El Bienestar Integral es un concepto que busca que nos miremos como un todo. Muchas veces nos abordamos de forma fragmentada, atendiéndonos en forma separada, física, emocional, mental y espiritualmente. O prestamos más atención a un aspecto que al otro o quizás a ninguno.
Hoy cada vez hablamos más de la búsqueda del Bienestar integral, y hace a la posibilidad de que nos pensemos como una unidad. No voy a sentirme bien si alguno de los ámbitos de mi ser está en desequilibrio. Y que estar muy bien en un ámbito no significa que no va a repercutir en mí el malestar que siento en los demás.
El Bienestar integral es la búsqueda del equilibrio y esa búsqueda es constante. El equilibrio no es la quietud, es esa oscilación entre un lado y el otro que me lleva por momentos a transitar ese punto intermedio de equilibrio.
El bienestar integral es buscar equilibrar nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestras emociones y nuestro espíritu no como entidades diferentes, sino como partes estructurales de mí que interactúan constantemente y que esa interacción y esa oscilación hacen a mi bienestar.
Si mi alimentación no es equilibrada, tampoco lo será mi conexión espiritual. Si no atiendo adecuadamente mis emociones tampoco estaré bien físicamente. Si no presto atención a mis pensamientos, tampoco estarán saludables ni mi cuerpo, ni mis emociones, ni mi conexión espiritual… y así sucesivamente podemos seguir interactuando con los elementos.
Ahora bien, ¿cómo logramos un bienestar integral?
Entendiendo que el bienestar es ese equilibrio dinámico y no estático, donde satisfechas las necesidades básicas de alimentación, abrigo y contención, es más una actitud interna frente a la vida que algo que se consigue desde afuera.
Y que el bienestar es lograr un grado de satisfacción como cuando nos alimentamos y registramos ese punto justo de saciedad que nos hace sentir que ahora sí es suficiente.
Podemos comer y quedarnos con hambre y no ser suficiente ese alimento que recibimos y no sentirme satisfecho (como sinónimo de bienestar). Puedo comer excesivamente y sentirme sobrepasada y molesta porque fue tanto y tan de golpe que no me permitió saborearlo y disfrutarlo. O puedo comer lo que necesito y sentir esa sensación de bienestar, con energía y buena disposición.
A eso apunta el bienestar integral, a sentir esa sensación de satisfacción justa, equilibrada, ni tan poco ni tan excesiva que me permita sentirme de buen grado con lo que soy y estoy haciendo.
¿Y qué conlleva el Bienestar Integral en el día a día?
Implica en primer grado un compromiso conmigo, de atender mis necesidades, de estar atenta a lo que me pasa, de reconocer lo que siento y pienso en cada momento y situación de mi vida, en darme los espacios y tiempos necesarios para mí, y como corolario, estar dentro de mis prioridades. Esto último, estar dentro de mis prioridades, parece obvio y sin embargo es lo último de la lista para muchas de nosotras, que pasa día a día a la lista de mañana también en el último lugar y a lo que pocas veces llegamos a hacer.
Para las mujeres en particular no es tarea fácil ponernos como prioridad en nuestra vida. Hemos sido desde muy pequeñas entrenadas para estar atentas a las necesidades de los demás antes que a las nuestras. Jugando desde los 2 años a la mamá y habiendo sido desde muy pequeñas reforzadas por ser serviciales, atentas y generosas es que, llegada la edad adulta, nos cuesta mucho atender nuestras necesidades antes que las de los demás.
Por lo tanto, te invito a que en el día a día, cuando hagas la lista de las tareas y actividades en las que vas a poner tu energía, veas que posibilidades hay de que las primeras de la lista sean tus necesidades para sentirte bien, para atenderte y ocuparte de vos antes que de los demás. ¿Te animás a este desafío?
Verás como al finalizar el día, seguramente también podrás hacer lo que tus seres queridos o entorno necesita con un mayor grado de satisfacción y alegría y un mayor estado de salud y bienestar integral solo con eses cambio.
Y, ¿cuáles son las esferas que involucra el bienestar integral?
Mi cuerpo, mis emociones, mi mente y mi conexión espiritual.
Empecemos por el cuerpo, y para empezar vamos a hacer 3 respiraciones profundas, inhalando y exhalando por nariz, inhalando en 4 tiempos y exhalando en 6. Dejá de leer ahora y hace estas 3 respiraciones.
Ahora sí estas en el cuerpo, ahora sí la conciencia del cuerpo se activó para que todo lo que sigas leyendo de ahora en más no sólo quede en la mente, sino que también se vivencie.
Cuando hablamos del cuerpo las prioridades a atender son:
La alimentación, la actividad física, el buen descanso, la relajación, la atención de la salud cuando hay alguna situación en particular, cuidados físicos en relación a mi belleza integral y aquellas actividades que me generan placer físicamente: bailar, la sexualidad, el contacto físico afectivo, u otras cosas que te conecten con el placer.
Te invito mientras lees esta nota que anotes cada uno de estos aspectos y que hacen al cuidado de mi cuerpo y pongas en cuales sentís que estás plenamente atendiéndote, en cuales más o menos y cuales nada.
Cuando hablamos de las emociones nos referimos a la posibilidad de atenderme en lo que me va pasando emocionalmente sin criticas ni juicios hacia mí por lo que me pasa o voy sintiendo pudiendo contenerme a mí misma y brindarme lo que necesito.
¿Puedo distinguir lo que siento? ¿Persiste una emoción por sobre las demás, respondo emocionalmente de la misma manera a las distintas situaciones? Por ejemplo: ¿suelo estar siempre enojada, o triste, o malhumorada, o tensa?
Te invito a que revises estas preguntas en vos.
Recuerda alguna emoción desagradable que hayas sentido intensamente en estos últimos días. Agobio, miedo, tristeza, desgano, enojo
¿Pude registrarla sin juzgarme, sin criticarme? ¿Me permití conversarlo con alguien, pude hablar de lo que sentía? ¿Me permití expresarla de una manera beneficiosa para mí?
Las emociones, como nos enseñó el psicólogo Norberto Levy, son como las luces del tablero del auto. Ellas nos marcan que nos está pasando, si nos falta nafta, si nos falta aceite, si el motor está calentando. Así las emociones nos muestran si nos falta cariño, si estamos con miedo, si necesito poner límites.
Escuchando y diferenciando mis emociones puedo esta más atenta a lo que verdaderamente necesito.
A su vez, otro aspecto interesante a atender es mi mente.
¿Por dónde andan mis pensamientos? ¿En qué estoy pensando habitualmente? ¿Qué tipo de pensamientos suelo tener?
Los pensamientos se reconocen como el elemento aire, son así de volátiles, efímeros, rápidos e invisibles. Los pensamientos van y vienen todo el día y pueden ser una dulce briza o un tornado que se llevan todo puesto.
A su vez, los pensamientos (que son también mis creencias, mis mandatos, mis prejuicios, ese cristal a través del cual miro el mundo), son los generadores de emociones.
Muchas veces no es la realidad la que provoca en mí una determinada emoción, sino mis pensamientos sobre la realidad, mi forma particular, generalmente aprendida, de mirar las cosas es la que disparan emociones. Este proceso es tan pero tan automático que muchas veces no alcanzo a distinguir ese pensamiento y simplemente me encuentro sintiendo algo, sin cuestionarme qué me lo provocó.
Por ejemplo: me levanto como cada mañana y media dormida me salpico la ropa con el desayuno.
Puedo pensar: “Uffff, estoy dormida todavía, quizás tenga que tener un poco más de cuidado e ir más despacio”. Esto quizás me haga sentir compasión hacia mí misma, estar más cuidadosa para conmigo. O puedo pensar: “Siempre soy la misma torpe y atropellada, nunca nada me sale bien”, con lo cual es probable que sienta hacia mí enojo, rechazo y mucho malestar.
Y si bien la situación fue la misma, la mirada, el pensamiento, la evaluación que hago de la misma son muy distintas y nos predisponen de una manera muy distinta para empezar el día.
Los pensamientos en general podemos diferenciarlos en dos grandes grupos:
Pensamientos optimistas, que buscan ver siempre el vaso medio lleno, que estimulan, que alientan, que refuerzan, que focalizan más en los aspectos posibilitadores, confían que las cosas van a salir bien y que buscan la solución ante todo y que acercan posiciones para el encuentro.
Pensamientos pesimistas, que miran siempre el vaso medio vació, destacan ante todo lo que falta, lo que no está bien, lo que hay que corregir, aseveran que lo más probables es que las cosas salgan mal o fracasen y les cuesta ver soluciones o acercar posiciones para el encuentro.
Lo maravilloso es que ser pesimista u optimista se aprende. Y así como se aprende, también se puede desaprender y aprender algo nuevo. Y estos aprendizajes muchas veces vienen de nuestra más temprana socialización, en el entorno de nuestro hogar, en la escuela y con las experiencias tempranas.
Te invito entonces a que puedas ver cuál es tu estilo de pensamiento más frecuente y cómo puedes cambiar pensamientos pesimistas en optimistas.
Ser optimista no es ser alguien que no está en contacto con la realidad y que fantasiosamente cree que todo va a salir bien, sino alguien que sí está convencido que aún frente a la adversidad, tendrá o encontrará los medios para reponerse.
Las personas optimistas viven más alegres, disfrutando más de lo que tiene y en un estado más armonioso y relajado que las personas pesimistas, que están más alertas, ansiosas y con miedo esperando de toda situación lo peor.
Y otro punto importante en relación a los pensamientos es poder estar en el presente el mayor tiempo posible de nuestras vidas. Es muy común que no vivamos en el Aquí y Ahora como tan frecuentemente se dice hoy en día, y sí vivamos en el pasado o en el futuro.
Nuestra mente tiene la hermosa posibilidad de recordar y traernos al presente vivencias pasadas y la de soñar, buscar posibilidades hacia el futuro. Estas herramientas son maravillosas cuando sabemos usarlas correctamente, pero seguramente nadie nos ha enseñado. Y muchas veces vivimos más en el pasado que en el presente, mirando todo lo que sucede hoy con ojos de lo que ya nos sucedió y nos perdemos la posibilidad de estar ahora, creyendo que como ya nos pasó algo (seguramente feo) eso nos va a seguir pasando. O podemos vivir en el futuro, llenas de ansiedad, y armándonos horribles escenarios de todo lo feo posible que nos puede pasar.
Nuestro cerebro no reconocer entre fantasía y realidad, Si te pido que imagines un limón e imagines que lo llevas a la boca, y lo muerdes y pasas la lengua sobre él, las papilas gustativas de la tu boca se ponen en acción y empiezas a salivar y a sentir una cosquilla en tu boca como si estuvieras poniéndote el limón.
Esto mismo nos pasa cuando miles de veces, volvemos una y otra vez sobre algo doloroso que nos pasó o imaginamos una y otra vez todo lo horrendo que nos va a pasar. Nuestro cerebro no registra que eso no está pasando y da la orden a todo nuestro cuerpo que reaccione como si estuviera pasando, como con el ejercicio del limón.
Esa es la mayor fuente de estrés por la que estamos pasando actualmente como sociedad. Vivimos en un pasado feo o triste o en un lleno de incertidumbre y catástrofes que generan en nuestra mente, tristeza, angustia, ansiedad, pánico, cortisol y un montón de cosas más que a la larga nos enferman.
El secreto del bienestar es que nuestra mente esté a nuestro servicio y no nosotras bajo su dominio. Poder ser nosotras quienes estamos al mando de nuestros pensamientos y podemos activar o frenar cuando lo necesitemos y no al revés.
Para eso, las antiguas técnicas de meditación o el actual mindfulness son herramientas maravillosas para aprender a observar nuestra mente y ver que sólo son pensamientos y no realidad. Y que muchas veces lo que nos tiene mal no es la realidad sino nuestros pensamientos.
Te invito a que, en este momento, dejes por un instante esta nota, cierres los ojos, hagas tres respiraciones bien profundas y por 3 minutos te detengas solo a mirar tus pensamientos, sin subirte a ellos y pensarlos, pudiendo desarrollar esa observadora que todas tenemos dentro, y ver sin juzgar, sin estimular y sin querer cambiar, cuales están siendo tus pensamientos en este momento. Esta pequeña práctica cotidiana nos trae al Aquí y Ahora, simplemente observando mis pensamientos sin juicio, pero sí observando, para que no sea el pensamiento el que me lleve, sino ser yo quien lo observa y si es necesario, lo corre y desvanece.
Y por último el bienestar integral aborda también el plano espiritual. Somo energía y materia en perfecto equilibrio en un Aquí y Ahora eterno.
El plano espiritual no es nuestra creencia religiosa. Es ese sentido de propósito que tiene mi vida, aquello por lo cual camino día a día y me levanto que me trasciende, que va más allá del mí.
Esta cultura ha desestimado mucho el propósito, de no ser material, objetivos, y metas en términos de productividad y ganancia. La verdad es que está demostrado por el alto grado de insatisfacción que tenemos como sociedad que, si el propósito en mi vida es sólo lo económico y material, eso nunca se colma.
Y no estoy desestimando que dentro de nuestros objetivos esté el vivir bien y en confort, pero el propósito por el cuál estoy viva es mucho más grande que la Ferrari Roja. Es aquello que le da sentido, que me llena el alma. Puede ser mi familia, puede ser el sentido que le doy a mi trabajo/profesión, puede ser el servicio que de distintas maneras brinde a otres en mi día a día, puede ser algo creativo/artístico.
Darle un lugar al propósito, que no necesita ser grande ni majestuoso, pero que sí me incentiva a seguir adelante aún en la adversidad y en la dificultad, es primordial cuando pensamos en el bienestar integral. Es eso que es más grande que yo, que está por encima de mí, para lo cual entrego en gratitud y alegría mi energía vital
Las personas que tienen un propósito en sus vidas también se sienten más plenas que aquellas que hacen de sienten que su vida es un espacio sin sentido. Y la guía para encontrar mi propósito es encontrar también mi pasión. Muchas veces situaciones de la vida me han ido apagando la pasión, el entusiasmo, el deseo y lamentablemente también el sueño.
Igualmente, todo eso, poniendo observación, decisión y haciendo ciertos movimientos conscientes se puede volver a activar en la vida.
Nunca abandonemos aquello que nos apasiona, aunque no podamos hacerlo de la manera que alguna vez soñé. Si te gusta bailar, bailá, si te gusta cantar, cantá, si te gusta escribir, escribí, si te gusta ayudar, ayudá, si te cuesta cocinar, cociná. Y así podemos seguir hasta el infinito. Quizás mi sueño haya sido ser cantante en los grandes teatros y diversas situaciones han hecho que eso no sucediera, pero eso no significa que por eso tenga que dejar de cantar y que todo mi ser se llene y se rebalse de la alegría que me da cantar en una reunión familiar, en el club del barrio o sola en mi casa.
Ese propósito que me llena y me rebalsa de alegría, gratitud, es fundamental para cultivar en mí, junto con todo lo que haya he enumerado un bienestar integral. Y es un ingrediente que da sabor a todo lo demás.
Te invito entonces a que mires cuál es tu propósito en la vida, eso que llena tu alma y te hace estar poniendo tu energía en algo más grande que vos. Si alguna vez lo abandonaste, nunca es tarde para volver a recuperarlo, lo importa lo grande o pequeño que hoy pueda ser. No te pierdas la posibilidad de que tenga un lugar en tu vida, y recuerda que el propósito es algo que activa tu pasión, tu entusiasmo y que no nos da pereza hacerlo.
Espero entonces que estos puntos te sirvan para que puedas trabajar en vos y tus acciones y hábito cotidianos.
Ejercicio de cierre
Caminar, estirarnos, conectar con el movimiento, la respiración con lo que estoy sintiendo y pensando ahora mismo,
Y te invito por último a que también cierres los ojos por un momento y busques algún momento en tu vida, aunque solo haya sido muy efímero en el que te hayas sentido plena, que todo esto de alguna manera está en funcionamiento y alineado. Tu cuerpo, tus emociones, tus pensamientos y tu espíritu juntos, en armonía, en bienestar.
Quizás fue sólo por muy poco tiempo o hace mucho mucho tiempo. Sólo recordalo, volvé a pasarlo por el cuerpo, volvé a sentirte así, como en ese momento y mírate bien,
¿Cómo sos cuando estás así? ¿Qué tenés para brindar a los demás cuando estás así, que sale naturalmente sin esfuerzo?
Escribir eso en 5 papeles iguales.
Ahora vas a cerrar los ojos nuevamente y te vas a visualizar dándotelo a vos misma
Te propongo entonces que te lo brindes a vos misma cada día, Que no te olvides de darte eso tan hermoso a vos misma. Vos sos la primera que merece recibir eso tan bello que tenés para dar.
Y ahora que te lo diste, vas a abrir los ojos, vas a volver a caminar encontrándote con las miradas de todas estas mujeres bellas, que al igual que vos han venido hasta acá en la búsqueda del bienestar, y todas tienen algo bello para dar y vos tenés algo bello para dar.
Y a medida que se vayan encontrando, se van a detener un minuto frente a frente, se van a mirar a los ojos y se van a intercambiar un papel, dándose y diciendo en vos algo, esto que cada una tiene para ofrecer.
Se agradecen, se despiden y cada una va a intercambiar 3 veces más con otras, mujeres, dándose en cada encuentro el tiempo para encontrarse con la mirada, reconocerse, decirse unas a otras que se ofrecen e intercambiándolos papeles y despidiéndose.
Hasta que tenga uno de mis papeles, y cuatro más de cosas que otras mujeres me han regalado.
Todo esto ahora es mío, me paro en el lugar, leo uno a uno los papeles, respiro y cierro los ojos dejando que todo esto ahora se incorpore también en mi cuerpo, Todas somos todo, así que estas cosas en la medida que me resuena, también son cosas que puedo empezar a brindarme en lo cotidiano y ser mi recursero, mi agenda de recursos para mi bienestar.
Podemos en voz alta compartirnos entre todas, todo este bagaje que construimos juntas en este rato
Bendiciones.
Silvana Musso
Psicóloga – Terapeuta Gestáltica. Sexóloga Clínica y Educativa. Sacerdotisa de la Diosa. Coordinadora de la Escuela de Brujas Magia Circular. Cantautora de Cantos Sagrados Femeninos. Podés seguirla en su perfil de Instagram: @silvana_musso.