Hoy traigo un tema que ha sido de consulta recurrente y se refiere directamente a uno de los principios de los Órdenes definidos por Bert Hellinger, del “Equilibrio entre el tomar y el dar”.
Desde la mirada sistémica, cuando hay un problema echamos un vistazo a las personas involucradas y a todo el sistema, ya que ese problema puede ser resultado de otro problema que viene de otro lugar y se manifiesta en ese lugar: eso es un síntoma.
Hemos presenciado constelaciones donde el consultante refiere que: Le cuesta cobrar, que no se siente reconocida/o en su labor o trabajo, que no sabe cómo fijar los honorarios o contraprestación o, que trabaja mucho y gana poco, que se siente agotada/o y sin un peso en el bolsillo.
El Síntoma (cansancio, agotamiento, falta de reconocimiento) nos indica ¿dónde tenemos que mirar para resolver la cuestión?, esto es: cómo ponerle un valor justo y que satisfaga al servicio personal que brindamos.
En el intercambio de bienes, el costo de los insumos nos da un parámetro del precio pero eso no se presenta tan claramente cuando se trata de servicios personales que no están colegiados y que no cuentan con un nomenclador de honorarios.
# Caso Servicios Personales. Viene R, Coach, y relata que se tira para abajo en fijar sus honorarios por miedo a quedarse sin consultantes, entonces tiene toda la agenda completa, pero no le alcanza para llegar a fin de mes. Y resulta que otros colegas, ponen cualquier valor y les pagan (cuando dice esto último, su voz suena indignada y un tono más fuerte).
Sabemos desde esta filosofía que “la profesión nos elige”, “que nos toma a su servicio para algo”. Puede ser porque tenemos dotes especiales para ella, u otros esperan que sigamos la llamada junto a ellos o a veces inicialmente no lo sabemos y lo descubrimos después. No es azarosa. Sólo si la hacemos con entrega, sentimos colmada nuestra vida y en ese caso, la abundancia económica viene inexorablemente.
Por lo tanto, colocamos en el campo representantes para la consultante, la profesión, sus clientes, el éxito y el dinero. Inmediatamente, la representante de R se hizo pequeña y tenía la mirada perdida. Y cuando le preguntamos ¿qué sentía? Dijo: “Nadie me ve, no valgo nada” y a partir de allí se vislumbró la solución en el campo.
El valor que pongas a tus servicios, está íntimamente relacionado con tu valor personal, con tu autovaloración. Yo valgo. Ahora bien, el éxito económico tiene la cara de nuestra madre. Quien pueda dirigirse a su madre con respeto y amor se encamina hacia ese éxito. Por su parte, el reconocimiento profesional, el que me conozcan (la presentación en la sociedad y al mundo) viene de la fuerza masculina del padre.
Así nos podemos encontrar con profesionales de gran renombre pero sin dinero, y vale la pena reflexionar sobre los motivos. Tomar a los padres, es agradecer la vida, solo eso: la vida, sin juzgar la relación. Agradecer, honrar y bendecir.
Cuando R integró al 100% a sus padres, recibiendo la fuerza y acompañamiento de todos sus ancestros, pudo valorarse y encontrar los recursos personales, reconociendo su formación y profesionalidad para establecer nuevos parámetros en la ecuación tiempo-retribución.
Recuerden: “A quien el trabajo le significa una carga, no ha tomado a su madre”; “El dinero tiene alma, cuando es valorado, se queda y se multiplica”. El dinero está en permanente movimiento, y cuando es el resultado de una contraprestación equilibrada, entra en un circuito de servicio, prestación y ganancia y cada vez rinde más.
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