Desde Bahía Blanca hasta los esteros correntinos, Belén Natalini ha establecido su carrera como veterinaria e investigadora del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas). Su labor en el estudio de enfermedades parasitarias de cánidos silvestres y domésticos no solo contribuye al conocimiento científico, sino que también genera un impacto positivo en las comunidades rurales con las que colabora. En una entrevista con Quintaesencia, Belén detalla su trayectoria, los retos de trabajar en campo y el impacto transformador de su trabajo en las personas y en la fauna de los ecosistemas del norte argentino.
"Desde chica siempre soñé con trabajar con animales, aunque no sabía cómo lograrlo. Fue en la universidad donde descubrí que la investigación me permitía combinar mi pasión por la fauna silvestre con el deseo de generar un impacto en la sociedad", relata Belén. Tras graduarse en Tandil, decidió mudarse a Corrientes para unirse al equipo de trabajo de la Estación Biológica ubicada en San Cayetano, a escasos kilómetros de la capital provincial. "Ese fue un punto de inflexión. Aquí empecé a vincular la ciencia con el contacto directo con la naturaleza. Me enamoré del lugar y de su gente, y comprendí que la conservación no puede existir sin la colaboración de las comunidades", reflexiona.
Una aventura científica
Durante su doctorado, Belén dedicó más de dos años a recolectar muestras de materia fecal de perros y zorros en zonas de interfaz entre áreas protegidas y comunidades rurales. "El trabajo de campo puede parecer glamoroso, pero es desafiante. Caminábamos kilómetros bajo el sol, rodeados de mosquitos y con la incertidumbre de si encontraríamos lo que buscábamos. Pero cada muestra era un paso más hacia entender cómo estas enfermedades afectan a los ecosistemas y a las personas", explica. Reunió más de 1800 muestras, asegurando resultados sólidos. "El esfuerzo valió la pena. Estos datos nos permitieron identificar parásitos compartidos entre perros domésticos y zorros, ayudándonos a entender los riesgos tanto para la fauna silvestre como para la salud humana, ya que muchas de estas enfermedades son zoonóticas", aclara.
Ciencia al servicio de las comunidades
Uno de los pilares del trabajo de Belén es devolver los resultados de la investigación a las comunidades locales. "Después de las campañas, organizamos jornadas de vacunación y desparasitación para los perros de las familias. También brindamos información sobre el cuidado de sus mascotas y la protección de los zorros. Fue gratificante ver cómo la gente empezaba a interesarse y a comprometerse", destaca. Belén rememora cómo estas jornadas rompieron barreras culturales y generaron confianza. "A veces, la ciencia puede parecer algo distante. Pero cuando llegas con un folleto, una libreta sanitaria y una sonrisa, la gente se abre. Incluso aprendí palabras en guaraní para conectar mejor con las familias. Esos pequeños gestos marcan la diferencia", asegura.
"A veces, la ciencia puede parecer algo distante. Pero cuando llegas con un folleto, una libreta sanitaria y una sonrisa, la gente se abre. Incluso aprendí palabras en guaraní para conectar mejor con las familias. Esos pequeños gestos marcan la diferencia".
El desafío de generar confianza
Establecer vínculos no siempre fue sencillo. "Al principio, algunos vecinos desconfiaban. Me preguntaban para qué quería las muestras o si eso les traería problemas. Pero con tiempo y paciencia, logramos construir relaciones de confianza. Volver después de dos años y que te reciban con un abrazo es algo invaluable", expresa emocionada. Belén reconoce la importancia de esta conexión con las comunidades tanto como los hallazgos científicos. "Ellos son los guardianes del territorio. Si no los involucramos en la conservación, cualquier esfuerzo será insuficiente. Por eso, siempre intento que mi trabajo sea útil tanto para ellos como para la ciencia", reflexiona.
Nuevos horizontes: el postdoctorado y nuevos desafíos
Actualmente, Belén está desarrollando un postdoctorado en el que busca ampliar su investigación a otros patógenos, utilizando técnicas moleculares avanzadas. "Queremos avanzar y empezar a capturar zorros para tomar muestras de sangre. Esto nos permitirá detectar bacterias y virus que no se pueden identificar mediante materia fecal. Es un desafío emocionante", señala. Además, sueña con formar un equipo multidisciplinario que combine biología, veterinaria y ciencias sociales. "La conservación es un rompecabezas y cada pieza es importante. Quiero que mi trabajo inspire a más jóvenes a involucrarse, especialmente en regiones como el norte argentino, donde hay tanto por descubrir", comenta.
Inspiración y esperanza para las nuevas generaciones
Para Belén, uno de los mayores desafíos de la ciencia en Argentina es la falta de recursos. "A pesar de las limitaciones, hacemos un trabajo increíble. Lo que necesitamos es más apoyo sostenido para que los jóvenes puedan dedicarse a la investigación sin tantas dificultades", afirma. A quienes están considerando este camino, les ofrece un consejo: "Elijan algo que les apasione, porque este trabajo puede ser difícil. Pero si lo hacen desde el amor, cada esfuerzo vale la pena. Y comiencen como voluntarios, es la mejor manera de aprender y encontrar su lugar", dice con una sonrisa.
Un legado de ciencia y comunidad
La historia de esta joven investigadora es un recordatorio de que la ciencia puede ser una herramienta poderosa para conectar a las personas con su entorno y con la conservación. Desde los zorros que habitan los esteros correntinos hasta las familias que viven en las zonas rurales, su trabajo crea un puente entre el conocimiento y la acción. "Creo que la clave está en nunca perder la curiosidad ni las ganas de aprender. Cada muestra, cada conversación con un vecino, cada jornada de vacunación me enseña algo nuevo. Y ese es el verdadero regalo de este camino: saber que estás contribuyendo a algo más grande", concluye, con la mirada puesta en los desafíos que aún quedan por enfrentar.
Belén nos inspira con su pasión por la ciencia y su compromiso con las comunidades. Su trabajo demuestra que, cuando el conocimiento se pone al servicio de las personas y del planeta, los resultados trascienden cualquier frontera.