¿Por qué nos resistimos a cambiar hábitos que nos harían tan bien?

COLUMNISTAS13/10/2024Redacción QuintaesenciaRedacción Quintaesencia
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Penoucos

El cambio de hábitos es algo que casi todos hemos intentado en algún momento de nuestras vidas. Sabemos que ciertos comportamientos, como hacer ejercicio regularmente, comer saludablemente o meditar, podrían mejorar nuestra calidad de vida. Sin embargo, muchas veces nos encontramos volviendo a los viejos hábitos. ¿Qué es lo que nos frena cuando intentamos adoptar cambios que sabemos que nos beneficiarían?

¿Te pasa? O, ¿te ha pasado? Uhh, a mí, muchas veces.

Te voy a contar después de haber leído mucho sobre esto, (que dicho sea de paso no hace muchos años), siempre digo que cuando uno está informado, la cosa se torna más fácil en algunos casos.

Seguramente esto que te voy a contar lo sabés, gracias a la expansión de información que hay sobre este tema, por suerte.  Pero a veces nos distraemos y está bueno recordarlo hasta que se nos incorpore de una buena vez.

Nuestro cerebro es una máquina compleja, pero en su núcleo, busca mantenernos a salvo. Desde una perspectiva evolutiva, lo desconocido representaba un riesgo para nuestra supervivencia, y por ello, tendemos a aferrarnos a lo familiar, incluso cuando lo familiar no nos sirve. Este fenómeno, conocido como la "zona de confort", es un estado mental en el que los comportamientos y patrones son predecibles y, por lo tanto, seguros para el cerebro.

Que de zona de confort no tiene nada, jeje. En realidad, es estar conforme con lo inconforme.

Investigaciones en neurociencia han mostrado que nuestro cerebro prefiere la repetición de hábitos porque ello minimiza el gasto energético. Cambiar un hábito implica una mayor actividad en áreas como la corteza prefrontal, la región del cerebro asociada con la toma de decisiones conscientes. Es decir, cambiar requiere un esfuerzo consciente que, en comparación con seguir la rutina, consume más recursos mentales.

Esto también está relacionado con la resistencia psicológica al cambio. Nos sentimos incómodos ante lo desconocido, y aunque racionalmente sepamos que un nuevo hábito nos beneficiará, emocionalmente nos sentimos atraídos por lo que ya conocemos. Por ejemplo, muchas personas intentan empezar a hacer ejercicio, pero el esfuerzo inicial les resulta abrumador porque el cerebro compara la nueva actividad con la inacción habitual y, naturalmente, busca regresar a la comodidad.

Y muy loco, porque la mente, te va a traer cualquier excusa para no ir. Claramente me ha pasado y mucho. No sé si con el Gym, pero si con otros cambios que quise incorporar a mi vida. Como por ejemplo dejar de comer algunas cosas que sé que no hacen bien.

Sabías que uno de los factores más poderosos que influye en nuestra resistencia al cambio es el miedo al fracaso. Cambiar implica la posibilidad de no tener éxito, y esa incertidumbre puede ser tan angustiante que preferimos no intentarlo. Esto se refleja en algo llamado "procrastinación por miedo al fracaso". A menudo postergamos el inicio de un nuevo hábito simplemente por el temor de no ser lo suficientemente buenos para mantenerlo. Ojo que esto puede ser de manera inconsciente.

Por otro lado, nuestros hábitos están profundamente entrelazados con nuestra identidad y cómo nos percibimos. Si, por ejemplo, una persona se considera "no deportista", el simple hecho de comenzar una rutina de ejercicios puede generar un conflicto interno. Se produce una especie de disonancia cognitiva, donde la nueva acción no coincide con la imagen que tenemos de nosotros mismos, lo que genera resistencia. ¿Qué me contás? ¡¡Tremendo!!

En este sentido, la autopercepción juega un rol crucial en la adopción de nuevos hábitos. Si nos vemos como personas incapaces de mantener hábitos saludables, nuestro cerebro encontrará formas de justificar el regreso a los viejos comportamientos. Este fenómeno es tan poderoso que incluso aquellos que logran cambiar temporalmente, como en los casos de dietas restrictivas o rutinas de ejercicio intenso, muchas veces vuelven a sus antiguos hábitos una vez que han alcanzado su objetivo inicial.

Por eso siempre cuando queremos hacer un cambio en nuestra vida, si no podemos hacerlo solos, hay que pedir ayuda.

Por ejemplo, en este momento estoy con una coach de la salud, para que me oriente en estos cambios de hábitos de alimentación que sí quería para mi vida.

No es que comía muy mal, pero por ejemplo quería dejar las harinas, el azúcar etc. Y teniendo a alguien que te va orientando, como reemplazar esos momentos que te bajarías un kilo de helado jaja por algo también rico.

Uno de los dilemas más fundamentales en el proceso de cambio de hábitos tiene que ver con el sistema de recompensas del cerebro. Los hábitos no saludables suelen ofrecer recompensas inmediatas. Comer alimentos procesados, por ejemplo, proporciona una explosión rápida de placer debido al alto contenido de azúcar o grasas, mientras que optar por una ensalada, aunque saludable, no provoca una recompensa inmediata en el cerebro.

Este fenómeno está relacionado con el neurotransmisor dopamina, que juega un rol crucial en la búsqueda de gratificación. Cuando realizamos una acción que genera una recompensa inmediata, como ver televisión en lugar de salir a correr, nuestro cerebro libera dopamina, reforzando la conducta. Los hábitos saludables, por otro lado, tienden a proporcionar recompensas más a largo plazo: los beneficios del ejercicio regular o la meditación “no” son tan evidentes en el corto plazo, lo que puede desmotivar.

Una cosa por ejemplo que me recomendó la coach de la salud, porque midió mi masa muscular y me dijo que estaba por debajo de lo normal. Así que me dijo: muy bien eso de andar en bicicleta paseando, bailar en tu casa, pero lo que necesitas es fuerza, tenés que tener más masa muscular para proteger tus huesos, y eso se logra haciendo pesas en el Gym.

Así que yendo tres veces por semana al Gym.

Un estudio del psicólogo Dan Ariely sobre la procrastinación y la gratificación instantánea reveló que los humanos preferimos casi siempre las recompensas inmediatas, incluso si son menos valiosas a largo plazo. Esto se refleja en nuestras decisiones diarias, como optar por quedarse en casa en lugar de salir a hacer ejercicio, sabiendo que la gratificación inmediata de descansar es más atractiva que el esfuerzo de cambiar.

Pero, por lo menos en mi caso, es arrancar, que nuestra mente no nos traiga excusas, (nunca me gustaron las pesas), pero ahora voy contenta y entusiasmada.

Perdón que me ponga como ejemplo, pero si voy a hablar de algo, está bueno no solo desde la palabra.

El psicólogo Viktor Frankl, en su libro "El hombre en busca de sentido", argumentaba que el ser humano puede soportar cualquier "cómo" si tiene un "por qué" claro. Esto se aplica perfectamente al cambio de hábitos. Si nuestra razón para cambiar es superficial, como bajar de peso para un evento, es más probable que abandonemos el hábito después de alcanzado el objetivo. Sin embargo, si el propósito es más profundo, como mejorar la salud a largo plazo o tener más energía para disfrutar de la vida, el cambio tiene más posibilidades de ser duradero.

¡¡Que importante es la motivación y el propósito!! En la nota anterior conté que tuve un problema de salud y quise un cambio en mi vida. Hubo algo en mí, que tuve la necesidad de hacer ese cambio, en cuidar mi salud a través de la alimentación y el ejercicio físico.

“Solo cuando comprendemos nuestras verdaderas motivaciones, somos capaces de hacer cambios sostenibles”.

Estarás pensando, ok, Pero ¿cómo lo hago? Cambiar hábitos puede ser difícil al principio, pero no es imposible. Una de las estrategias más efectivas es hacer cambios graduales. En lugar de intentar transformar toda nuestra vida de un día para otro, es más eficaz comenzar con pequeños pasos.

Te voy a contar algo que leí, es una estrategia, la de "apilar hábitos", un concepto popularizado por James Clear en su libro "Hábitos Atómicos". Esta técnica consiste en vincular un nuevo hábito con uno ya establecido. Por ejemplo, si ya tienes el hábito de tomar café por la mañana, podrías agregarle una práctica de meditación de cinco minutos inmediatamente después. Al apilar los hábitos, el nuevo comportamiento se asocia con uno que ya es parte de tu rutina diaria, lo que facilita su adopción. ¡¡Me encantó!!

Otro tema con respecto a los nuevos hábitos es el entorno. Juega un papel muy importante a la hora de cambiar hábitos. El entorno influye profundamente en nuestros comportamientos, y modificarlo puede facilitar la implementación de nuevos hábitos.

Cambiar hábitos no solo mejora nuestra calidad de vida, sino que también tiene el poder de transformarnos a nivel personal. Cada pequeño cambio que hacemos nos enseña algo sobre nuestra capacidad de evolucionar y adaptarnos. Superar la resistencia al cambio es uno de los pasos más poderosos hacia el autodescubrimiento y el crecimiento personal.

Es importante recordar que el cambio no es un proceso lineal. A veces retrocedemos o nos encontramos en medio de la resistencia, pero cada intento es una oportunidad de aprendizaje. El cambio no se trata solo de adoptar nuevos comportamientos, sino de construir una nueva relación con nosotros mismos, donde nos permitimos evolucionar y mejorar.

Y darnos una palmadita, felicitándonos por ese pequeño logro.

Al final del día, cambiar hábitos es un acto de autocompasión y amor propio. Es un proceso que requiere paciencia, autoconocimiento y, sobre todo, la disposición para abrazar lo desconocido y abrirnos a las posibilidades de una vida más plena. Pero más que nada, ¡¡VOLUNTAD, VOLUNTAD, VOLUNTAD!!

Bueno, espero que toda esta info la pongas en práctica. Te conté porque nos cuesta, de donde viene esa falta de voluntad, las excusas que nos da nuestra mente para procrastinar y la importancia de tener un objetivo y estar motivados. ¡¡Vamos!! A cambiar esos hábitos que ya sabemos que no nos hacen bien y reemplazarlos por otros que pueden mejorar nuestra vida.

Abrazo grande y hasta la próxima nota.

La columnista se identifica como amante de la vida. Actriz. Directora de Artes escénicas. Master Programación Neuro Lingüística. Podés encontrar las entrevistas de María Gabriela en su canal de YouTube como Reiniciate, también podés seguirla en su cuenta de Instagram: reiniciateok, donde comparte reflexiones, libros, algún que otro bailecito.

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