Observar y conocer el entorno natural para preservarlo

VIDA SUSTENTABLE 21/04/2024 María del Carmen Ruiz Díaz María del Carmen Ruiz Díaz
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Florencia realiza el trabajo de campo en San Cayetano y San Cosme (Corrientes).

Cada vez son más las investigaciones científicas sobre la incidencia del accionar de los seres humanos en la naturaleza, al igual que las consecuencias de su accionar sobre la biodiversidad. Por supuesto, la región del nordeste argentino en general y la zona del denominado Gran Corrientes, tampoco escapa a esta realidad. Por ello, afortunadamente, cada vez se suman más trabajos en esa línea para conocer el estado de situación del ambiente y así, generar propuestas que permitan paliar o menguar sus secuelas.

Una de las investigaciones que se están desarrollando en la actualidad, está a cargo de la bióloga Florencia Quijano y los espacios donde los lleva a cabo son la Estación Biológica Corrientes, ubicada en la localidad de San Cayetano y la reserva privada Las Lomas, en San Cosme (a 20 y 45 kilómetros de la capital provincial respetivamente). En una entrevista con Quintaesencia, la joven investigadora egresada de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) y becaria del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CECOAL), brindó detalles de su trabajo como también datos que pudieron relevar que -cuanto menos-, generan cierta preocupación.

-¿En qué consiste este trabajo que estás desarrollando para el doctorado?

-En el 2018 realicé mi trabajo de grado para la licenciatura en Biología con los monos carayá y su comportamiento y ahí me enamoré de la especie. Ahí me di cuenta que quería seguir haciendo trabajo de campo y dedicarme a la investigación. Después, cuando inicié el doctorado, empecé a pensar cuál podría ser mi aporte a la sociedad y a esto se le sumó el hecho de que, al estar en contacto con el monte nativo, fui adquiriendo mayor entrenamiento y educando el ojo, por decirlo de alguna manera, para juzgar el estado de conservación de los bosques y me fui dando cuenta de la fragmentación que hay, o sea, dejamos de tener estos bosques continuos, extensos para tener fragmentos muy pequeños y discontinuos entonces. Y ante esta realidad, los monos enfrentan a muchísimas amenazas al -por ejemplo- tener que bajar el suelo para cruzar de un fragmento a otro de monte y esto, muchas veces hace que se enfrenten a perros, al entendido eléctrico y a un sinnúmero de acciones humanas. Entonces, me propuse estudiar justamente cuál es el impacto -de todas estas modificaciones- en el ambiente, en sus comportamientos, en su fisiología, en su estado de salud. 

“…los monos enfrentan a muchísimas amenazas al -por ejemplo- tener que bajar el suelo para cruzar de un fragmento a otro de monte y esto, muchas veces hace que se enfrenten a perros, al entendido eléctrico y a un sinnúmero de acciones humanas.”

 -Ese es el eje de tu trabajo entonces…

-Sí, además, estudio cómo determinadas hormonas, como el cortisol que tiene que ver con el estrés, incide en su comportamiento. Como también de qué manera, nosotros en algún punto, afectamos en su éxito reproductivo, e incidimos en que las poblaciones crezcan o no.

-¿Y ya tenés algunos resultados preliminares, por llamarlo de alguna manera, sobre tu trabajo?

-En febrero terminamos parte del trabajo de campo y ahora viene la etapa de análisis de todos los datos comportamentales. Esa toma de datos es consecuencia de un trabajo sistemático. Además, en paralelo, también tomaba muestras de materias fecal para analizar algunas hormonas. Pero sí, te puedo contar mis sensaciones al estar ahí, al vivir en estos dos ambientes el de la reserva privada y el de la Estación Biológica. Y en el primero de ellos, por ejemplo, los monos beben agua de huecos naturales que están en los árboles o del caraguatá, que es esta planta que por lo general vemos en el suelo pero también crece en los árboles. En cambio, en un ambiente muy degradado, donde hay pocas especies de árboles que -por lo general- o no tiene huecos o los pocos huecos que hay, el agua se consume muy rápido y los monos se ven forzados a bajar al suelo para tomar agua. Y los vemos tomando en charcos que se forman naturalmente, la cubierta de un camión que ya es agua podrida y puede ser una fuente de parásitos, de bacterias, y también estamos evaluando estas situaciones.

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-Y allí también los escenarios pueden ser diversos…

-Sí, una vez vimos a juveniles jugando con una bolsa de plástico que apareció arriba de un árbol y te quedás rogando que no se traguen un pedacito de bolsa y mueran. Y esto también es consecuencia de nuestras acciones. Otra vez vimos un perro cazando un lagarto overo debajo de los monos y eso, por supuesto, los alertó y los llevó a subirse más alto a los árboles, afectando a su vida diaria como también generándoles estrés.

-¿Con quiénes realizás este trabajo de campo?

-Trabajo con voluntarios y dos estudiantes de grado, que también están realizando sus propios proyectos. Uno de ellos trabaja con parásitos, así que tomamos también muestras para ver para ver eso no como el estado de salud en cuanto a cargas parasitarias y el otro chico, está estudiando el uso de la superficie del bosque por parte los de los monos, así que toda la investigación va a es bastante completa, cosa que para una sola persona sería muy difícil. En ese sentido, hicimos un llamado a voluntarios que se quieran sumar este trabajo y la verdad, la respuesta fue muy buena.

Monte nativo

En la nueva etapa de su trabajo de campo, Florencia junto a su grupo de trabajo, van realizar un relevamiento en los montes nativos de una reserva privada y la Estación Biológica. “Como te decía, uno de ellos tiene áreas de monte más grande, continuos y más conservado; en tanto que el otro, tiene está más fragmentado. Entonces parte de esta evaluación es analizar el estado de conservación. Esta parte del trabajo del campo es completamente y el objetivo es realizar mediciones de los árboles, ver sus tamaños, su cobertura y también la diversidad”, señaló.

Este relevamiento también les permitirá identificar a aquellas especies que no se están presentes en el ambiente degradado y sí “son súper abundantes en el ambiente conservado. Pero como estamos haciendo un trabajo científico, obviamente necesitamos datos para realizar un análisis estadístico que acompañe lo que mi percepción”, indicó.

En otro punto de la entrevista, Florencia también hizo referencia al desconocimiento que tienen los habitantes de la zona sobre los árboles nativos: “En la Estación Biológica hacemos muchos talleres que tienen que ver con educación y conservación y por lo general cuando preguntamos por árboles nativos y la gente lo único que piensa es en lapacho. A veces incluso dicen paraíso o mango, porque son árboles que están muy presentes en nuestra vida y se están hace tanto tiempo en nuestra región que pensamos que son nativos, y no es así. También, por ejemplo, nombran al jacarandá porque piensan que es propio de la provincia de Corrientes y no, es de Argentina, pero no es tanto de nuestra región”.

Por ello, la joven investigadora invitó a quienes viven la región a acercarse hasta la Estación Biológica para conocer la diversidad de fauna y flora allí presente. Además, valoró la generosidad y el conocimiento de quienes cumplen el rol de guías de sitio del lugar.

Finalmente, hizo un llamado a reflexionar sobre la incidencia de cada uno de nuestros actos sobre el ambiente, no sólo en relación a los árboles, sino también con respecto a los animales: “Por ejemplo en Capital, es habitual ver monos en la zona de la Facultad de Veterinaria y piensan que está todo bien, que la población es grande, pero no es así. De hecho, yo he visto como fue se fueron achicando los grupos en estos últimos años. Pasamos de tener grupos que tenían más de cuatro machos y cuatro hembras adultas con un montón de juveniles y ahora, al final de mi campaña en febrero, esos mismos grupos tienen un macho y dos hembras, dos juveniles y otros dos que se habían muerto y esas hembras, ya están muy viejas, así que están desapareciendo. Y por ahí, es difícil darse cuenta y por supuesto, esto también nos impacta. Porque las inundaciones que tenemos, las sequías, los incendios masivos, no son casualidad, son producto del cambio climático y esto -a su vez- tiene que ver con la pérdida de las especies nativas, así que nada podemos darlo por sentado”.

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