La sexualidad ya hemos dicho que no solo les un ámbito para compartir con una pareja sino para poder disfrutar conmigo mismo.
Más la posibilidad de compartir mi sexualidad con otra persona enriquece la experiencia.
Para poder hablar de sexualidad sagrada como venimos haciendo, como un espacio de placer, de exploración, de entrega y de conexión que nos conecta con el espíritu, para poder compartirlo con otra persona uno de los pilares es la confianza.
Poder confiar en esa otra persona es fundamental. La Sexualidad sagrada no se trata de cuantos orgasmos tengo en un encuentro, sino de cuanto puedo entregarme a la experiencia para poder expandir mi consciencia y conectar con la energía del espíritu. Y para esto la confianza es fundamental
Tener sexo de forma ocasional con alguien puede ser sumamente erótico, excitante, placentero, pero por lo general si conozco a la otra persona en profundidad, si conozco su cuerpo, su respiración, sus ritmos, si puedo confiar, cosas que solo se dan con el tiempo y con los reiterados encuentros, mi nivel de entrega a la experiencia, de relajación, serán mayores y mi yo podrá descansar de sus alertar y controles para que mi espíritu pueda ser el protagonista de esta experiencia.
Por lo tanto, estar en un vínculo de confianza es fundamental para la sexualidad como un espacio de conexión con lo sagrado.
También el respeto, saberme y sentirme respetada por la otra persona. Respetada en mi integridad como persona, respetada en mis creencias, en mis miedos y vergüenzas, en mis inseguridades, respetada en mis gustos, en mis necesidades.
Y como la experiencia es de a dos, la otra persona para que también pueda entregarse y abrirse a la experiencia del espíritu tiene que sentirse a mi lado en confianza y tiene que sentirse también respetada.
Pero esta confianza y respeto también tiene ser de mí hacia mi misma. No solo hacia la otra persona. Sino que también yo tengo que confiar en mí, y confiar en mí es sentirme a gusto conmigo. Gustarme, sentirme bien conmigo, como ya hemos hablado en otros de los encuentros, sentirme libre en mi cuerpo, disfrutar de mi desnudez, confiar en mis capacidades, en mi forma de moverme, en mis gustos. Y obviamente respetarme, saber cuales son mis límites, que cosas me gustan y que cosas no me gustan y respetarme en lo que me pasa y siento, en mis sí y en mis no también son fundamentales para el encuentro sexual
Y establecida esta confianza y este respeto mutuos, el encuentro sexual se transforma en una experiencia única cuando puedo dedicarle todo el tiempo para que así sea.
Es fundamental que para el encuentro sexual me disponga con todo el tiempo, que no haya apuros, que el lugar sea confortable y seguro, que esté cómoda, que sea agradable, que todos los sentidos puedan jugar, con los olores, con los aromas, con las luces.
Muchas veces no damos a la sexualidad el lugar que la sexualidad merece, mucho más cuando estamos en pareja y convivimos y el encuentro sexual queda para ese momento del final del día con el resto de energía que nos queda.
Esos encuentros pueden estar buenos, pueden ser una hermosa forma de relajarnos, de disfrutarnos unos y otros, de descargar tensiones del día y darnos un momento de placer. Pero por lo general no son encuentros que nos lleven a una conexión profunda conmigo ni con el otro/ otra. Para eso es necesario darle a ese encuentro sexual la mejor de mis energías, disponerme con tiempo, prepararme para ese encuentro, ambientar el espacio, no estar a las corridas, y esta prepararme física y mentalmente para ese momento.
Y llegado el momento lo mejor es poder disponernos para ese encuentro pudiendo darle toda la importancia que tiene.
Para empezar, podemos activar nuestro altar, pidiendo que la energía de los 4 elementos, el agua, el fuego, el aire y la tierra, presentes en cada una y cada uno de nosotros guíen este encuentro, para que la energía que se genere contribuya al bienestar de todo lo que existe. También podemos intencionar este encuentro para algo en particular hacia donde queremos direccionar esta energía sexual, ya sea algo personal, o algo a nivel global, planetario.
Es muy lindo hacernos un saludo que simplemente diga, “reconozco la divinidad que hay en ti”, o decir “honro lo sagrado que hay en vos”, o cualquier otra frase que sintamos que nos conecta con lo sagrado, reconociendo y sintiéndonos reconocidas es esa energía divina que somos.
Podemos empezar por simplemente desnudarnos y encontrarnos desde la mirada, mirarnos profundamente en silencio durante un buen rato, dejando que caigan esas corazas que siempre tenemos cuando nos encontramos con otra persona. Dejar que ese encuentro de miradas, vaya calmando el ritmo de nuestra respiración. Mirarnos a los ojos puede ser una de las experiencias más sublimes, más sagradas, más profundas, cuando nos damos el tiempo para las alamas se encuentren. Los ojos son las ventanas del alma. Muchas veces empezar por ese encuentro de miradas aún con una pareja de muchos años puede ser incómoda y puede generarnos nerviosismos y ansiedad. Bueno, seguimos sosteniendo la mirada, hasta que todo eso ceda, y podamos sentir esa profunda emoción de saber que estamos juntos uno y otro para este encuentro.
Después podemos seguir poniendo cada uno una mano en el pecho del otro y dejar que nuestras respiraciones se acompañen, uno puede inhalar y el otro exhalar y viceversa y sentir como nos acompañamos en un vaivén con el aire-
Y podemos mientras tanto empezar a activar la energía sexual haciendo las contracciones de los músculos de nuestra pelvis como ha hemos visto en otros de los videos. Podemos sentir como los músculos de nuestra vagina se van contrayendo y la energía sexual se va activando, todavía sin siquiera tocar el cuerpo de la otra persona o que la otra persona me acaricie. Solo sintiendo nuestras respiraciones, sosteniéndonos en la mirada, y contrayendo nuestros músculos pélvicos, ya sea que mi pareja es un hombre o una mujer y sintiendo como esta energía va a aumentando y subiendo por todo nuestro cuerpo.
Y podemos seguir recorriendo el cuerpo de nuestra pareja y dejando que también nuestra pareja nos recorra a nosotras. Podemos turnarnos para que quien recibe las caricias solo este presente en recibir y quien da solo este presente en dar y cada uno pudiendo mirarse a sí mismo pudiendo profundizar en que me pasa y que siento cuando doy y cuando recibo. Muchas veces a las mujeres nos sucede que estamos muy pendientes de la otra persona cuando damos y no de nosotras dando. Dar caricias, placer a otra persona también es una forma de darnos placer, también aumenta nuestro deseo, nuestra excitación, nuestra energía sexual.
Y muchas veces nos pasa que cuando recibimos las caricias por parte de la otra persona estamos muy pendientes de si la otra persona está bien, está a gusto y no nos terminamos de entregar a la posibilidad de recibir.
Por eso alternarnos para estar presentes solo en dar o estar presente solo en recibir es una experiencia que nos enriquece y nos permite también profundizar en nosotras mismas y conocernos más y más todavía.
Y si nos entregamos al placer, llega un momento en que los cuerpos solos danzan y se buscan y se entrelazan y ya no somos más yo o la otra persona, sino que es una energía mayor que nos envuelve la que nos mueve y conecta.
No te desilusiones y esta ola de movimientos no parece en el primer encuentro. Es necesario como todo aprendizaje darle tiempo a la práctica para que el YO, el EGO se calme, se calle y sea otra la energía que nos mueva.
Y no importa cuantos orgasmos tengas, pero seguro que todo lo que sientas será más intenso que otras veces. Y cuando el orgasmo llegue puedes dejar que esta energía suba de tus genitales a todo tu cuerpo, para poder saborearla no solo desde el plano físico sino también emocional, mental y espiritual y puedes visualizar como esa energía que viene con el orgasmo se direcciona hacia aquello que intencionaste al inicio en el altar.
Algo importante es que no importa si llegan juntos al orgasmo o no, ese es un gran mito que muchas veces entorpece el encuentro con una pareja. Unos y otros podemos tener tiempos distintos, y eso no es lo importante.
Cuando cenamos con alguien no importa quien termina primero el plato de comida, sino todo lo que sucede en ese encuentro que hace que nos acompañemos y aunque uno termine de comer antes que el otro, la cena continúe. Lo mismo es un encuentro sexual, No necesitamos llegar juntos al orgasmo, sino dejar que la danza siga y no se interrumpa, la danza de los cuerpos, de la energía que activamos juntos, hasta que los dos sintamos que ya es suficiente.
Y nunca se olviden de agradecer. De agradecer primero a mi misma por haberme dispuesto para esta experiencia, de agradecer a la otra persona por haberse dispuesto para este encuentro y de agradecer a esa energía que se genero que ya no nos pertenece, que tiene un movimiento propio y de la cual solamente fuimos un canal de manifestación, que es la energía divina, la energía de la creación.
La autora de esta columna es Psicóloga, Terapeuta Gestáltica, Sexóloga, Facilitadora de Círculos de Mujeres, Cantautora del cantos sagrados femeninos (Spotify, Youtube), Sacerdotisa de la Diosa y de la Luna, Coordinadora de la Escuela de Brujas Magia Circular y de Esencia desplegar y descubrir en Paraná, Argentina. Podés seguirla en su cuenta de Instagram: @silvana_musso.