Melina, una sommelier correntina con la misión de desmitificar el mundo del vino

GENERAL 07/05/2023 Josefina Echezárraga Josefina Echezárraga
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Melina Maidana, Vanina Micciche, Adriana Basterreche y Georgina Codutti, sommeliers correntinas.

Para Melina Gabriela Maidana (36) los últimos dos años fueron, como para muchos, el inicio de un viaje hacia su interior. Ese camino que está ahí, aguadando que lo recorramos y donde no todo es fácil, siempre depara un despertar. En su caso, lo que se despertó fue su pasión por el vino. En esta entrevista con Quintaesencia, la sommelier correntina que nos permite recorrer ese maravillo mundo del vino, donde los sabores, los aromas, las texturas, la sensibilidad y el arte se fusionan. Pero, además, nos cuenta cómo vino el vino, a qué vino el vino y para qué vino.

Dicen que las madres saben, siempre saben, y la mamá de Melina sabía que su hija tenía un sueño, en medio de la pandemia: realizar una diplomatura en sommelier y un día, la posibilidad apareció. Melina se llenó de preguntas: ¿Será para mí? ¿Podré pagarlo? ¿No seré muy grande para hacerla? ¿Una carrera nueva a esta altura? Fue el empujón de su mamá lo que la ayudó a decidir. “Me dijo: 'Vas y te anotás, después vemos cómo hacemos'. Fue sin dudas la mejor decisión de mi vida, ella sabía que era algo que me gustaba, yo también lo sabía, pero no me animaba a avanzar”, nos cuenta en el inicio de la charla. 

“Hacía varios años que venía incursionando en el mundo del vino, mi hermano Edgard que trabaja en gastronomía, fue quien nos comenzó a mostrar un poco de que se trataba, la importancia de los maridajes, a sentir las cepas, había hecho algunos cursos y tenía una idea. Pero cuando comencé la diplomatura, la cabeza se me abrió de una manera increíble. Después de un tiempo, me di cuenta que Corrientes, es una de las pocas provincias donde por el clima, no podemos tener bodegas de vino, pero había una diplomatura. Y es que esta es una tierra fértil para educar y ahí estaba yo, descubriendo que amaba cada día de 'diplo', pero además que hay muchas otras personas que tenían los mismos gustos, el mismo amor, la misma pasión, entonces fue fácil congeniar con mis compañeros”, busca resumir la mujer. 

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La sommelier explica que interpretar lo que estás tomando, desde la consciencia, fue medular al momento de comprender por qué esa bebida era mucho más que un jugo de uvas. “Cada paso que das dentro del conocimiento del vino, te permite entender que el vino es tradición familiar, que hay varietales, que hay una historia, que ese vino representa a una tierra, donde fue plantada una planta de vid, donde el sol, el viento, la lluvia, el frío, cada elemento desde el primer día intervinieron”, explica. 

¿A qué vino el vino? 

¡Uff! Vino a muchas cosas. Pero primero vino a mostrarme a mí, que soy una persona muy sensible, y para permitirme ser quien soy, auténtica, me conectó con mí ser. Además, me dio la posibilidad de acceder a experiencias sensoriales increíbles. Me permitió descubrir mi pasión y siento también, que me trajo una misión, que es hablar del vino desde mi mirada, quizá desmitificar eso que está un poco instalado sobre todo en Corrientes: que el vino está asociado a personas que no miden cuanto toman o que toman por tomar.

El vino nos une, el vino conecta, nos conecta con nosotros mismos, nos abre la puerta a otras experiencias, nos acerca a otras personas, como decía antes, yo pensaba siempre que era la única que era exigente con algunas cuestiones al momento de salir a cenar, pensaba que era la única a la que le gustaban pensar no solo que comer, sino con que acompañarlo. Y cuando comencé este camino, descubrí que hay muchas otras personas iguales a mí, al principio creí que era algo casual, después entendés que no, es así perfecto.

Y sin dudas una de las cosas que más valoro es que me trajo esta necesidad de compartir el respeto por el consumo. Detrás de cada botella de vino hay una historia, un terruño, un sinfín de factores, que luego pasan a una copa de vino y se transforman en una experiencia para todos los sentidos y, al mismo tiempo, es algo que le estamos dando a nuestro cuerpo, a nuestro ser. Ahí radica parte de todo lo que buscamos compartir, y digo buscamos, porque siempre hablo en plural, porque en este camino nunca estuve sola, porque hice compañeras que ahora son amigas y también socias, con las que viajamos a bodegas pero también emprendemos.

Hacen falta algunos minutos, para que Melina, se pierda en el mundo que tanto ama, sus ojos se iluminan, su voz trasmite pasión, cariño y respeto, por lo que hace. “Realmente me gusta mucho hablar de vinos, porque siento que hay tanto para decir, tiene tanto para dar, y más si hablamos de los vinos argentinos, claro que los vinos europeos son buenísimos, pero cuando hablamos de los vinos argentinos entendemos nuestra historia como país, entendemos el valor increíble de esta tierra que permite que hayan bodegas a lo largo y ancho, como decía antes en Corrientes el clima no lo permite, pero nos da otra cosas, y siento la misión de contar eso que tiene el vino, que se expende gracias a tradiciones familiares muchas de ellas que se mantienen desde hace varias generaciones”, cuenta. 

Desde la semilla hasta la mesa 

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La sommelier traza un paralelismo casi invisible uniendo la semilla de la vid con todo lo que vendrá cuando esa uva, luego de un largo y complejo proceso, llegue a la mesa de una familia, a la copa de un bar o a cualquier lugar donde se desee amenizar un momento con un vino. “Cuando aprendés todo lo que está detrás del vino es que te enamora, ahí es que decís esto la gente lo tiene que saber la gente”. 

Melina, resalta que la posibilidad de estar en algunas exposiciones de vinos le permitió tener contacto con personas distintas: “Pasaba algo hermoso. Es que la gente que le gusta el vino, se interesa, quiere saber más, viene con ideas claras sobre cepas y eso es maravilloso, porque habla de que se está dando valor a lo que tomamos. Me pasó ver chicos estudiantes de la facultad que venían a pedir una determinada cepa, un determinado sabor y realmente me alegra, porque de eso se trata, el mundo del vino quiere ser visto, conocido, desmitificado”. 

Respeto por el consumo 

La mujer resalta la importancia de poner en valor el respeto por el consumo. “No se trata de sapiencia o grandes protocolos, se trata de brindar respeto como a cualquier otra cosa que podemos estar tomando o consumiendo y que viene de la tierra, ya sea un té, un aceite, el café o el vino, que al final que todo está unido de alguna manera, porque es ese respeto por los alimentos un poco el que aprendí en mi casa, de mi hermano con la comida y ahora entiendo que se trata de darnos un momento, para agradecer, para saborear para disfrutar y para saber que le estamos dando a nuestro cuerpo”. 

"Además -remarca- no se trata de consumir con apuro, se trata de disfrutar de la experiencia que nos regala, el vino está ligado a buenos momentos, al domingo en familia o el asado con amigos, pero también en esos espacios se puede disfrutar, tener un momento con la copa y sentir”. 

"No se trata de consumir con apuro, se trata de disfrutar de la experiencia que nos regala, el vino."

Sus palabras nos transportan, nos permiten al menos por un ratito imaginar que estamos ahí con los ojos cerrados frente a una copa de vino, sintiendo. 

¿El vino es arte? 

Un poco sí está ligado al arte, está impregnado también en las obras de arte. Al final todo está unido, hay quienes prefieren tomar vino en silencio, pero otras lo prefieren con música y también en las galerías de arte o en las presentaciones de obras, donde el vino juega un papel importante. Solo se trata de mirar para poder ver. En el arte como en el vino, hay aromas, texturas, colores, un sinfín de factores que varían y que se interrelacionan para que algo se de una manera y no de otra. No sé si estoy respondiendo lo que me preguntás.

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Emprender 

Antes me hablaste de amigas y de un emprendimiento, ¿de qué se trata eso?   

Sí, es que cuando me preguntante para que vino el vino, son muchas las respuestas porque siento que me cambió la vida, en muchos aspectos. El emprendimiento es algo súper nuevito pero que lo pensamos muchos, se llama “Blend.somm”, lo armamos con Vanina Micciche, Adriana Basterreche y Georgina Codutti y lo que buscamos en principio es vender productos que están relacionados al vino, pero también dar información, las tres nos conocimos en la "diplo”, y copa a copa nos hicimos amigas y cuanto más hablábamos más entendíamos que había algo que nos unía, así fue nace esta idea que comienza a crecer y no sabemos bien hasta dónde puede llegar. 

Nos despedimos de Melina, una sommelier que nos abrió las puertas de su mundo, ese que siempre habitó dentro de ella, pero que logró integrar y hacer brillar. “Creo que, si tengo que volver a responder a una de tus primeras preguntas, te digo el vino, vino a darme respuestas, a llenarme de mí”, resume como tomando el último trago de ese vino que guardó para un momento especial.

Para conocer sobre el emprendimiento de Melina y sus amigas ingresá Instagram: @Blend.somm

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