, sería importante que esas angustias o emociones que emergieron en este tiempo, puedan ser abordadas. “No porque estemos menos presionados u obligados a estar encerrados, se debe tapar todo lo que nos atravesó en este tiempo. Sería importante poder tratarlo porque estamos hablando de la salud mental”, dijeron las psicólogas. 

A su vez, tanto Anabel como María Emilia aseguraron que brindar atenciones consultas telefónica a los pacientes, las obligó a agudizar su percepción porque el ámbito de análisis y a su vez contención a los pacientes, se limitó a la escucha. “Entonces también sentimos que nos veíamos limitadas porque nos estábamos enfrentando a una situación de la que no teníamos referencia”, remarcaron. 

Valorar y compartir

El tramo final de la entrevista con Diana, Anabel, María Emilia, junto a la voluntaria Antonella Figuerero, estuvo atravesada por la emoción porque todas vivieron situaciones tal vez no difíciles, pero sí diferentes durante este año de pandemia. “Una de las grandes lecciones que creo que nos va quedando a todos, es aprender a valorar el día a día, lo poco o mucho que podemos hacer por el otro. Y también, valorar lo que tenemos, ya sea desde un techo, un plato de comida, entre otras comodidades”, aseveró Diana. 

Por su parte, María Emilia puntualizó que ser parte de Me regalás una hora, la ayudó a ver y valorar aquellas posibilidades y oportunidades con las que cuenta en su día a día. “Más allá de que como profesional también me permite acercarme a otras realidades y sentir que puedo colaborar desde otro lugar”, agregó.

A su vez, Anabel dijo que para ella fue, ante todo, una oportunidad de lograr otras conexiones tanto con los pacientes como con los demás profesionales que forman parte de la asociación. “La relación que se construye es diferente y la devolución que recibimos es muy grande y conmovedora”, remarcó. 

Antonella, en tanto, puso en valor el compromiso y la entrega de todos los profesionales a la hora de realizar las atenciones. “Para mí es muy conmovedor verlos tan involucrados con lo que hacen, eso también a mí me da ganas de seguir viniendo y ser voluntaria”, dijo.

Mientras las jóvenes iban hablando, a Diana se le iban llenando los ojos de lágrimas y cuando pudo articular palabra, dijo que siente que reciben de parte de los pacientes, mucho más de lo que dan: “Porque es intangible y tiene que ver con el agradecimiento sincero y honesto. Pero también es cierto, nos obliga a valorar más todo lo que tenemos y lo poquito o mucho que podemos hacer por los demás”, concluyó al tiempo que e iba enjugando algunas lágrimas. 

Y como cierre de esta nota, compartimos esta historia:

Cuentan los guaraníes que un día hubo un enorme incendio en la selva.

Todos los animales huían despavoridos, pues el fuego eraterrible.

De pronto, el yaguareté vio pasar sobre su cabeza al colibrí… en dirección contraria, es decir, hacia el fuego.

Le extrañó sobremanera y comenzó a observarlo, hasta que le preguntó:

¿Qué hacés colibrí?, le preguntó.

Voy a la laguna -respondió el ave-, tomo agua con el pico y la echo en el fuego para apagar el incendio.

El yaguareté sonrió y le dijo: ¿Estás loco? ¿Crees que vos solo vas a conseguir apagar el fuego con tu pequeño pico?

Bueno- respondió el colibrí- yo hago mi parte…

¿Y si todos hacemos nuestra parte? 

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