Beneficios de la actividad física y el deporte para el cuidado de la salud

Como ya lo he mencionado en artículos anteriores, el deporte conlleva múltiples beneficios a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Y sea la modalidad que el deporte abarque, la práctica nos invita a conectarnos con el placer y la capacidad de disfrute, nos permite aliviar tensiones, canalizar emociones, superar desafíos, desplegar el pensamiento, internalizar reglas, convivir con otros y la oportunidad de equivocarnos y aceptar los errores, resolver problemas, crear y encontrar nuevas formas de relacionarnos. Aprender la cooperación en tanto y en cuanto se la ejercite. Además de la observancia en situaciones de competencia tales como el nivel de habilidades interpersonales, la motivación, la capacidad de concentración, cualidades de control y dirección como la organización del juego, las destrezas en acción, el autocontrol, la anticipación de jugadas, entre otras.

Actores intervinientes. La importancia del entorno en el acompañamiento de logros y obstáculos

En esta práctica intervienen no sólo quién lleva adelante la jugada: el deportista, sino también su entorno: las familias, los entrenadores y preparadores físicos, el cuerpo técnico, y todas aquellas personas vinculadas al mundo deportivo. Sin embargo, también es posible que antes, durante o a posteriori de una práctica o de un entrenamiento o una competencia, nos encontremos ante circunstancias o situaciones generadoras de malestar experimentando sensaciones de displacer, aburrimiento, presiones y exigencias, dificultades para dar lugar al sentir lo que sucede ya sea por miedo u otras emociones, resultando en una limitante al momento de lograr ciertas metas u objetivos planteados.

En este sentido, las prácticas de autocuidado nos invitan a tener en cuenta al ser que juega e implicarse en el proceso de autoconocimiento, preguntarse y descubrir algo nuevo de nosotros mismos dado que no somos seres acabados y nos estamos haciendo en continuo y constante devenir.

¿Nos detenemos un momento en la práctica deportiva u actividad, para hacer una pausa y preguntarnos por nuestro sentir, por lo que nos pasa?

¿Nos damos un espacio de escucha para comunicar lo que sentimos, para conocer al otro y compartir en qué estamos además de entrenar/trabajar?

¿Con quiénes hablamos, a quiénes comunicamos lo que sucede?

Sabemos que tanto el deporte como la actividad física tienen una función para cada etapa del ciclo evolutivo y es fundamental tener ese ciclo vital en consideración dado que, de la atención que prestemos y el cuidado que nos demos, dependerá no sólo nuestro desarrollo personal sino también la capacidad de contener y proteger la cualidad del ser vulnerable al que muchas veces consciente o sin darnos cuenta intentamos ocultar, evitando el contacto con ciertas prácticas generadoras de bienestar: una buena nutrición, adecuadas horas de sueño, un buen descanso, un plan de entrenamiento, pensamientos propositivos que alimenten la estima personal, la confianza, la regulación y el manejo del estrés, la conservación de la autonomía y el retraso de la dependencia, el hablar con otros que comparten sus  caminos y aprendizajes, entre otras.

Adriana Virgilio es licenciada en Psicóloga (MP. 483). Certificada en Psicología del Deporte. Experiencia formativa y formación con Enfoque Gestalt. Para más información programas, talleres, asesoramiento y/o demanda individual, podes comunicarte al número Cel: 3795 – 113271. Perfil de Instagram: campopsidep.