Solidaridad: cuando la cena se convierte en una oportunidad para estar juntos

GENERAL18/04/2021Josefina EchezárragaJosefina Echezárraga
Buen Samaritano 1

Desde hace más de 10 años un grupo de personas de la iglesia San Francisco, que pertenecen al grupo El Buen Samaritano, decidió dar un paso más y llegar a las personas en situación de calle con un plato de comida. El año pasado la pandemia complicó las cosas pero, pese a todo, se reorganizaron. Quintaesencia visitó el lugar para dialogar tanto con los voluntarios, como con quienes cada viernes se acercan al lugar para higienizarse, acceder a prendas de vestir y también a un plato de sabrosa comida. 

Es viernes, promedian las 20 horas y la cuadra de Plácido Martínez, entre San Juan y Mendoza, se convierte en un lugar de encuentro, quienes pasan ocasionalmente por el lugar pueden escuchar las charlas de quienes esperan, hay risas, algunos voluntarios caminan por la vereda y se acercan a los grupos para charlar con las personas y también los frailes de la iglesia salen dispuestos a escuchar.  Muchos de los comensales llegaron temprano, cerca de las 18, ya que la dinámica del Buen Samaritano -desde hace varios años- no solo incluye el acceso a una ración de alimento, sino también a la posibilidad de bañarse y tomar prendas limpias del ropero solidario. 

A pocos metros de allí, un conocido bar también se alista para la hora de la cena, todo ocurre al mismo tiempo y en el corazón de la costanera correntina, es que es viernes y la ciudad lo sabe. 

María de Jesús Gómez, una de las voluntarias del grupo nos habló sobre la nueva dinámica que desde el 2020 se aplica para continuar con la misión. Para conocer más, ella nos invita a pasar al salón donde una docena de personas se ocupan de alistar todo para la entrega de la comida; el menú del día huele más que bien: guiso de fideos... cuyo aroma llega hasta la calle. 

“Hace tres años me sumé al grupo porque sabía lo que hacían y poco a poco pude comprender que quienes ayudan en este lugar, lo hacen porque lo sienten, es más que venir y cocinar o colaborar. Cuando comenzás, te das cuenta que la comida acá es una excusa, porque aparecen problemas de fondo que son muchos más complejos y quienes vienen en realidad están buscando estar con otros, sentirse un poco mejor, compartir un buen momento y eso es lo que tratamos de hacer desde nuestro lugar”, explica la joven a modo de contexto. 

Aclara además que, previo a la pandemia, una mesa larga y varios bancos eran el sitio donde todos comían juntos, había risas y también algunas discusiones. “La idea siempre fue que la gente en situación de calle pueda -al menos una vez por semana-, sentarse a la mesa, estar limpios y con buena ropa, ellos nos decían que eso los hacía sentirse muy bien, los dignificaba. Por ahora mantenemos el servicio del baño pero por protocolo, no nos podemos sentar y compartir una mesa y la comida, es entregada en bandejas. Varias personas buscan algunos lugares por la zona para comer y otros, prefieren llevar las raciones a sus casas para compartir con sus familias”, cuenta la voluntaria. 

Son más de 100 las personas que cada viernes llegan hasta el lugar para buscar su plato, varios son quienes llegan antes para hacer fila primero en el ropero, donde se les da ropa limpia y luego, para poder ingresar al baño. “Hemos logrado una dinámica, lo que no quita que se generen algunas peleas, es que quienes están en la calle muchas veces sienten que todo recurso es limitado y se apuran para acceder a todo, fui entendiendo eso con el tiempo”, resume la joven. 

Al ser consultada sobre si el número de personas fue en aumento en los últimos meses reconoció: “Algunos viernes entregamos un poco más de 100 raciones, en invierno suele subir un poco. Pero además, ahora vienen más mamás con niños, eso antes casi no se veía; eran más jóvenes en situación de calle, muchos bajo los efectos de drogas o alcohol, ahora el perfil de las personas fue cambiando”, insistió. 

Al tiempo que destaca que muchos de ellos asisten desde hace varios años. “A varios los conocemos con mañas y todo -dijo María Jesús con una sonrisa- uno acá va formando una familia, nos hacemos bromas y sobre todo tratamos de ayudarlos y contenerlos, ellos vienen con muchos problemas, algunos de salud y tratamos de darles respuesta". En esa línea, comenta que cada 15 días, también reciben atención y contención de profesionales de la Asociación de “Me regalas una hora”, "se hacen atenciones médicas, hacemos todo lo que podemos, por eso insistimos en que acá, la comida termina por convertirse en una excusa”. 

Durante la charla, un joven se presenta: “Hola soy Lucas, ¿sos doctora?”, interroga y al recibir la negativa acompañada de “soy periodista”, aflora una sonrisa y se apura a contar su historia de vida. Destaca que cada viernes llega desde el barrio Molina Punta: “Vengo como Manuelita, la tortuga, 'un poquito caminando y otro poquitito a pie'”, dice sin dejar de reír. 

La charla con Lucas permite a esta cronista comprender más a fondo las palabras de la voluntaria del Buen Samaritano: “Acá somos una familia, nos cuidamos entre todos, si alguien necesita algo se lo tratamos de conseguir; si alguien se ausenta por varios viernes, nos preocupamos tratamos de saber de él, si lo encontramos en la calle, lo volvemos a invitar a la cena de los viernes”, remarca. 

Las puertas del Buen Samaritano están abiertas para recibir donaciones y quienes lo quieran hacer, pueden ingresar a las redes sociales en Facebook Buen Samaritano y en Instagram Buen Samaritano San Francisco; o al teléfono: 379 4 579401. En cuanto a qué se puede donar aclaran: “Nos mantenemos con las donaciones de las personas, dinero, alimentos no perecederos, ropas, materiales de construcción, todo nos viene bien, porque todo el tiempo nos hace falta algo ahora, por ejemplo, queremos mejorar el depósito”, explican desde el grupo solidario. 

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