El título de la historia lleva el término “trayecto”. Esta palabra tiene su origen en el vocablo francés “trajet” que significa ruta. Es una invitación a recorrer juntos el viaje que hizo un cuadro de una flor de loto blanca.
La flor de loto, es una planta que da frutos y semilla simultáneamente. Para el budismo, representa la causa y el efecto, es decir los pensamientos, palabras y acciones positivas crean efectos positivos en las vidas de las personas, y las conducen a la felicidad. Y lo maravilloso de ella es que por más sucio, enlodado y lleno de fango del pantano en donde se encuentra, siempre permanecerá blanca e impertérrita. Desde una perspectiva humanista, esto es inherente también al ser humano. Es decir que por más sufrimientos, dudas, envidia, rabia, celos que existan y a pesar de todos los aspectos negativos que nos habitan, esa parte pura, blanca y digna, es inseparable de nuestro ser. Siempre estará allí, en nuestro interior, dispuesta a salir en el momento justo.
A lo largo del recorrido de esta historia, se van a encontrar con las personas-hogar y las personas-ejemplos. Van a encontrarse con distintas situaciones que se presentaron hasta llegar al destino final y cómo se resolvieron. Se trata de un trayecto que va mucho más allá de un simple viaje, porque es aquello que me permitió aceptar el desafío de ser mi propia Relacionista Pública.
Con un diploma bajo el brazo
Nací con el diploma de relacionista pública bajo el brazo. Mi madre, Blanca, me cuenta que no lloraba. Sonreía más de lo que se podría esperar de una beba. Contaba que el primero en visitarme fue mi abuelo. Al verme dijo: Es bella como una flor de loto. Ese baño de lenguaje marcó mi destino.
Marcelo Bouloc, mi abuelo, creció impregnado de la bohemia de Montmartre, en París, Francia, lo cual ejerció una influencia sutil también en mí. Su mundo se repartía entre la buena lectura y el arte. Herencia de carácter que aún conservo. También disfrutaba del fútbol, su jugador preferido fue Michel Platini. Mi abuelo se destacaba por ser un excelente constructor de edificios. Creó sus propios pinceles, pinturas y bastidores. Él enamoraba con sus bellos ojos azules. Tenía la capacidad de abrazar con las palabras y de acariciar con la mirada. Quizás sea esa mirada la que siento que me acompaña hasta hoy.
Ese baño de lenguaje que recibí al nacer, sin duda me marcó. La flor de loto mencionada por mi abuelo y el nombre de mi madre: Blanca, inspiran este viaje, que espero, disfruten.
El motivo
Fernando es de aquellas personas a las que uno siempre quiere volver a ver. Es una persona - hogar. Es alguien que obsequia ganas, que motiva, que alienta, logra hacerte sonreír. Me enseñó que el secreto para disfrutar de la vida está en ir despacio. Enseñanza que atesoro hasta hoy. Mi amigo es ingeniero, nacido en Bolivia.
Ese modo singular de andar por la vida, pausado, reflexivo y a la vez vital, hizo que pensara en un obsequio especial, para él, en el día de su cumpleaños.
Decidí obsequiarle un cuadro de una flor de loto para lo cual recurrí a Martita. Una de las mejores personas que tuve la dicha de conocer. Ella es artista plástica.
Mi amiga es Diseñadora Gráfica y Artista Plástica, María Martha Giménez Cunha, oriunda de la bella tierra roja donde crece la yerba mate, en la localidad de Apóstoles, provincia de Misiones, Argentina. Ella es una mujer que irradia colores. Su alma es tan inquieta que a veces quiere salir de su cuerpo.
Trabajó conmigo muchos años en una institución educativa de nivel superior, en la ciudad de Corrientes, Argentina, área de prensa. Aprendí a valorar a aquella compañera que sabía escuchar al otro con el deseo de ayudar, que le gusta escribir, dibujar, pintar hasta el infinito.
Le indique por teléfono lo que quería para el cuadro, también le hable de Fernando y ella supo interpretar, terminó el cuadro en pocos días y luego me dijo: Mañana viajo a Corrientes con Juliancito (su hijo) y te llevo la pintura. A Juli lo conocí en la panza de su mami, a través de la foto de su primera ecografía.
Hoy, amo al niño grande con bigotitos de adolescente, que admira a su mamá porque supo reponerse de un divorcio, de la pérdida de un embarazo, porque la vio reinventarse tantas veces como fuera necesario para dar lo mejor de sí.
Sumar comunidad
Ya tenía la pintura en mi residencia particular ubicada en la ciudad de Corrientes y faltando unos días para el cumpleaños de Fernando, tenía que definir cómo la llevaría a destino final.
Mirando las redes sociales encontré que en el mes de agosto, en la ciudad de Tarija Bolivia, se estaría desarrollando el VI Congreso Empresarial CAMEBOL (Cámara de Mujeres Empresarias de Bolivia). Juntas somos imparables, es el eslogan de la cámara. Este grupo de mujeres emprendedoras, empoderadas, bellas, resilientes, cada una en su individualidad, buscan trascender con el otro, dejando claro que no se puede sola.
Por ese motivo crearon una comunidad de trabajo, que se caracteriza por la sensibilidad, creatividad, autenticidad, dejando de manifiesto en cada momento que les hace feliz ser parte de esta organización y paralelamente cada una gestiona sus propios emprendimientos.
Mi amiga Dra. Gloria Ayala Person que vive en Asunción (Paraguay), presentaría una ponencia. Sin duda vi inmediatamente la oportunidad de viajar a Bolivia para acompañar a mi hermana del corazón y participar de tan importante evento.
Cada vez me acercaba más a mi destino final. Recordé que Fernando había nacido en Tarija. Algunos de sus familiares directos, como su madre y su hermana viven actualmente en esa pintoresca localidad boliviana. por lo cual podría acercarles la obra de la flor de loto.
Una historia que contar
Llamé a mi amiga Gloria. Glorita, desde los 23 años se desempeñó como Gerente General de la Bolsa de Valores del Paraguay. A los 25 años ya era Presidente de la primera Casa de Bolsa del Paraguay. Una mujer emprendedora como pocas. Fue fundadora de varias empresas dedicadas a las finanzas. Docente universitaria, creadora y presentadora de programas de televisión, orientados a la educación financiera, capacitadora internacional. Presidente de la Asociación de Empresarios Cristianos del Paraguay (ADEC).
Su esposo Don Carlos, es un hombre noble, observador, contenedor de su familia, que está siempre para todos con atención plena.
En estos últimos años Gloria tuvo que despedirse de sus padres y hermana, quienes fallecieron por distintos motivos. Tuvo que lidiar con el síndrome del nido vacío en razón de que su hijo mayor continúa sus estudios universitarios en Buenos Aires.
Esa mujer fuerte como un roble, madre y abuela, a la cual admiro por su capacidad de pararse ante la vida. Siempre de frente, con mirada crítica, corazón tierno, pragmatismo y profesionalismo, varias veces tocó fondo. Nadie se dio cuenta, ella siempre estuvo de pie como los árboles y su presencia me hizo crecer como persona y como profesional. Su signo de libertad es la honestidad con la que trabaja, con inmensa capacidad para fluir en la búsqueda de sus sueños.
Tenía el cuadro pintado y mi amiga Gloria estaba feliz de poder viajar conmigo a Bolivia. Entonces un día arme mi valija, tome entre mis manos el tubo de plástico negro donde estaba la pintura de la flor de loto blanca y salí rumbo a Asunción.
Llegar a destino
En este trayecto internacional me deje mirar en mi foro interno, por aquellas que iba conociendo. Les conté a cada una de las personas la historia, casi romántica, de la flor de loto blanca. En las conversaciones con los demás, encontraba una versión de mí que aún desconocía.
La pintura de la flor de loto blanca conmovió a varias personas - ejemplos en territorio boliviano. Desde Santa Cruz de la Sierra a Cochabamba y luego a Tarija. En este anteúltimo lugar antes de llegar a su destino final, apareció en escena el personaje emblemático de Manuel Duran Saavedra. Era un compañero del colegio de Fernando.
Manuel, hombre contestatario, sanguíneo, amante de sus dos perros, de su madre, que se apoya en la religiosidad y en la fe. Se ofreció a ser el guardián del cuadro hasta que llegue su dueño a buscarlo y llevarlo a destino final La Paz.
Al fin llegó el día tan esperado donde el cuadro fue a las manos de su dueño el admirado y apreciado Amigo Fernando Antuña Cortez, entregado por su Amigo Manuelito varios días después de mi regreso a la ciudad de Corrientes.
Lo que aprendí
Aprendí que en Relaciones Públicas si quieres materializar una idea hay que proyectarla y perseverar. Aprendí además que para un Relacionista Público si hay que empezar de cero, pues se empieza, es uno de los desafíos más interesantes de la profesión. Aprendí que las claves para realizar la tarea cotidiana como Relacionista Pública están en las palabras: Piensa, desea, fluye, nunca te conformes.
Así también descubrí que el principio: Quien agradece, crece exponencialmente. Me enseñó que el uso de la palabra GRACIAS, es mágica y nos puede llevar hasta el fin del mundo. Pero una de las cuestiones más importantes en mi travesía fue aprender que un Relacionista Público no se hace cordial, es atento y cordial.
Aprendí que las personas ven las cosas conforme a lo que son interiormente, mi interior está lleno de galletitas y chocolate porque veo la vida dulce y placentera. En aquellos meses donde estuve muy delicada de salud, no quería mirar hacia atrás, me guiaron los ejemplos de las personas resilientes que se cruzaron en mi camino.
Una amiga budista panameña me dijo alguna vez: Mientras más avanza el barco más fuertes son las olas que le hacen contrapeso, es una ley de la vida. Tuve muchos contratiempos antes de salir del aeropuerto de Asunción hacia Santa Cruz de la Sierra, con una hemorragia nasal que costó detener la noche anterior, sin embargo, con confianza seguí adelante y hasta aprendí a disfrutar de cada obstáculo.
Hice Relaciones Públicas a mi ritmo, con la energía que tenía disponible, me mostré vulnerable, dejé que todo fluya para generar aquellos vínculos sólidos que despiertan nuestro interés profesional. Aprendí que si eres humilde y tienes amor al prójimo superas ampliamente las dificultades.
Aprendí a ser agradecida y agradecí al cuadro de la flor de loto blanca por permitirme trascender fronteras y corazones desarrollando el Arte de las Relaciones Públicas.
La autora de este texto se desempeña como Relacionista Pública por vocación y el deseo de generar un vínculo entre las organizaciones, la comunicación y las partes interesadas, además de convencer e integrar de manera positiva a sus referentes para generar mayor crecimiento en las empresas públicas, privadas e instituciones nacionales regionales e internacionales. Podés encontrarla en Instagram como @normabouluc.
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