Una crisis laboral y la oportunidad para conectar con la pasión de forjar cuchillos
HISTORIAS QUE INSPIRAN16/07/2023María del Carmen Ruiz Díaz
Marcelo Pérez es un hombre que gran parte de sus casi 50 años, estuvo rodeado de “fierros” y el desafío de fabricar y recomponer máquinas e instalaciones. Nació en la provincia de Buenos Aires y la oportunidad de ser parte de la Administración de Parques Nacionales, lo llevó a residir en distintos puntos del país, junto con su compañera Lidia Serantes y sus hijos, y desde hace un poco más de un lustro, viven en Mburucuyá (Corrientes). Hace 12 años, cuando sintió que una crisis laboral lo puso “contra las cuerdas” –como dirían en el boxeo-, y el freno obligado, lo llevó a estar más atento a lo que le gustaba hacer, a lo que lo conectaba y así, casi sin querer, empezó un camino signado por la forja y el acero. Aquí en Quintaesencia, compartimos un poquito de su historia.
-¿Cómo llegaste al mundo de la producción artesanal de cuchillos?
- Viste que dicen que toda crisis, siempre trae una oportunidad. Bueno, hace 12 años se da una crisis en mi trabajo. Y esto, me llevó a “tocar fondo” de alguna manera y yo, toda la vida hice lo mismo, hace 30 años que soy guardaparque pero también soy maestro mayor de obra, por lo tanto toda mi vida estuve vinculado con este mundo, no conozco otra cosa. Y bueno, un día, estábamos comiendo en la casa de un amigo y él este hombre hacía cuchillos, algo que ni siquiera sabía que lo hacía. La cuestión es que me cuenta que necesitaba una lijadora de banda y como siempre fabriqué máquinas, empezamos a hablar y me dijo: “La semana que viene te llevo unas revistas para que veas lo que necesito”. Así fue, a la semana me las llevó y así, casi “de casualidad”, me fui introduciendo en este mundo.
Marcelo contó que esto sucedió allá por el 2011, época en que no existía Instagram, sólo Facebook ni tampoco el flujo de información que hay en la actualidad. “Hoy, puedo decirte que gracias a las nuevas tecnologías nos conocemos casi todos los que estamos haciendo cuchillería artesanal. Más allá de que también tenemos la oportunidad de acceder a canales de Youtube y revistas norteamericanas”, apuntó.
Después de construir la máquina que su amigo le había pedido, decidió hacer una para él y “despacito, sin nada herramientas específicas para esto, más allá de que siempre tuve taller, empecé a hacer cuchillos. Primero uno, después otro. Después, fui haciendo mis máquinas, incorporándoles tecnología. Muchos, muchos de los primeros cuchillos que hice, los regalé a amigos. Todo era muy artesanal, fui probando técnicas y demás”, relató.
El punto de poner precio a su trabajo, según dijo, fue uno de los aspectos que más tiempo le llevó procesarlo: “No cobrás tu laburo, lo regalas porque creés que no tenés que ponerle precio porque para vos es casi un hobby, hasta que te das cuenta que es un trabajo artesanal, que eso tiene un valor, que invertís tu tiempo, tus conocimientos, insumos, herramientas y demás. Entonces cuando lográs verlo y poner un precio, es un gran logro”.
Trabajo artesanal y colaborativo.
En forma paulatina, fueron llegando los pedidos, algunos con más detalles, otros más sencillos. Este nuevo panorama le permitió comprender que tenía ante sí, la posibilidad de convertir este hobby o pasión en un trabajo y una fuente de ingreso. Ese “darse cuenta”, lo llevó a tomar la decisión de armar un taller pura y exclusivamente para la producción de cuchillos artesanales.
“Después me di cuenta de que me estaba metiendo en un lío (risas), porque eso significaba que debía fabricar varias máquinas y me llevó 10 años, pero hoy, te puedo decir que cuento con todas las herramientas necesarias para fabricarlos”, puntualizó.
En la actualidad, Marcelo produce cuchillos del estilo norteamericano: “Decidí ir por allí porque me significaba un desafío mayor que hacer cuchillos criollos. Trabajar con acero damasco es otra historia”. No obstante, agregó que en algún momento le gustaría definir un perfil de cuchillo correntino, “porque el correntino está asociado con la imagen de que es cuchillero, pero no existe un estilo que sea propio de esta zona y adecuada a lo que necesita, así que en algún momento quizás vaya trabajando en eso”.
Para contar con un producto terminado, no sólo de cuchillos, sino que también de cintos y arreos, cuenta con el trabajo de un soguero mburucuyano, “con quien nos sentamos a diseñar lo necesario y para él también es un desafío, porque por ahí le salgo con cada idea…”, apuntó.
“No hay forma de hacer todo esto sino te asociás con un otro. Por eso también el trabajo que aporta Lidia en la compra de insumos y la costura de las vainas, por ejemplo, es fundamental. No es posible este trabajo en solitario.
Semanas atrás, Marcelo tuvo la oportunidad de participar en la Muestra Anual de Cuchillería que se realizó en Buenos Aires. Según dijo, este tipo de eventos son una maravillosa oportunidad para contactarse con otros cuchilleros del país, “algunos de los cuales nos conocíamos vía redes sociales, pero tener la oportunidad de estar allí, de charlar con tus pares y poder intercambiar conocimientos e ideas, es grandioso. Con decirte que hay con algunos con los que estamos hablando de hacer algunos trabajos en forma conjunta”.
Obra de arte con valor y sentido.
Transmitir conocimientos
Gran parte del conocimiento que posee Marcelo en el ámbito de la cuchillería artesanal es consecuencia de los muchos cursos que hizo en Santa Fe, con unos de los maestros más importantes del país. Para él, la formación, la adquisición de conocimientos es fundamental y hace la diferencia a la hora ponerse a producir un cuchillo. “Por supuesto que también hay mucho ensayo y error, mucha metida de pata porque así se aprende, pero sin dudas, haber tenido la oportunidad de aprender de quienes saben, te da mucha seguridad”, remarcó.
Es por eso que está pergeñando la posibilidad de empezar a dictar cursos para alumnos de escuelas técnicas: “Siento que el conocimiento y la experiencia, tiene más sentido cuando se comparte. Soy un convencido de que la mezquindad en el compartir tu saber es una de las cosas que menos sentido tienen en la vida. Además, vos compartís lo que sabés y te enriquecés mucho más y eso de que estás alimentando al que puede ser tu competencia, es una mentira porque todos somos diferentes y cada uno de nosotros deja una impronta diferente en su hacer”.
Y es que el camino de hacer eso que nos conecta con nuestra pasión, cobra real sentido cuando se lo comparte y se multiplica.
Si querés conocer más del trabajo de Marcelo, pasá por su cuenta de Instagram: mgperez044.