Salvando vidas: “He vivido”

GENERAL06/11/2021Josefina EchezárragaJosefina Echezárraga
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Las historias de héroes de carne y hueso están en todos lados y son esas historias que nos llegan por medio de nuestros lectores, las que logran calar onda. En esta oportunidad, Quintaesencia habló con Daniel Sarasúa, un hombre que desde hace 35 años salva vidas en la playa del Club de Regatas Corrientes. 

De contextura robusta, piel ajada por el sol y hablar amable, Daniel se ha convertido en un héroe para cientos de familias que -durante años-, pusieron en sus manos el cuidado de hijos frente a las aguas del río Paraná. No muchos conocen su historia completa, sí reconocen que a lo largo del tiempo demostró que para salvar a otro, uno debe poner en riesgo su propia vida. 

El lugar acordado para charlar con él era el club de Regatas. Allí, Daniel estaba en su puesto de la playa, con los ojos puestos en el agua. 

-Hola don Sarasúa, soy periodista y me gustaría entrevistarlo para que me cuente su historia como salvavidas. 

La frase lo sorprende, sonríe, se acomoda los lentes y se acerca. 

-A la pucha, pero podemos escribir un libro. – exclama, para luego aclarar, que estaba en hora de trabajo, coordinamos un encuentro para el final de la jornada.  

Aquí, la entrevista al correntino, quien quizá haya salvado la mayor cantidad de vidas.

El club tiene los sonidos habituales de la tarde que empieza a ser noche, donde en los playones continúa la práctica de los deportes, pero la calma comienza a hacerse sentir. El día estuvo tranquilo en la playa, a pesar de los más de 33° de la jornada. Daniel nos espera, con su casaca roja, con la identificación de “salvavidas”, el silbato colgando del cuello y una sonrisa en su rostro.  

Sarasúa, como lo conocen todos en el club, tiene 60 años y 35 de servicio, como salvavidas en el Regatas. Este año, la comisión le solicitó que vuelva al sector de playas luego de algunos periodos de ausencia. “Estar en la playa a mí, me da vida”, resume y su expresión lo acompaña. De memoria privilegiada, el hombre recuerda la mayoría de los salvatajes que realizó, si bien no se anima a dar cifras destaca que serán más de un centenar.  

¿Cuándo se dio cuenta que ser salvavidas lo apasionaba? 

Mirá, para eso tenemos que remontarnos hasta mi infancia. Cerca de los 10 años, yo me escapaba de mi casa para ir al río, eso me costaba muchos retos, días de penitencia y fuertes correctivos de mi padre, él sabía que me iba al río y que era muy peligroso. Pero a mí el agua me encantaba, aprendí a nadar solo. A los 16 años, salvéa dos muchachas que son hermanas, hoy mujeres grandes, una de ellas, mamá de un miembro del club. Ahí empezó todo, pero no lo sabía. 

¿Cómo llega al club de Regatas? 

Mi pasión era la Prefectura, como no pude ingresar, ingresé a Gendarmería, poquito antes de recibirme, tuvo lugar una situación que me desilusionó y me hizo pedir la baja. Estaba en Buenos Aires y dije, me vuelvo a mi Corrientes. Un día estaba en casa, vino un amigo Yacaré Sena, me dijo que en el Regatas estaban buscando guardavidas, y él sabía que yo tenía condiciones. Así es que me presenté, estuve unos pocos meses de contrato y el 10 de octubre de 1987, entré de forma efectiva. 

Sarasuúa, recuerda todo con increíble cantidad de detalles, habla con gestos y al relatar sus historias, su rostro refleja la tensión de cada salvataje. Y para quien lo escucha, es como también vivir al menos un poquito de esos momento en los que la vida, pende de un hilo. 

¿Tiene idea cuántas vidas salvó? 

¡Puf! No las llevo contadas, pero te voy a decir que ese 10 de octubre de 1987, en mi primer día salve a una nenita, ella fue la primera, ahí supe que los días nunca serían iguales. Luego fui capitán de bañeros durante 14 años. Recuerdo una jornada con Yacaré, sacamos 19 personas en un solo día de trabajo, fue un día agitado, la playa no es lo es ahora, era muy distinta, esos días igual que el primero te enseñan mucho, te muestran por qué estás acá. 

Entendí desde el primer día, que para ocupar este lugar hay que estar decidido a arriesgar la vida. Ante una situación de riesgo, no hay espacio para dudar, no solo basta con saber lo que hay que hacer, hay que hacerlo, y hacerlo rápido. Todo pasa en un segundo. 

Daniel, nos cuenta que tiene 9 hijos, el mayor de 33 y la menor de 17, pero cuando está en la playa, se convierte un poco en padre de todos los niños. 

En el club lo reconocen, son varias generaciones con las que compartió muchos años, hoy muchos pequeños que el salvó son adultos, profesionales y padres de familia.  

¿Qué significa salvar una vida? 

Para mí es hacer mi trabajo, pero hacerlo de corazón. Ahí aparece eso que decís vos, cuando uno hace su trabajo por amor, con entrega, pone en riesgo su vida para salvar a otros. Porque cuando entras al Paraná, nunca sabes lo que puede pasar, los riesgos son muchos. Cuando llegás a rescatar a alguien, esa persona está desesperada y hay que saber cómo proceder, porque un mal movimiento, puede hacer que la situación se descontrole. 

Como significar, significa muchas cosas, uno no se pone a pensar en eso, pero con el tiempo te das cuenta que sentís orgullo, porque viene la gente después de muchos años y te reconoce, te dice gracias a vos mi hijo, mi hija está viva, y eso no tiene precio. Porque al final te das cuenta que el valor de salvar una vida es enorme. Mis hijos, van a cualquier lado, dicen su apellido y rápido le preguntan qué tiene que ver conmigo, la gente, les cuentan una historia o algo, ellos se ríen, están acostumbrados, y yo sé que es eso lo que les voy a dejar cuando me vaya.

La gente, te dice gracias a vos mi hijo, mi hija está viva, y eso no tiene precio. Porque al final te das cuenta que el valor de salvar una vida es enorme.

Sarasúa, limpia su rostro, son lágrimas que se escapan, por debajo de los lentes, se las secas con un ademán y dice: "Es que uno se emociona cuando habla de estas cosas, porque son de todos los días, pero ahora todos los días pasan a ser muchos años, muchas personas, muchas historias”.   

¿Qué le enseñó el río? 

Muchísimas cosas aprendí estando adentro del río, por ejemplo, la fuerza de las corrientes en la superficie y en el fondo, el control mental ante situaciones de altísimo riesgo. El río me enseñó que siempre hay que tenerle respeto, el máximo de los respetos, un remanso puede ser fatal si uno no sabe qué hacer, perder el control, no estar claro, son todas cosas que las aprendí en el río. 

Aprendí que unos pocos segundos es la distancia entre la vida y la muerte, pero creo que hoy, después de tantos años, el río me enseñó a vivir, a disfrutar de cada bocanada de aire, por eso creo que hoy puedo decir que, salvando vidas he vivido. 

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¿Pensó en algún momento en retirarse? 

Todavía tengo mucha fuerza, estoy muy bien, volver a la playa me dio vida, para mi venir a trabajar es una alegría, lo hago feliz. Una vez en mi puesto estoy concentrado, atento, hay que reconocer las situaciones y sobre todo saber observar cuando algo no está bien. Eso me pasó muchas veces, ver cosas que a lo lejos no eran peligrosas y tener el impulso de ir. Un día, era la tardecita ya, vi una nena que estaba apenas con la cabecita sobre el agua, salte cuando llegue, y quise hacer las maniobras para sacarla, note que tenía más peso, había otra niña abajo, prendida por su tobillo, me impacté, pero pude sacarlas a las dos. 

Cuando Daniel habla, cuenta cada detalle del salvataje con movimientos, como si nuevamente estuviera en el agua. Explica las maniobras, y las muestras con las manos, su cuerpo hasta parece tensarse, sus ojos se abren, la historia cobra vida. 

Quizá, como nos adelantó Daniel, haga falta un libro para poder poner en palabras tantas historias, tantos momentos, quizá muchas de esas historias, sigan pasando de generación en generación, y ese héroe del río, con silbato y torpedo, sea para cientos de personas de la ciudad, el hombre que les dio una nueva posibilidad de estar vivos. 

Con esta nota, queremos, homenajear a Daniel y en su nombre, a todos los y las guardavidas de la ciudad, que en todas las playas todos los días arriesgan sus vidas para salvar otras. En el inicio de la temporada estival, Quintaesencia hace un reconocimiento a su labor y recuerda la importancia de mantener los cuidados al momento del ingresar al Paraná. 

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