Cuando los libros se abren siempre “pasan cosas”

GENERAL08/01/2023Josefina EchezárragaJosefina Echezárraga
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Gisel brinda talleres para la iniciación de lectura de los más pequeños.

El 15 de junio se celebra en Argentina, el Día del Libro. Por ello, en Quintaesencia, quisimos esta semana meternos en ese mundo mágico y lleno de emociones. Como ocurre la mayoría de las veces, lo que está destinado a ser, termina fluyendo y de la mano de la iniciativa de conocer más sobre los libros y la lectura llega la historia de Gisel Katz, una docente porteña puente entre los libros y las personas y “personitas”. 

¿Cómo olvidar el primer contacto con la lectura? Ese primer encuentro con un mundo encriptado en letras que se mete de lleno en nuestro imaginario para hacernos viajar, crear y soñar. Gisel, lo resume con simplicidad: “Es que siempre que se abre un libro, pasan cosas”. Esta docente, con 35 años de labor, encontró en la literatura un puente para conectar con los niños desde otro lugar y nos ayuda a comprender cómo la lectura, ritual entregado con amor, puede hacer que chicos y grandes dejen volar su imaginación. 

Su pasión por los libros y por la literatura infantil, se pueden sentir hasta en el tono de su voz, “es que hacer esto me apasiona”, resume antes de desandar el camino de su trabajo. 

Sabemos que sos docente, pero ¿cómo descubriste que eran los libros una puerta para conectar con los chicos? 

De chica fui a un Instituto de Arte luego -por mandato- ingresé a magisterio, donde me fui encontrando con profesores que me fueron guiando. En paralelo fui recorriendo distintos caminos como la escuela de títeres, la literatura infantil, la docencia en jardines de infantes, convirtiéndome luego en maestra de iniciación literaria para chicos y también para grandes. Los libros estuvieron en mi vida. Mi madre me regalaba libros y en casa había una gran biblioteca. Creo que el camino se fue dando y las personas de las que podía aprender, fueron apareciendo. 

¿Qué pasa cuando en un grupo se abre un libro? 

En los talleres o clases, realizamos algunas actividades previas, es un momento de encuentro con otras personas, luego llega el momento de leer, y es como un ritual, no como algo estricto o acartonado, sino más bien como un momento de regocijo, de estar en contacto con la lectura, con una persona que lee y con otras que escuchan, esto pasa igual sean grupos de adultos o de niños. Y luego sí, pasan cosas, porque la lectura hace que el cuerpo sienta, aparecen emociones, si es un cuento de terror, por ejemplo, el cuerpo se tensa, se incomoda, si es de humor aparecen risas, a todos nos pasan cosas y con los chicos es siempre muy sorprenderte ver sus reacciones, los dejo intervenir, ser parte, por también les aparecen preguntas, entonces el libro, quien lee y quienes escuchan se convierten en un todo, un momento que es realmente mágico.  

¿Hay un lugar para leer? 

Claro que no, no me considero una purista de la lectura, fui aprendiendo y entendiendo que leer es un acto de placer, uno se dispone a hacerlo, en el caso de los chicos, pedirles que solo escuchen la lectura sentaditos y callados, es complicado, creo que no es la forma, por esto que decía antes su imaginación comienza a volar, su cuerpo comienza a sentir y ellos se quieren expresar, por eso siempre aconsejo que cada uno se ponga cómodo, se disponga. 

Fui aprendiendo y entendiendo que leer es un acto de placer, uno se dispone a hacerlo.

También hace algunos meses me sume al programa Posta de Artistas Dirección de enseñanza artística del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, por medio del cual llevamos libros a lugares no convencionales, como pueden ser las salas de espera de un hospital de niños. Colocamos una manta y ponemos los libros, son los chicos quienes se acercan a indagar, a buscar y cuando abren uno, luego quieren otro y otro. Muchos solo se dejan llevar por los dibujos, otros piden que se los leamos y otros, se emocionan leyendo. Realmente notamos como sus caritas cambian, dejan los celulares y se suman, interactúan con otros niños y en pocos minutos en lugar se llena de risas. Cuando entran a su turno, te avisan que ya vuelven y si salen con lágrimas porque les dolió el pinchazo, rápido se las secan y vuelen a los libros. Es una experiencia que nos sorprende en cada intervención, pero vemos cómo pasan cosas. 

¿Cómo hacer para que los chicos lleguen a los libros? 

Los libros están, hoy Argentina tiene una producción enorme de literatura infantil. Es fascinante ver la cantidad de libros que hay, pero siempre digo, los libros necesitan un mediador, alguien que los acerque a los chicos. Pero se debe tratar de un momento en el que los niños vean que leer puede ser un momento de compartir, de risas, de juegos, algo que los invite a ser parte con otro. Luego ellos comienzan a formar su estilo. Hay niños que a los que les gustan los libros de amor o los libros de animales, ellos absorben todo y si bien se dejan guiar por los colores o las formas, también recuerdan a la perfección las historias y hasta los autores. Pero siempre debe haber un alguien que ponga la semilla, que los invite y les muestre que hay libros para todos. 

Hoy Argentina tiene una producción enorme de literatura infantil, es fascinante ver la cantidad de libros que hay.

Nos decís que hay muchos libros, ¿cómo elegir el correcto? ¿cómo elegís los libros que sumas a los talleres? 

Definitivamente estamos atravesando un momento hermoso para la literatura infantil, es difícil elegir porque muchas veces siento que los niños que ya han comenzado con la lectura, rápidamente desarrollan su gusto, entonces nos convertimos un poco en guías, pero es importante que ellos puedan comenzar sus selecciones desde pequeños. Pero como primer paso, siempre recomiendo concurrir a espacios especializados, en todo el país hoy las librerías o ferias donde hay quienes se especializan en libros infantiles nos ayudan un montón. En mi caso, lo que hago es concurrir a estos lugares y claro que pienso en cada grupo con los que trabajo, pienso en las personalidades de cada uno, a ver que les puede gustar que puede ayudar a despertar su imaginación. 

¿Se podría decir que hacés una curaduría de tu material? 

Sí, de alguna manera sí, pero al mismo tiempo cada taller o las clases mismas, tienen una secuencia de lectura. No elijo un libro para cada encuentro de manera aleatoria. Hay un hilo que los une, porque además de leer -como te decía-, realizamos actividades que pueden ser juegos, o por ejemplo, hace poco en un taller con un grupo de niños, montamos una carpa, llevé linternas y allí, debajo de una mesa, nos pusimos a leer. Ellos pudieron ir conectando con la historia desde otro lugar, sumando otras cosas en este caso ver como la luz de la linterna hacía que podamos ver las letras. 

Hay también muchos libros que están recomendados para tal o cual edad, eso es una guía no tiene que ser así, porque si un niño de 8 años, no ha tenido un gran contacto con libros durante su vida, quizá lo mejor es que empiece con libros más didácticos, es un mundo, que sin importar cuando se empiece a transitar está ahí lleno de magia, esperando.

Cuando hablamos de libros siempre hablamos de un mundo mágico, ¿qué creés que atrae más a los chicos? 

Ellos se sorprenden, dejan que su sentir y su imaginación los guíe. Muchas veces, cuando un cuento se termina, te piden el libro para ver si no quedan más páginas, te preguntan cómo puede ser que haya terminado. Ellos siempre están esperando más porque cuando sus cabecitas se activan, el libro rompe todos los límites y ellos comienzan a crear. Por eso también trabajamos la creación de sus propios libros, hago talleres donde son los chicos quienes escriben sus propios libros, yo tomo nota de todo, voy registrando lo que dicen y ellos van creando sus personajes, generando sus historias, van haciendo que ese personaje cobre vida, pero con impronta propia. Luego lo paso a la computadora y a fin de año, se los entrego. Ellos comprenden que eso que se les ocurrió es importante y toma la forma de un libro. Ese contacto con las hojas, con las texturas, también es parte del mundo literario, y nos pasa a todos, los adultos también disfrutamos de ese contacto con el objeto. 

Hago talleres donde son los chicos quienes escriben sus propios libros.

La charla con Gisel es larga, pero en esta breve nota buscamos extraer parte de su historia como docente, pero especialmente como puente, como mediadora, entre los libros y las personas, su amor y pasión por lo que hace nos inspira, pero al mismo tiempo nos brinda esperanza. “Si a un chico le das un libro, si le das tu tiempo para leerlo, se va a interesar. Como adultos podemos ser puente, no importa si no tenemos grandes herramientas, pero ese compartir, leerles una historia, compartir con ellos deja huellas, porque como dije al inicio, siempre que se abre un libro pasan cosas hermosas”, concluye. 


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