Ángeles de la educación, la docencia al pie de cama

GENERAL11/09/2021Josefina EchezárragaJosefina Echezárraga
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El 11 de septiembre se conmemora en Argentina, el Día del Maestro, un día que recuerda el valor de la educación y celebra a quienes educan. La fecha nos invita a recordar y a honrar a quienes entienden que educar es mucho más que transmitir conocimientos. Por eso en Quintaesencia entrevistamos a Alba Teresita Fernández, directora de la Escuela Hospitalaria y Domiciliaria N° 29 del Juan Pablo II. 

La “seño”, nos cuenta que significa el trabajo que realizan las 18 maestras y dos maestros que dan todo por los niños, en especial amor. Es que sus alumnos son niños que debido a diversas situaciones de salud deben pasar meses en el hospital o bien en sus casas. La pandemia, los nuevos desafíos que debieron enfrentar y un solo objetivo, ser puente entre los niños y su educación. Lean esta nota hasta el final para conocer el trabajo de los docentes hospitalarios, o como decidimos llamarlos, “ángeles de la educación”. 

Si bien la escuela N° 29, funcionó siempre en las instalaciones del hospital Pediátrico Juan Pablo II, desde el 2020, la pandemia obligó a usar las aulas donde se desarrollaba parte del trabajo, para atender niños con Covid, razón por la cual debieron reubicarse en el barrio San Gerónimo, al lado del IFD. “La pandemia sin dudas generó muchos desafíos, más de los que ya teníamos todos los días, porque ser maestro hospitalario/domiciliario, implica desafíos diarios, así es que como todos, nosotros también debimos adecuarnos. En nuestro caso incluyó por un lado el traslado de la parte física y la adaptación a los medios tecnológicos, porque si algo tuvimos claro, es que no íbamos a dejar solos a nuestros niños”, contó la directora, quien con mucha alegría accedió a la entrevista con esta revista. 

Si bien gran parte de la pandemia, llevaron a cabo clases virtuales, con la llegada de la Fase 3, comenzaron las visitas domiciliarias y el ingreso al hospital. “Poco a poco fuimos retomando, claro que con protocolos muy estrictos porque la mayoría de nuestros alumnos son de riesgo, así es que en domicilio se trabajó con visitas sin ingresar al hogar y con la entrega de cuadernillos y en el hospital con visitas por horas”, resumió. 

Alba habla rápido, cuenta en resumidas palabras lo que significó el trabajo del último año y medio donde la educación hospitalaria se convirtió en bastión fundamental para que los niños, no pierdan la esperanza. 

¿Qué es ser docente hospitalaria? 

Es algo hermoso, son desafíos diarios, debemos ser fuertes, porque muchas veces enseñar es solo la excusa para que ese niño sonría, salgan un ratito de esa realidad, puedan tomar contacto con otras personas, nos obliga a estar atentos, a investigar todo el tiempo, a estar en contacto con los médicos, con la familia y si son del interior con los maestros de su lugar de origen. Siempre que llega un chico al hospital hay que generar un vínculo, entender que están pasando por una situación que les genera dolor, pero que es importante que puedan estudiar, que encuentren en ese espacio un momento que los alivie de alguna manera. 

¿Cómo llegaste a ser docente hospitalaria? 

Lo decidí de grande, crié a mis cuatro hijos y luego quise hacer algo, pero quería algo que me mantenga activa, con desafíos diarios. Cuando comencé a estudiar no dude, ser docente hospitalaria era algo que me pareció hermoso. Hace 15 años más o menos comencé a ejercer, hoy sé que fue la mejor decisión de mi vida. Los días duros se sobrellevan gracias al apoyo del equipo, los días alegres se comparten, porque solo un maestro domiciliario sabe lo que se siente ver a un niño que puede reincorporarse a la escuela, los preparamos para que el día que vuelvan a las aulas y se sientan iguales que sus pares, los ayudamos a que la enfermedad no les haga perder más cosas.  

¿Qué es lo más lindo? 

Todo, conocemos chicos todo el tiempo, somos puente y nos convertimos en parte de la familia, tratamos de ayudarlos a pasar ese momento crítico, nos esforzamos en buscar salidas, en darles herramientas que los ayuden en su educación, pero también en sus emociones. Claro que es duro, debemos ser fuertes, debemos estar siempre bien para ellos, nos tocan pasar momentos que son durísimos, vivir realidades que son devastadoras, estar al pie de una cama, no es fácil, pero sus sonrisas lo pagan todo, el alta de un niño para nosotros es una felicidad enorme. 

¿Hay niños que son educados por ustedes varios años? 

Sí, algunos están algunos días, otros pasan semanas, hay quienes meses y sí también tenemos, pequeños que están con nosotros algunos años. Hace poco nos enteramos que un niño que paso siete años en total en el Pediátrico, recibió el alta definitiva, esas son cosas nos llenan de alegría. Nos encontramos con su mamá, una luchadora, que jamás bajó los brazos y nos contó la noticia, son situaciones particulares, pero que no nos olvidamos nunca. También hay niños que los educamos hasta el último momento, eso sin dudas es complicado, pero es saber que ellos lo dieron todo.

¿Cómo enseñan hoy? 

En Fase 5 estamos yendo al hospital, respetando todos los protocolos de seguridad, podemos estar dos horas por la mañana y dos horas por la tarde, dos docentes por turno. “Tratamos de hacer el seguimiento a la mayor cantidad de niños posibles y poco a poco estamos recuperando nuestra normalidad. También trabajamos con video llamada, los cuadernillos y la entrega de alimentos, por eso decidimos que no solo enseñamos, sino también contenemos.  

¿Qué les dejo la pandemia? 

Mucha enseñanza, creíamos que lo habíamos visto todo, pero esto nos mostró que si hay ganas siempre nos podemos adaptar un poco más. Quienes creemos en una educación llena de amor, con empatía y sin restricciones, vimos la pandemia como un desafío, donde cuidar al otro, pero por sobre todas las cosas, no dejarlo solo, fue lo más importante. 

De chaquetillas azules, ahora con camisolín, guantes, barbijos y anteojos, llegan los educadores, al pie de las camas del hospital Juan Pablo II o a los domicilios de los niños. Un cuaderno, una computadora o alguna pizarra, todo es útil, todo ayuda para sumar un granito de amor disfrazo de enseñanza. 

En los docentes de la escuela N°29, quienes hacemos Quintaesencia, saludamos a todos los maestros, quien sin más armas que la lectura, la escritura y la palabra, se convierten en los grandes héroes de toda sociedad. 

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