Adaptarse y conectar, el desafío de la comunicación en tiempos de IA
GENERAL01/09/2024Redacción QuintaesenciaEn un mundo cada vez más dominado por la tecnología, la inteligencia emocional y la inteligencia artificial parecen estar en una carrera por definir el futuro de la comunicación. Para Luis Romero Rodríguez, profesor e investigador en Comunicación Estratégica en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (España), ambos conceptos no son excluyentes, sino complementarios. En una conversación franca y directa con Quintaesencia, aborda los desafíos y oportunidades que la inteligencia artificial (IA) presenta para los comunicadores, al tiempo que subraya la importancia de la inteligencia emocional en esta nueva era digital.
La imparable evolución de la tecnología
La conversación inicia con una reflexión sobre la velocidad a la que avanza la tecnología y en ese sentido, el docente universitario menciona el ciclo de Gartner (una herramienta utilizada para representar la madurez, adopción y aplicación de tecnologías emergentes), como un ejemplo de cómo la innovación tecnológica avanza de manera exponencial, especialmente en el ámbito de la inteligencia artificial. "Todo está ocupado por aplicaciones de inteligencia y de automatización", señala. A pesar de este panorama, Luis no se muestra alarmado, sino más bien cauteloso. Subraya que, aunque la IA ha revolucionado la manera en que se generan contenidos, aún depende de la interpretación humana para darle significado. "Nosotros creemos que la inteligencia artificial piensa, pero lo que hace es usar los contenidos que otras personas ya desarrollaron", explica.
Esta dependencia de la intervención humana es lo que, según el docente, garantiza el futuro del trabajo en comunicación. "La reinterpretación humana viene cargada de todo lo que nosotros somos. La interpretación es un hecho subjetivo", añade, sugiriendo que la creatividad y el juicio humano seguirán siendo insustituibles, al menos por ahora.
El rol del comunicador en la era digital
Ante la pregunta sobre cómo deben adaptarse los comunicadores a esta nueva realidad, Luis es claro: la clave está en la adaptación y en la formación continua. Compartió la experiencia de un alumno que trabaja en una agencia de publicidad, quien le comentó que algunos clientes están considerando utilizar IA para generar sus propias campañas de redes sociales, prescindiendo de la agencia. Sin embargo, el mismo alumno reconoció que "la inteligencia artificial necesita un buen ‘prompt’ y el cliente no siempre sabe cómo hacerlo". Es en este vacío de conocimiento donde los comunicadores aún tienen un papel crucial que desempeñar.
Además hace foco en un punto sensible para muchos periodistas: el impacto de la IA en el desarrollo del oficio. "El principal desafío para no dejarnos apabullar por la inteligencia artificial es que, en el caso del periodismo, el periodismo de investigación no está funcionando como debería", lamenta. Según Luis, la velocidad con la que se suceden las noticias en la actualidad impide que se profundice en los temas, lo que diluye la calidad del periodismo. Es aquí donde sugiere la adopción del "slow journalism" o periodismo lento, que permite una investigación más profunda y significativa.
La clave está en la adaptación y
en la formación continua.
Inteligencia emocional: el desafío pendiente
En un giro hacia lo humano, el profesor resalta la importancia de la inteligencia emocional en un mundo cada vez más digitalizado. Señala que, mientras se habla mucho de inteligencia artificial, la sociedad aún carece de una alfabetización adecuada en inteligencia emocional. "No tenemos alfabetización en inteligencia emocional y ahora, además, vamos a tener que alfabetizarnos en inteligencia artificial", reflexiona, dejando claro que uno de los mayores desafíos de nuestra era es mantener la conexión humana en medio de tanta tecnología.
El docente también comparte la historia de su amigo Rafael Ravina, quien decidió desconectarse de las redes sociales para preservar la calidad de sus interacciones humanas. Según Luis, "la comunicación a través de letras hace que perdamos el contacto humano". Este comentario subraya la creciente necesidad de valorizar las interacciones cara a cara, una lección que la pandemia de COVID-19 nos enseñó de manera brutal.
"No tenemos alfabetización en inteligencia emocional y ahora, además, vamos a tener que alfabetizarnos en inteligencia artificial".
El sistema educativo: una tarea pendiente
Luis no se limita a analizar la situación desde la perspectiva de los comunicadores, sino que también ofrece una crítica constructiva al sistema educativo, al que acusa de estar rezagado en cuanto a la enseñanza de la inteligencia emocional. "Los sistemas educativos de nuestros países, incluidos España, Venezuela, Argentina y México, han sido prácticamente inertes", afirma. Desde 2011, el profesor universitario ha estado trabajando para que se incluya la alfabetización mediática en las escuelas pero, según comentó, ha encontrado con una fuerte resistencia.
Para el docente universitario, la falta de formación en inteligencia emocional no solo es responsabilidad de las escuelas, sino también de las familias. "Si los padres no fueron formados en inteligencia emocional, obviamente los hijos tampoco lo serán, y el sistema educativo no contribuirá", sentencia. Este círculo vicioso es un problema que, según él, debe abordarse de manera urgente.
Desconexión entre academia y realidad
Un tema recurrente en la conversación fue la desconexión entre la academia y la realidad del mundo profesional. Luis es crítico con la manera en que los académicos se encierran en su propio mundo, alejados de las necesidades prácticas del mercado laboral. "Nosotros publicamos en medios que solo leen otros académicos", lamenta, sugiriendo que esta falta de comunicación con el público general es perjudicial tanto para la academia como para la sociedad en general.
Esta desconexión es particularmente problemática en la enseñanza de la comunicación, donde muchos profesores carecen de experiencia en el campo profesional. "Estamos hablando de abogados catedráticos de máximo nivel que no han pisado una sala de tribunal en su vida", señala. Remarcó además que este es un problema que afecta a muchas disciplinas y que requiere una reevaluación del enfoque educativo.
La responsabilidad del comunicador en el futuro
A pesar de los desafíos que describe, Luis es optimista sobre el futuro de la comunicación. Considera que, a nivel personal, los comunicadores tienen la responsabilidad de adaptarse y aprender a usar las herramientas tecnológicas de manera ética y efectiva. "El compromiso y la responsabilidad social son claves", afirma. Según él, estos profesionales deben ser los intermediarios que ayuden a transformar la información técnica en conocimiento accesible para el público.
El docente también enfatiza la importancia de la empatía y la asertividad en la comunicación. "Tenemos que aprender a ser asertivos, empáticos e implicados, no solo en la noción de grupo, sino en entender que somos todos una misma familia", subraya. Este enfoque, centrado en la colaboración y el entendimiento mutuo, es lo que, según Luis, permitirá a los comunicadores navegar en este nuevo panorama digital sin perder de vista lo que realmente importa: la conexión humana.
La entrevista con Luis Romero Rodríguez deja en claro que la comunicación, en la era de la inteligencia artificial, enfrenta desafíos significativos, pero no insuperables. La clave, según Luis, está en encontrar un equilibrio entre la adopción de nuevas tecnologías y la preservación de la inteligencia emocional. Mientras la tecnología avanza, la esencia de la comunicación sigue siendo profundamente humana.
El profesor concluye con un mensaje que resuena en estos tiempos de cambio: "Al final, es aprender que todos somos distintos, que no podemos tratar de que los demás se adapten a lo que yo quiero que sean". En un mundo cada vez más interconectado y tecnológicamente avanzado, esta simple verdad puede ser la clave para mantenernos auténticos, conectados y, sobre todo, humanos.