Un club de lectura como “espacio de recreo del mundo”
HISTORIAS QUE INSPIRAN21/05/2022María del Carmen Ruiz DíazEster Díaz es comunicadora social. Vive en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, un conglomerado urbano en el que la vorágine argentina encuentra su máxima expresión. Esta situación fue la que justamente la llevó a buscar un espacio en el que pudiera desarrollar su gusto por la lectura, pero sin parámetros referidos a la temática o el rango etario.
Su búsqueda fue infructuosa por algún tiempo por lo que pensó que ella podía crearlo. En una charla con Quintaesencia, contó cómo fue ese proceso de conformar un espacio de estas características y cómo atravesaron el período de aislamiento por pandemia.
¿Qué es Club de Lectura Polisemia y cómo se inició?
El espacio nació en 2014, en un mes cumplimos 8 años y arrancamos la novena temporada, la verdad que estamos muy contentos por eso. Por ahora todavía estamos funcionando en modo virtual, pero hasta antes de la pandemia, los encuentros eran presenciales semanales. En algún momento, por ejemplo, hemos llegado a tener dos encuentros por semana en distintos horarios. Funcionábamos en distintas librerías de Buenos Aires y los encuentros eran para compartir lecturas. El proyecto que es desarrollado a pulmón y que hoy funciona muy bien.
Y surgió casi como una necesidad personal porque, por mi profesión de comunicadora, por mucho tiempo sólo leí libros relacionados con eso. Cuando entraba a una librería siempre compraba ejemplares relacionados con eso y me quedaba una larga lista de autores pendientes. Con el tiempo y en el marco del club, muchas veces le preguntamos a los participantes por qué vienen y también nos dan la respuesta de que están interesados en leer otros autores que no estén relacionados con su profesión.
Cuando comenzamos a funcionar, por ejemplo, había muchos cursos sobre autores que daban determinados lineamientos sobre cómo leer a determinados autores y esa no era mi intención. Buscaba algo más horizontal y descontracturado, un espacio para compartir una lectura y generar un ida y vuelta con un otro, que también comentara qué le había parecido el texto.
Ester Díaz, fundadora y coordinadora del club de lectura.
¿Y cómo lo ideaste, cómo le diste forma en tu cabeza?
Generar este espacio es casi haber hecho un sueño realidad porque yo me lo imaginaba en colores, con risa, con alegría, con gente compartiendo y prestándose libros, por ejemplo. Entonces el objetivo es contar con un espacio conformado por personas que aman leer y que es un recreo del mundo, esa también es nuestra esencia, es decir el mundo sigue y nosotros estamos absorbidos del mundo.
Además, creemos que contar con este espacio también es oportuno para el tiempo que estamos viviendo en el mundo, porque para nosotros cuando se declaró el aislamiento a raíz de la pandemia del Covid, fue el mejor recreo que pudimos haber tenido.
¿Cómo fueron los primeros pasos de Polisemia?
Los primeros pasos fueron muy difíciles porque el concepto de Club de Lectura no estaba en auge como sucede hoy, porque no estaba instalado. Al principio, muchos se acercaban a preguntarnos si íbamos a enseñar a escribir o a enseñar a leer a determinados autores y nuestras respuestas siempre eran no.
Además, la difusión era muy compleja porque las redes sociales no estaban muy desarrolladas o no existían. Entonces, al principio contábamos con volantes que los dejábamos en todas las librerías de Buenos Aires.
Para el primer encuentro, alquilamos un espacio y nos llamaron muchas personas diciéndonos que venían pero que al final no lo hicieron, no vino nadie. Así que nos quedamos mirando las caras con una amiga a la que la había contado la idea y decidió sumarse. Por supuesto, fue muy frustrante porque habíamos puesto muchas expectativas, muchas ganas para que pudiera comenzar el club. Después de eso, tuvimos dos o tres intentos más también fallidos, pero fuimos muy perseverantes.
Leer, una invitación sin distinción de edades.
¿Cuál fue el giro que dieron para que la situación comenzara a cambiar?
Después de esos intentos se nos ocurrió hacer una alianza con una librería que pudieron captar la esencia del proyecto, confiaron en nosotros y nos facilitaron el espacio. Ellos tenían una cadena de librería y nos prestaron un lugar en uno de los salones muy grandes que tenían, era en un primer piso. Fue una experiencia muy linda, estuvimos allí casi por tres años y después, tuvimos que buscar otro lugar porque ellos cerraron. Pero la experiencia fue muy linda porque esa librería cerraba a las 7 de la tarde y el club comenzaba a las 7, entonces nosotros nos quedábamos adentro de la librería con el personal de seguridad. Nosotros nos sentíamos como en una película, como la versión librería de Una Noche en el Museo.
Ese tiempo nos permitió consolidar el espacio y darle fuerza al grupo para poder sostenerlo y juntarnos todas las semanas. Ese fue para nosotros el verdadero inicio del club.
¿Cómo el sistema de funcionamiento del club?
En estos 8 años de experiencia nos pasaron muchas cosas. Al inicio, se pagaba por cada encuentro, pero se hacía muy engorroso sostenerlo, entonces decidimos armar una membresía actual, que es con la que funcionamos actualmente para los encuentros semanales. Después tenemos encuentros mensuales, esos sí se pagan por cada uno de ellos.
Los grupos van variando, hay mucha rotación. Además, siempre influyen variables como las estaciones y determinados eventos, por ejemplo. También tiene que ver cómo se siente cada uno con la lectura definida para compartir, hay algunos que no pudieron leerla y deciden no participar, otros vienen igual, hay de todo.
Pero por momentos hemos tenido reuniones en la que éramos 8 y otros en los que éramos 25 personas.
Además, tenemos participantes de todas las edades que van desde los 18 hasta los 90 años y eso también hace muy rica la experiencia.
Virtualidad. El club también se adaptó a los tiempos de pandemia.
¿Cuáles son las demandas que te genera coordinar el club para poder sostenerlo?
Creo que como hemos pasado muchas pruebas, además de pensar en los detalles, en ser un buen anfitrión, pensar ideas nuevas para que el espacio siga funcionando todo el tiempo y de una manera recreativa y divertida, además de hacer juegos y dinámicas. Todo eso es necesario y fundamental. Pero también, hay que sostener el espacio en momentos en que surgen determinadas situaciones porque no todos piensan lo mismo, no todo tienen la misma mirada y pueden generarse ciertas fricciones. Tanto es así que en alguna instancia debimos rehacer los grupos y en esos casos, siempre volvemos a la esencia del club, el porqué de su existencia.
En más de una ocasión nos pasó de que cuando alguien llega al club muy tomado por la energía del contexto, de lo que le pasa o lo que está pasando en el mundo, siempre vuelvo a ese sentido y me enfoco en que fue creado como un espacio de recreación de ese mundo, del afuera.
Esto también me tocó a mí y en momento en que yo no estaba bien por determinadas circunstancias personales, me corrí del lugar de coordinadora y dejé a cargo a otra persona. Lo retomé cuando me sentí bien porque para mí es muy importante priorizar el proyecto, más allá de las individualidades. Esto también se hace más sencillo porque estamos trabajando en equipo y no une esa misma pasión por la lectura.
¿Cómo es el proceso de selección de los temas o los autores?
Sin dudas que tenemos que ser muy creativos para poder disfrutar de cada encuentro, para no aburrirnos. Para eso buscamos variedad, temas distintos, siempre hay un eje que nuclea el encuentro y una vez al mes, todos leemos el mismo libro.
Por ejemplo, en el grupo semanal cada integrante propone un libro, hacemos un listado y cumplir ciertos requisitos como estar en papel y digital, después votamos y el que más votos obtiene, es el que se lee. También buscamos que no sean muy extensos y promedien las 200 páginas. En especial en estos momentos que después de la pandemia, las personas tienen menor capacidad de atención.
En cambio, para los encuentros mensuales, se leen best sellers o autores que estén más consolidados. Pero la prioridad es que todos podamos divertirnos y jugar, por eso tratamos de hacer algo divertido en cada encuentro.
¿Qué significó para ustedes hacer recibido un reconocimiento de la Legislatura porteña?
¡Estamos muy felices! Muy contentos y emocionados por esta Declaración de Interés Cultural y para la Comunicación Social para todas las actividades que realizamos dentro del club. Además, significa un gran aliciente porque la ciudad de Buenos Aires ofrece un sinfín de actividades y opciones, por lo cual obtener este reconocimiento nos otorga un lugar destacado y de reconocimiento. Por otra parte, porque no proviene del ámbito cultural, sino del político, eso también es importante.
Y el año pasado, obtuvimos el premio Viva Lectura otorgado por el Ministerio de Educación de la Nación y organizado por varias organizaciones como la Fundación Santillana, y que premian proyectos que fomenten la lectura y ganamos en segundo puesto en el rubro Sociedad.
Compartir el amor por la lectura, el objetivo del club.
¿Cuál es el valor que vos le otorgás a la palabra polisemia, más allá de su definición?
Es una palabra que me hace mucho sentido porque tal como dice su definición (una misma palabra tiene una multiplicidad de significados), y para mí la lectura no está ajena a esto, a cada cual la lectura le va a llegar desde donde está y en función a ese lugar lo va a interpretar. Podría decirse que hay tantos libros como lectores. Entonces, este concepto hace referencia a la multiplicidad y a la idea de nutrirnos con la mirada del otro y en el ámbito de un club, que a su vez nos permite esa puesta en común y allí aparece la polisemia de los mensajes condensados en el libro. Y esto se ve cuando compartimos, porque cada uno vio y sintió algo totalmente diferente al otro, entonces a veces entramos al encuentro con un libro y salimos con otro porque pudimos compartir esos otro puntos de vista.
¿Cuál es la meta de Ester Díaz en relación al club?
¡Ay! Sueño con que Polisemia traspase las fronteras y poder conformar un club mundial y esto también nos permite hoy por hoy la virtualidad. Por ejemplo, ahora contamos con una integrante que vive en Barcelona, otra en Canadá, entonces estamos en la disyuntiva de si seguimos en forma virtual o volvemos a lo presencial. La virtualidad nos permite entender que los sueños no tienen techo, que es posible establecer estas redes y compartir.
¿Qué le deja a Ester estos primeros 8 años del club?
Muchísimas cosas. Primero, una gran cantidad de lectura que, si yo no hubiera participado del club, por mi cuenta no las hubiera leído. Después, la calidad de lectura porque al compartirlo, se genera un impacto diferente y ocurren cambios.
Pero también la importancia del compromiso con los sueños, del trabajo en equipo, además de mucha reflexión sobre la prioridad de los proyectos por encima de los intereses personales.
Además, me da mucha satisfacción y me conmueve cómo creció y se consolidó. Entonces cuando en otro ámbito de mi vida surge alguna dificultad, yo me acuerdo de cómo se dio el crecimiento del club y eso es un gran aliciente.
Para conocer más sobre las actividades que realizan, pueden ingresar a su cuenta de Instagram: clubdelecturapolisemia.
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