Amanecí reflexiva mientras miraba detenidamente las cicatrices de mis dos operaciones en la mama izquierda y repasaba sobre lo “mucho y rico” que hay detrás de ellas: Dolor y Alegría.
Sabemos que los traumas hablan en nuestro cuerpo, y se dice que el cáncer, se genera por mucho padecimiento que no pudo ser procesado: muertes tempranas, guerras o hechos difíciles.
Stephan Hausner, discípulo de Bert Hellinger (desarrollador de las Constelaciones Familiares) señala que cuando un síntoma se representa (en un participante) muestra lo qué no está funcionando en el sistema familiar, como si hubiera algo que perturba la historia de la familia.
En mi experiencia, es la suma visible e invisible de acontecimientos que contribuyen a poner a la luz una situación: puede ser parte de mis ancestros asomándose a través de ella, mi propia conducta, pensamientos y sentimientos soplando silenciosamente para encender esos traumas no resueltos, ciclos sin cerrar, reconocimientos sin efectuar y hechos deseando olvidar en la falsa convicción que de esa manera no estarán allí.
Me preguntaba ¿dónde estaba mi error?, ya que había entendido la primera vez que debía cambiar muchos comportamientos para mejorar mi salud, mi entorno, mi pasión laboral, mis relaciones y, sin embargo, el cáncer me visitaba por segunda vez. Allí tomé conciencia con mucho dolor que había algo más, no solo un ¿para qué? O un ¿Por qué? , sino algo más grande, lealtades que no identificaba y a las que no estaba “despierta” aun.
Desde las constelaciones familiares pude darme cuenta que un sufrimiento nos conecta, generalmente, con algún hecho doloroso, traumático etc. que ocurrió en la familia en el pasado o en el presente y través del síntoma y/o la enfermedad se manifiesta.
Siempre un síntoma o una enfermedad va a estar representando alguna historia del pasado, muy dolorosa (encapsulada) en alguna generación familiar o en algún tema de la persona. Mientras más grande haya sido ese trauma familiar, más grave será la enfermedad o el síntoma.
La constelación familiar funciona, en este caso, como un complemento de la medicina, porque lo que nos va a mostrar es cómo estamos en relación con nuestra familia de origen y esos vínculos inconscientes con nuestros padres. Dentro de la constelación se van haciendo movimientos que pueden ayudar a reconocer el amor que no fluía en nuestra familia.
El proceso da inicio a una vivencia consciente para que se pueda sentir ese amor o ese dolor. Cuando ese amor fluye, de alguna forma nos sentimos aliviados, entendemos y comprendemos datos que no teníamos presente. Y se exterioriza en el cuerpo cuando esa tensión empieza a desaparecer o se siente un gran alivio.
Entonces, ¿por dónde empieza la sanación? -Por el reconocimiento y agradecimiento a todo tal cual fue, abrazando la vida y caminando hacia ella. Decimos SI A TODO Y A LA VIDA. Así podemos renovar energía, sanar y curar vínculos.
En su definición, una cicatriz es un parche de piel permanente que crece sobre una herida y desde una mirada sistémica sabemos que “todo aquello que forma parte de uno tiene que tener derecho a existir”.
Por ello, citando a Louise Madeira con voz alta digo: "Adoro la ambivalencia poética de una cicatriz, que tiene dos mensajes: Aquí dolió, aquí sanó."
Hasta la próxima y seguimos conectados…
Mirtha Bouille es coach y facilitadora de Constelaciones Sistémicas; creadora del "Método Invertir 180"; trainer en Abundancia y Prosperidad. La podés encontrar en Instagramam como Invertir 180.