La historia de una mujer con puños de acero y corazón fuerte

HISTORIAS QUE INSPIRAN09/10/2021María del Carmen Ruiz DíazMaría del Carmen Ruiz Díaz
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Charlar con Alejandra Oliveras es como subirse a un tren que va a alta velocidad y en el que ella –por supuesto- es “La Locomotora”. Y es que hace gala al seudónimo que supo ganarse tanto dentro de un ring de boxeo, como fuera de él. Su pasión y verborragia es tan contagiosa que motiva a enfrentar cualquier situación, por más compleja que sea, en el cuadrilátero de la vida.

Durante una entrevista concedida a Quintaesencia, habló mucho de la necesidad casi fundamental de creer en los sueños y en que no existen imposibles. Y es que su propia historia es un reflejo de esa creencia grabada a fuego en su ser. Esta dama del box nació hace 43 años en El Carmen (provincia de Jujuy), es parte de una familia compuesta por papá, mamá y seis hermanos más, quienes vivían de lo que podían producir en la tierra, lo cual por lo general era insuficiente para satisfacer las demandas básicas.

Quizás el anhelo de superar todos esos escollos, fue el combustible imprescindible para alcanzar sus sueños e ir siempre por más.

¿Quién es Alejandra?

¡Uh! ¡Qué pregunta! Dejame pensar. Es una mamá de dos varones, una mujer seis veces campeona del mundo en boxeo, récord Guinness. Es una luchadora, una mujer fuerte pero no sólo porque ha ganado batallas, sino también porque ha perdido y se ha levantado una y mil veces.

También soy una persona que vive en la provincia de Santa Fe hace 11 años, si bien al principio vine por el boxeo, después elegí quedarme. Hace tres que vivo en Santo Tomé, donde tengo mi gimnasio. Además tuve el privilegio de ser entrenada por Amilcar Brusa, quien fue mi maestro y el de Carlos Monzón.

Fuiste a Santa Fe por el boxeo, ¿pero por qué elegiste radicarte allí?

Si bien nací en Jujuy y me crié en Córdoba, elegí echar raíces acá porque amo la gente de esta provincia, aquí me siento querida y valorada, por eso quise quedarme.

Dijiste que aprendiste a ser fuerte, en especial, por las batallas que perdiste. ¿Qué enseñanzas te dejaron esas derrotas?

Las derrotas me ayudaron a lograr las medallas y los trofeos. Pero también la certeza de que se puede superar lo que sea en la vida, si así lo decidís. Yo sufrí violencia de género, fui mamá a los 15 años y mi pareja me pegaba. Viví un infierno durante tres años y puedo contarlo porque logré salir de allí, pero además padecí hambre cuando era chica. A los 6 años tuve que aprender a manejar un tractor para poder ir al campo con mi familia, para trabajar y comer. Y de ahí, ir a la escuela sin tener tiempo siquiera de cambiarme de ropa, llegaba a la escuela toda llena de tierra. Asi que imaginate, entre el hambre y el no poder siquiera tener un par de zapatillas. Mi infancia la pasé siempre en alpargatas. Recién pude tener zapatillas cuando me las compré a los 15 años, producto de mi trabajo.

Entonces aprendí -porque la vida me enseñó- que aunque nazcas en una villa, aunque no tengas qué comer y duermas en el piso, si vos soñás y luchás, no hay imposibles. Hoy, después de haber pasado todo eso, tengo todo para una buena calidad de vida.

Todo esto porque elegí lucha, elegí salir adelante, ser alguien en la vida y perseguir un sueño. En mi caso fue ser boxeadora y ser campeona del mundo, que es un deporte maravilloso pero muy duro.

Entonces me parece que mi mayor aprendizaje fue ese, que no hay imposibles, estés donde estés y te pase lo que te pase. Sobre todo, si lo hacés de corazón y con pasión.

¿Dónde encontrabas y encontrás la fuerza para perseguir tus sueños?

Antes la encontraba en mi corazón, ahora también la encuentro en la gente que me acompaña, que me alienta y me demuestra su afecto.  La encuentro en mi necesidad de motivar a la gente que crean que pueden estar mejor, a que no dejen de luchar, cosa que lo hago a través de mi programa de televisión o mis redes sociales.

Lo que busco es intentar que la gente comprenda que la fuerza no está en los músculos, está en el corazón y en el amor por la vida, y a mí me motiva poder hacer lo que sea porque la gente sea feliz. Es lo que trato de transmitir a las personas con obesidad mórbida o a los adictos que asisten a mi gimnasio; pero también es el mensaje para los trapitos, para la gente que asiste a los comedores comunitarios, a quienes también ayudamos en todo lo que podemos.

"La fuerza no está en los músculos, está en el corazón y en el amor por la vida."

Por ejemplo, si viene una persona con ataque de pánico o con angustia, después de un tiempo de entrenarla, tira las pastillas y descubre que hay un mundo mejor y que su fortaleza está en su corazón. Lo mismo pasa con aquellos chicos que están atravesando distintas situaciones de adicciones y si después de un tiempo, elige seguir cuidándose y entrenándose, lo acompañamos y sabemos que, a la larga, estamos ayudando a salvar su vida y eso, para mí no tiene precio.

Yo tengo la convicción de que no vine por venir a este mundo, sino que vine a dejar huella. Porque cuando yo necesité una mano, siempre la encontré, entonces tengo que hacer lo mismo. Además de que no pierdo de vista que todo el bien que hacemos siempre, vuelve multiplicado.

¿Te acordás de quiénes te dieron una mano?

Fue mucha gente, la verdad. Desde mis papás que más de la situación difícil que vivíamos, siempre estaban cerca nuestro y nos acompañaban. También aquellas personas que me denigraron y que me querían ver en el piso. Por ejemplo, aquella maestra que me negó la bandera porque me decía que yo iba a la escuela toda mugrienta, y era porque venía de trabajar y no podía siquiera bañarme.

Entonces que ella me haya negado eso, más allá de que era buena alumna, buena deportista y demás, a mí me animó a hacer algo para representar a mi país. Y tuve la fortuna de levantar la bandera argentina seis veces, cuando obtuve los trofeos mundiales.

Así que la gente que me hizo daño, también me dio una mano porque me llevaron a superarme y fueron mis maestros.

¿Qué significa para vos ayudar?

Considero que ser solidario está en la esencia de todo ser humano. Yo siempre que pude, ayudé al otro. Lo que pasa es que no te enseñan eso, te enseñan que tenés que ser el mejor, la más linda, tener plata, aunque tengas que perjudicar al otro. No te enseñan a dar amor en la escuela y debería enseñarse a ser solidario, entre tantos valores.

Hablemos de boxeo

¿Cuál es tu propósito en esta etapa de tu vida?

Ayudar a la gente. A mí me hace feliz hacerlo, me hace sentir completa. Siento que es lo que tengo que hacer ahora porque ya no voy a volver a pelear, tomé esa decisión hace dos años. Fueron 20 años de entrenamiento durísimo, sin contar de que también es un deporte durísimo porque vos recibís piñas ahí arriba, no es un deporte que vos le pasás una pelota a otro y ya está. En el ring podés recibir una trompada que te puede generar una conmoción cerebral, entonces es muy duro para una mujer. Y si a eso le sumás que el hombre gana millones de dólares por pelear y una mujer no gana nada, imaginate... Te pagan 500 dólares por un título mundial. Eso es una vergüenza, sin contar que son combates que se dan una vez al año.

Pero yo seguí adelante porque quería demostrar que la mujer también puede hacerlo sin dejar de ser mujer, además de que el deporte es para cualquiera, al igual que si un hombre lava un plato, no deja de ser hombre.

Entonces ahora yo quiero ayudar a quienes atraviesan un momento difícil en la vida.

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¿Hubo algún momento en que tuviste miedo sobre el ring?

Miedo no pero sí, viví momentos en que recibí golpes que dejaron mal parada y por lo que quería darle una puteada a mi contrincante (carcajadas), lo cual no se puede hacer, pero sí me obligaba a estar más atenta para encontrar dónde pegarle para desestabilizarla.

Decías que el boxeo es un deporte duro para las mujeres por la falta de oportunidades, ¿esto sucede mucho aún hoy?

No nos olvidemos que en nuestro país no hace mucho que las mujeres tenemos derecho a votar o a ir la universidad, ni hablar de hacer deportes. Y hace 25 años, el boxeo femenino no existía, no estaba reglamentado. Sin ir más lejos, cuando yo era chica y me metía a jugar al fútbol, me decían de todo y eso todavía sigue pasando.

Fijate sino lo que pasa, por ejemplo, en Afganistán donde las mujeres reciben latigazos y son ahorcadas en las plazas por mirar a otro hombre. ¡Cuánta crueldad para con nosotras! Como si fuéramos menos que un papel higiénico usado, se pierde de vista que somos las madres de los hombres, somos las que damos vida. Entonces tendrían que respetarnos más, valorarnos más. Pero ante todo, tenemos que hacerlo nosotras mismas, porque hay mujeres que son más machistas que los hombres y son más peligrosas que los hombres.

Por todo esto, siento que es casi una obligación para mí -desde mi lugar- hacer algo por la igualdad. Por eso fui la primera mujer en el mundo que peleé a 12 round de 3 minutos, al igual que los hombres, porque nuestras peleas siempre fueron a 10 round de 2 minutos, pero demostré que podemos hacerlo porque nosotras tenemos más resistencia que los hombres, eso está comprobado. Los hombres sí tienen más fuerza, pero nosotras, resistimos más por el sólo hecho de poder ser madres porque el corazón y los pulmones, están preparados para poder aguantar.

Hablemos de política
¿Qué te llevó a integrar un partido político y postularte como candidata a legisladora nacional?
Fue mi anhelo a ayudar e intentar cambiar las cosas, las leyes que están mal o faltan. Entonces surgió la posibilidad de participar de un partido que se llama Unite y mi postulación es como diputada nacional por Santa Fe. Y objetivo es trabajar para sacar los chicos de la calle, generar fuentes de trabajo, entre tantos anhelos.

Y me pareció importante ser parte de esta agrupación porque no está en la grieta, es un partido joven integrado por gente laburante y a quienes no nos investiga ni persigue la justicia. Somos así como nos mostramos.

Y más allá del resultado, yo voy a seguir trabajando por ayudar al otro, a esa persona que no tuvo oportunidades y que está lleno de resentimiento, de enojo, porque a lo largo de su vida recibió muchos no.

¿Sexo débil?
Ante la pregunta de cómo o cuándo nació en Alejandra la intención de convertirse en boxeadora, contestó:
Me dí cuenta que la mujer no era el sexo débil a los 5 años, cuando le estaban pegando a un compañerito en la escuela y yo lo defendí a las piñas; o cuando nos tocaban la cola en la fila y un día me cansé y le pegué un piñón a uno que se hacía el vivo. Estuve un mes en dirección (carcajadas por todo). Y ahí entendí que no somos débiles. Te dicen que lo sos, te hacen creer que sos así, que tenés que ser flaquita y tener una cola grande, y que el hombre es el que tiene fuerzas y ser musculoso. Y eso también pasa porque a la mujer no la mandan a hacer deportes, le regalan una muñeca. Y yo les digo a todos: "No le regalen una muñeca, le están enseñando a hacer mamá desde los tres años, dale una pelota, unos guantes de boxeo, que corra, que sepa que tiene un cuerpo, que tiene fuerzas". Porque el deporte te levanta la autoestima.

También me di cuenta de que no somos débiles cuando trabajaba en el campo, cuando con mis hermanos hacíamos los mismos trabajos y que podíamos hacer las mismas cosas. Entonces empecé a preguntarme por qué decían que somos débiles, si yo jugaba a las pulseadas con los varones y siempre les ganaba. Allí entendí que yo podía lograr lo que quisiera porque las mujeres no somos débiles, existe la persona débil, esa que se entrega, que tira la toalla, que dice no puedo y tiene miedo. Ese es nuestro enemigo número 1, el miedo a todo.

 Y quizás la batalla con nuestros miedos es la peor de todas, ¿verdad?

Sí, esa es la pelea más dura, tener que enfrentarte con vos misma. Porque adentro tuyo, hay una enemiga, pero también, hay una amiga. Entonces, el tema es a quién elegís escuchar.

"Tener que enfrentarte a tus miedos, es la pelea más dura."

¿En qué creés?

Creo en Dios, en la vida, en el amor y en los sueños.

¿Qué soñás para tus hijos y para las personas que asisten a tu gimnasio?

Para mis hijos sueño que sean felices y que logren lo que ellos quieran.  Y para mis alumnos también, que no dejen de creer que pueden lograr sus objetivos. Por ejemplo, tengo alumnas que atravesaron procesos de cáncer y mientras recibían la medicación, seguían entrenando porque decían que asistir al gimnasio, les hacía bien. Eso, para mí es impagable.

Y una vez más, durante la charla vía Zoom, se vuelve a quedar sin palabras porque las lágrimas le anudan la garganta y le nublan los ojos. Pero respira profundo y sigue, como sigue motivando cada día a que más personas alcancen sus sueños y sus metas. Mientras ella también sigue buscando ayudar, ahora, desde la política y con la misma fuerza que la caracteriza, como "La Locomotora" que es.

Podés encontrar más info sobre ella a través de sus redes sociales: locomotoraok en Istagram o Alejandra "Locomotora" Oliveras en Facebook.

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