“Sólo quiero que esté bien y que sienta que él puede”
La importancia de contar con un entorno favorable para el desarrollo del ser en y desde el campo de la psicología deportiva.
Cuando recibo un llamado, una consulta por atención para un deportista en etapa adolescente, tiendo a recibir en principio a su “garante”, es decir, a ese adulto ya sea padre, madre, abuela u otro, responsable de su cuidado y a quién escucho y explico cómo vamos a trabajar. Y digo “vamos” porque que en la tarea de acompañar es esencial que sintamos que no estamos solos.
En éste servicio cabe considerar y estar atentos a la etapa evolutiva de “la persona que hay detrás del deportista” y verlo en su dimensión biológica (preparación física), en su la dimensión psicológica (qué piensa, cuáles son sus pensamientos, cómo es su conducta en el juego) y en su dimensión espiritual: aquí me refiero a cómo la persona se conecta con el mundo que lo rodea, a cómo concibe su existencia no sólo en el campo del deporte, sino también en el seno familiar, con el grupo de amigos, en la relación de pareja, a su conexión con la naturaleza como parte de la religiosidad en la vida de cualquier ser humano. Y cuando digo “religiosidad” no me refiero a la práctica de ningún dogma.
En esto cabe aclarar que No hay dimensión que sea una más importante que la otra. Y sí especificar que lo psicofísico es condición y soporte que posibilita la expresión de la dimensión espiritual: una invitación a reflexionar acerca del propósito y el sentido de la vida a partir de las circunstancias compartidas en cada sesión.
Es así que en éste campo, lo primero que hago es partir de la realidad del discurso de aquellos que consultan y con esto me refiero al motivo manifiesto por el cuál quiénes forman parte del entorno del deportista, se acercan a la consulta: “no veo bien de ánimo a mi hijo”, “lo veo bajoneado”, “está muy negativo, se tira para atrás y antes él no era así”; “sé que tiene condiciones para el deporte y sé que le gusta pero no lo quiero influenciar con mi deseo de que juegue porque yo no tuve o perdí esa oportunidad”; “Sólo quiero que esté bien y que sienta que él también puede”. Y esto es muy importante, porque hay alguien del entorno que ve y se da cuenta y que aunque piense que no sepa cómo ayudar está abierto a escuchar, está dispuesto a buscar alternativas, a pedir guía y acompañamiento, y con esto dando ese primer paso en la construcción de la Cultura del Bien – Ser: una cultura que se va logrando con la adhesión de los padres, jugadores, entrenadores, el DT, los directivos del club, la pareja, los medios de comunicación y todo aquel que sienta y forme parte del entorno del deportista. Y no es necesario que tengamos que estar todos de acuerdo. Pero sí que contemos con la adhesión de unos pocos y darse un tiempo para reflexionar acerca de los valores que promovemos en el campo del deporte como parte del aprendizaje para la Vida.
Adriana Virgilio es licenciada en Psicología. MP 483. Diplomada En Psicología del Deporte. Experiencia formativa. Y en continua formación en el Enfoque Gestalt. Contacto: +54 9 3795 113271.