Secretos familiares y co-dependencias

COLUMNISTAS04/12/2021Redacción QuintaesenciaRedacción Quintaesencia
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Yarías

“…todas las familias tienen uno o dos esqueletos en el vestuario…”  
H. Stierlin –maestro en terapia familiar alemán 

La dura carrera adictiva forma una serie de lazos secretos que nos cuesta entender al principio. Años y años de consumo (pensemos que hoy los pacientes jóvenes llegan después de alrededor de 15 años de consumo). A principios de la década del 90 llegaban a la consulta luego de 8 años de carrera y al final de los 90 (Prov. de Bs.As.) llegó a ser de 4 años por una tarea continua y persistente durante 8 años de los llamados Lideres para el Cambio con miles de personas en escuelas, barrios e instituciones sociales y religiosas que concientizaban sobre la importancia de la educación preventiva, la prevención desde los inicios de la vida en una rutina de salud y en la detección precoz ante los primeros consumos. Era el triunfo de la Prevención.

Hoy el promedio nos dice que llegan luego de 15 años de consumo de estupefacientes y con una edad de inicio a los 12 años cuando antes era a los 18 años. Los tiempos cambiaron con la caída vertiginosa de la vida familiar y del papel de la escuela y del orden social en general y con el avance de la aceptación social de las drogas sin un contrapeso de una cultura preventiva continua y duradera ligada a una red de centros asistenciales.

Mientras tanto recibo un mensaje de una autoridad de un municipio bonaerense en donde piden auxilio por el aumento de los suicidios juveniles. Lamentablemente no se puede crecer solo; vivimos en una sociedad desvinculada y en donde la neo-melancolia es fundamental o sea no ver futuro; muerte del deseo como fruto que da sentido a la vida. El deseo es multiplicador; es deseo vivo pareciendo hoy imperar el deseo muerto solo avivado mágicamente por un “polvo químico” promocionado.

El sentido surge de la transmisión de generación en generación. ¿Hay generaciones que transmiten? Debemos actuar ante todo esto. Padres, hijos , abuelos ; muchos me dicen¿ que es todo eso?. Hay una sociedad que cayo y nada lo reemplaza salvo la bolsita o el polvo blanco tóxico o el “porro” promocionado. El vacío de sentido ocupo el lugar del encuentro humano.

Tantos años de consumo lleva a la generación de pactos tácitos y secretos entre familiares y pacientes en donde todos terminan siendo pacientes y extorsionados entre sí. Trabajar con personas dependientes a las drogas es colocarnos dentro de un complejo sistema de relaciones dentro de la familia y con el contexto. Novios proveedores de drogas para fomentar la esclavitud sexual y con violencias por doquier. Violaciones de hijas en medios críticos llenos de drogas. Grupos de consumidores ligados a grupos delictivos que extorsionan a las familias (esto es común hoy).

Se van formando capas de secretos, realidades negadas, ocultamientos, delitos no asumidos, sufrimientos también narcotizados por los propios familiares. En fin, alienaciones que se multiplican permanentemente así durante años.

Relatar esto, llorarlo, asumirlo es parte de la rehabilitación. Ocultarlo, sostener los secretos es parte del mantenimiento de la enfermedad. Cuando no se puede avanzar, por este límite familiar, solamente lograremos una desintoxicación, pero no se puede iniciar una verdadera rehabilitación.

En casi todas las familias con severos problemas hay “uno o dos muertos en el placard” decía el maestro Stierlin. Es un modelo de negación colectiva; todos en y el grupo familiar lo saben, pero de “eso no se habla”.  El que no debe saber algo queda segregado. Es un modelo de segregación.  Se transforma también en un modelo de negación colectivo. Lo que todos saben pero que no se debe decir. De hablarse existe la creencia que peligraría la continuidad del grupo familiar.

Un hijo ocultado, la “doble vida”, actividades “paralelas” que se ocultan detrás de una fachada de personaje social.

Así recuerdo que hace muchos años al rehabilitarse un paciente muy grave a las drogas y que hoy es un terapeuta se me acercó el padre, a quien nunca había conocido antes, y me confesó que había trabajado en actividades represivas y, llorando, me dijo que había torturado. Al poco tiempo murió de un cáncer fulminante. Luego de develar el secreto murió.

En los tratamientos de las personas con abuso de sustancias el secreto familiar es un hecho clave. El Prof. M. Bernstein lo veía como uno de los elementos que se repite. En muchos casos la intoxicación severa es una señal que nos permitirá analizar en familia lo que nunca se pudo decir (adopción por ej.).

En otros casos cuando nos acercamos a develar secretos, como en el caso que citamos anteriormente, el tratamiento se interrumpe. A veces la propia familia nos solicita no tratar ciertos temas. Ahí condenan al tratamiento a ser meramente una “prótesis” que durará solo un tiempo. Inicia su carrera hacia la cronicidad. 

Pasiones familiares

La familia tiene una doble vertiente. Por un lado, poder tener una familia es, hoy, una salvación ya que la transmisión familiar permite que nos convirtamos en personas, pero por otro lado la ausencia familiar, tan común en estos días, nos precipita a la “intemperie” afectiva y psicológica e incluso a la oscuridad moral. 

La calle es cómplice de lo más oscuro y el guiòn de las perversiones; el hogar remite al “fuego” protector y al amparo. Amparo vs. Intemperie. Pero al mismo tiempo la familia puede ser un “infierno” lleno de secretos, abusos sexuales, tabúes, vergüenzas, muertes no dichas, infidelidades, etc. Son secretos peligrosos que no se deben hablar. Esto es tóxico para un desarrollo evolutivo.

De decirse existe la sensación que todo el equilibrio familiar se rompería. Eso lleva habitualmente a la segregación de un miembro que es el elegido para que ignore el secreto. En las adopciones esto es bien visible. 

“Lo que es callado en la primera generación la segunda lo lleva en el cuerpo” decía la maestra francesa F. Dolto. Freud nos enseña:” lo que los labios callan conversa con la punta de los dedos y se traiciona con los poros”. Las lágrimas no derramadas se expresan en dolores vemos habitualmente. 

Cada uno de nosotros está habitado por 3 generaciones que nos preceden con un mínimo de 14 personas que “hablan” y habitan en nuestro interior sin que lo sepamos conscientemente. 

Los duelos no elaborados, los dolores ocultados, los secretos de familia y las lealtades familiares invisibles pasean sobre hijos y descendientes. A veces los hijos “pagan” culpas de los padres o abuelos. Se habla que en las familias existen las Leyes del Equilibrio y la Compensación: si alguien ha sacado provecho a expensas de otro puede pagar otro por ello con una pérdida equivalente para compensarlo; si hubo perpetradores sus descendientes pueden terminar pagando.

Lo desmentido

Existe un modelo de secreto que se mantiene incluso en varias generaciones y que está basado en tres ejes centrales: el origen, la muerte y el sexo. El origen o sea de “dónde venimos”, la legitimidad o no de nuestra procedencia. 

La muerte como secreto congrega a los hermanos muertos no dichos o secretos de personas ya muertas que participaron en hechos que la familia no puede mencionar (en nuestro país por sucesos históricos de los últimos años). 

Y por fin el sexo que convoca a negaciones de identidades sexuales de alguno de sus miembros. Los temas más comunes son el abuso sexual, la vida sexual de los padres o de alguno de sus hijos, los hijos ilegítimos, matrimonios anteriores, la adopción, la dependencia a las drogas, la enfermedad mental; todos estos hechos necesitan ser callados, pero hablan o se manifiestan de otras formas porque también el secreto familiar se transmite. Pesadillas, enfermedades de los chicos, dificultades escolares, traumatismos psíquicos, accidentes; estos hechos empiezan a hablar por sí mismos. 

Co-dependencia 

Llamamos codependencia a la familia afectada por la adicción que termina produciendo un sistema de conductas que apoyan al desarrollo de la adicción con un ciclo de patrones de conducta, y pensamientos disfuncionales, que producen dolor, y que se repiten de manera compulsiva, como respuesta a una relación enferma y alienante, con un adicto activo o en una situación de toxicidad relacional. 

Muchos dan dinero para consumir, otros dejan psicofármacos a la vista, otros ocultan a otro familiar la conducta. No consultan ante lo evidente porque hay miedo a las extorsiones, la violencia de los hijos o por pactos secretos entre ellos en donde el hijo conoce situaciones que compromete a uno o a todos los actores. 

La codependencia puede ocurrir en cualquier persona que está en contacto con la adicción de otra persona, ya sea un familiar, amigo, compañero, pareja o cliente que sufra de adicción. Por otro lado, con mucha regularidad las hijas de adictos terminan casándose con otros adictos, aún sin que esto sea una decisión consciente.

La codependencia se caracteriza por una serie de síntomas tales como: singular situación grupal de impotencia para detener el “tsunami” suicida que todos los días se vive, “petrificación” emocional del grupo ante lo evidente, vergüenza tóxica y negación grupal de lo claro de la situación, envejecimiento precoz de los padres ante un stress emocional permanente; en síntesis, avance de la enfermedad del grupo y depresiones larvadas y lacerantes.

Facilitación de la adicción
La conducta codependiente es una respuesta no valida pero que resulta ser la única posible ante el avance del proceso adictivo, y que además se convierte en un factor clave en la evolución de la adicción; la codependencia promueve el avance del proceso adictivo. A este concepto le llamamos "facilitación".

Existen diversas formas que toma la facilitación que oscilan entre la colaboración y la agresión. Los codependientes no pueden darse cuenta de que están facilitando el problema, en parte por la negación y en parte porque están convencidos que su conducta está justificada, debido a que están "ayudando" a que el adicto no se deteriore más, y a que la familia no se desintegre. 

Hoy resulta clave ayudar a las familias en el encuentro con la Verdad del grupo. Duele ver personas envejecidas, dolidas, culposas ante tanto dolor crónico y un stress de años llevado sin compañía. Nuestro deber como terapeutas es ayudar, estar al lado de ellos para confrontarlos con la Verdad porque como dijo un Ser Iluminado “La Verdad os hará Libres”; aunque duela, pero dolerá menos si es en compañía.

Dr. Juan Alberto Yaria 

Director de GRADIVA

Rehabilitación en adicciones 

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