Una cocina espiritual para aprender a bajar el cielo a la tierra

HISTORIAS QUE INSPIRAN23/04/2023María del Carmen Ruiz DíazMaría del Carmen Ruiz Díaz
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Silvina busca almagamar sus pasiones entre la comunicación de su misión y la cocina.

La entrevista de Quintaesencia con María Silvina Ruiz podría haberse extendido mucho más de 40 minutos porque, ante todo, contagia su pasión por desarrollo personal y el camino espiritual, pero además porque comparte algunos puntos esenciales de su propio recorrido. La idea de charlar con ella surgió después de haber visto en sus redes sociales que promueve la cocina espiritual. Por supuesto, el concepto nos pareció más que interesante.

-¿Cómo nace la cocina espiritual?

-Bajo el concepto de cocina espiritual, busco englobar un montón de cosas, porque no me interesa solamente compartir recetas saludables para nuestro templo: nuestro cuerpo, sino también para el alma y el espíritu. No tenemos que olvidar que tenemos emociones, a las que también hay que alimentarlas; además mi propuesta es de una cocina sin etiquetas. Yo estuve mucho tiempo en las etiquetas, en el fundamentalismo de si somos crudivegano, vegano, vegetariano y personalmente creo que estas etiquetas nos separan, más en estos tiempos en los que siento que necesitamos estar más unidos que nunca, sin etiquetas y desde el respeto a lo que hace el otro, respetando lo que hago yo. Para mí, se trata de compartir, además de poner en práctica aquello en lo que creés, siendo líder de tu propia vida y desde ahí, encender una luz en los demás. 

-¿Qué es vivir en coherencia?

-Es, ante todo, vivir de acuerdo a lo que digo, siento y hago, porque si no es así, mi vida va a estar en desequilibrio y ahí surgen las enfermedades, ¿por qué es una enfermedad? Es la manifestación física de que no estás viviendo en coherencia, que tiene su origen en tu yo metafísico. Ahí hay una emoción oculta y esto nadie me lo contó, yo estuve ahí, en el dolor. Hace casi cinco años, me diagnostican una artritis reumatoidea. Yo estaba haciendo cien por ciento crudivegana en esa época, pensaba que me las sabías todas, pensaba que me comía el mundo hasta que un día mis articulaciones empezaron a inflamarse. Consulto a una reumatóloga y me mandó unos estudios cuyos resultados fueron tremendos porque me dieron unos valores altísimos y entendí que, si quería salir de esa situación, debía ir a la raíz del dolor, entendí que había muchas emociones ocultas, muchas cosas sin sanar, muchas cosas en mi inconsciente, en mi niña interior.

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-Sin dudas, fue abrir una caja de Pandora…

-Sí, entendí que debía prestarle mucha atención a este proceso. Según las leyes biológicas de Hamer, la artritis reumatoidea es querer tener siempre la razón, enjuiciar al otro, ser muy crítico con uno mismo, decidir que se hace lo que “yo digo”; se compran los tomates en la verdulería que yo digo y los tomates que yo digo. Cuando la reumatóloga me dice que va a recetarme corticoides, me anticipó que, al término del tratamiento de 15 días, los dolores iban a volver, más allá de los efectos secundarios. Y ahí dije no y decidí empezar a transitar el camino de la otra medicina, la integrativa porque decidía tomar las riendas de mi vida.

-¿Y qué pasos fuiste dando?

-Estaba trabajando como profesora de inglés en primer grado, profesión que amo, en un lugar en el que pasé muchos momentos hermosos, como también otros de mucho aprendizaje, por casi 25 años y empecé a pensar que no estaba haciendo coherente con ese trabajo, porque mi ser no estaba alineado y no podía hacer algo que no estaba en resonancia conmigo y, al hacer las cosas por obligación, empecé a enfermar mi cuerpo. Asi que un día, con mucha, mucha gratitud, me fui de allí agradeciendo a mi directora y desde la gratitud, me paré frente al colegio y porque ahí pasé momentos hermosos y le agradecí todos esos momentos, pero era el tiempo de cerrar el círculo, de dejarlo marchar y así lo hice. Y empezaron a pasar un montón de cosas, me hice una limpieza hepática, empecé a estudiar Medicina Ayurvédica, me hice la huerta y empecé a andar descalza en la tierra; empecé a tomar conciencia de mi ser, a darme cuenta del aquí y ahora, a darme cuenta que yo soy la protagonista de mi vida, que yo tenía que salir de ese victimismo, que las cosas no te suceden porque hay un Dios castigador.

-Fueron muchos cambios…

-¡Sin dudas! Retomé mi cuaderno de gratitud y empecé a observar que todo a mi alrededor, empieza a vibrar de un modo diferente, las cosas comenzaron a ordenarse, personas que desaparecieron, personas nuevas que llegan, nuevas oportunidades y uno empieza a escuchar la señales y a verlas, porque las señales siempre están estamos en este piloto automático que con las antojeras. Después vino la pandemia y el 2020, también fue un año de gran aprendizaje, porque eso me permitió capacitarme modelado neurolingüísticos, entre tantos. Aprendí que la abundancia es un estado de conciencia que nada tiene que ver con tu dinero en tu cuenta bancaria. Empecé a ver la vida otra forma y hasta que llegó a mi vida el gran cimbronazo, la gran cachetada que te obliga al gran despertar. Por lo general, el gran despertar no tiene lugar con una buena noticia, sino a través de un dolor que cumple el rol de gran catalizador del cambio, cuando empezás a preguntarte ¿qué es lo que yo ya no quiero para mi vida?, y utilizarlo no como un gran trampolín al cambio.

"Aprendí que la abundancia es un estado de conciencia que nada tiene que ver con tu dinero en tu cuenta bancaria."

-Lo que llaman la noche oscura del alma…

-Así es. En mi caso, fue la partida física de mi hijo menor. Esto hizo que despertara de un cimbronazo. Con el tiempo entendí que todo lo que fui viendo, estudiando y demás, era la preparación para lo que se venía porque, en enero y febrero del 2021 viví mi noche oscura del alma. A los 15 días de enterarnos de un diagnóstico grave, falleció. En 20 días, no estuvo más físicamente y ahí fue el momento en que entendí que era el momento de poner en práctica y compartir todo lo que aprendí. Y hoy, puedo decir que la muerte no existe, sí existe la muerte física, pero nada más porque hoy, tengo una comunicación directa con el mundo espiritual, una comunicación directa con mi hijo. Su partida hacia el mundo espiritual, hizo que yo comenzara con mi propósito de vida: ayudar a las personas a bajar el cielo a la tierra, a conectar con la espiritualidad en esta cocina espiritual, en estas recetas espirituales, donde el mensaje es: “Si yo estoy pudiendo, vos también podés, todos estamos duelando algo día a día”. 

-¿Y cómo llevás a cabo ese acompañamiento? 

-En mi cocina espiritual se comparten las historias, no es que tu dolor es más que el mío cada uno, con su camino, compartimos, los dolores compartimos todo esto que nos está pasando. Lo hago desde el respeto, desde el saber escuchar, desde el no decir lo que tiene que hacer porque el duelo no es lineal, va en espiral. Somos montañas rusas de emociones, hay que tocar fondo para poder renacer como esa mariposa que al principio fue una oruga y que tenía ciertas limitaciones, pero al transformarse se da cuenta de que puede volar. Esas capacidades están ahí, escondidas y estos dolores, hacen que uno se vaya transformando, que uno vaya despertando y conectando con la espiritualidad.

-¿Y cómo entraste al mundo de la cocina?

-Siempre me gustó cocinar, a los 11 años, mi papá me regaló una máquina de amasar y con ella, empecé a cocinar los tallarines. Ese regalo, fue como un despertar a este mundo de la cocina. Después vine a vivir a Bahía Blanca, me casé, tuve hijos y demás. En el año 2009-2010, un día escucho a Claudio María Domínguez en la radio y lo que decía, además también estaba un chef que se llama Pablo Martín que hablaba de la quinoa, la maca, la espirulina y demás, todos esto me empieza a resonar mucho. A esto, se le sumó que una amiga me prestó un libro de Louise Hay, y como que sentía que algunas cosas iban teniendo otro sentido. Es así que entre el 2009 y hasta ahora, 2023, con todo lo que atravesado fui aprendiendo un montón de cosas, hice muchos cursos de cocina.

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-¿Cuál es tu expectativa hoy en este camino?

-Cada uno de nosotros, cuando uno tiene un sueño, tiene que tener claridad y la claridad te lo trae el para qué estoy en este camino y en mi caso siento que es despertar esa luz que todos tenemos esa luz, que está quizá dormidita o apagada para poder ser. Quiero ser canal de difusión para que cada vez más gente pueda despertar y comprender que tenemos tanto el poder de sanar como de enfermar con nuestras palabras, que está todo en nuestra actitud. Entonces a futuro, yo me veo comunicando, dando charlas de motivación, de liderazgo, transmitiendo mi mensaje para que más personas puedan bajar el cielo a la tierra, puedan saber que todos tenemos esta capacidad salir del victimismo. 

Si querés conocer más sobre la misión de María Silvina, podés seguirla en su cuenta de Instagram: maria_silvina_ruiz; en Tik tok como @silvinaruiz.yosoy y en Youtube como Mama de Juli.


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