La fotografía como manifiesto de lo cotidiano desde la lente de Amelia Presman

GENERAL04/04/2021María del Carmen Ruiz DíazMaría del Carmen Ruiz Díaz
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Contar historias es una característica y condición natural que atraviesa a todo ser humano. Pero si a eso le sumamos que esa persona eligió formarse como comunicador social, la necesidad –casi como una pulsión creativa- se potencia. Así podría describirse en pocas palabras la pasión por la fotografía que moviliza a Amelia Presman, quien en algún momento de su carrera profesional se desempeñó como docente de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) y en la actualidad, integra el área de Prensa de un organismo público provincial. 

Pero, mucho antes de empezar a dedicarse a la comunicación como oficio y trabajo, en su esencia se había plantado la semilla del gusto por la fotografía. Para conocer más detalle de este hobby con sabor a pasión, Quintaesencia conversó con ella sobre ese camino que poco a poco, fue tomando cada vez mayor presencia e importancia en su vida.

 ¿Cómo surgió tu acercamiento a la fotografía?

La fotografía estuvo presente en mi vida desde casi siempre. A papá le gustaba mucho así que en casa había varias cámaras analógicas. Recuerdo que eran los sábados los días que él terminaba el consultorio e iba antes del mediodía al local de don Mandri, ubicado en Mendoza y Pellegrini. Retiraba las fotos reveladas y había tiempo para una charla. Eran épocas donde las fotos tomadas debían aguardar para ser vistas. Nada era instantáneo y los errores de luz o de velocidad eran analizados allí. Esos son los antecedentes.

Después comencé a tomar fotos en casa, a las plantas, los animales y en reuniones familiares, no mucho más. Mis imágenes eran domésticas e intuitivas. 

Después de ese tiempo de experimentación y hasta de juego, comenzaste a formarte y perfeccionarte. ¿Cómo fue ese proceso?

Me di cuenta de que casi en modo automático, la cámara tomaba decisiones por mí y entonces me interesó poder “dominarla” y de lo estrictamente técnico, pasé a apasionarme por el contenido, por lo que se muestra. Empezaron a rondarme por la cabeza preguntas como: ¿Qué es una buena imagen? ¿Cómo debo componerla? ¿Qué estoy contando en ella? ¿Soy capaz de narrar una historia? Y así, paso a paso, me adentré en este mundo que me abrió la cabeza, y lo digo en el sentido literal, porque sucede un proceso similar a cuando lees un buen relato y te quedás “rumiándolo” por muchos días, pensando en los personajes y en lo que les sucede. Yo observaba una foto y era capaz de ver y sentir más de lo que allí se proponía. 

Asi que me puse a estudiar en el 2015, ya de modo sistemático en talleres privados y públicos. Cursé de modo on line en el Instituto de Fotografía de San Francisco de California, luego en el Centro Cultural de la UNNE, con el reportero gráfico Joaquín Meabe, un maestro, claro. También hice la Diplomatura en “Fotografía e Investigación Social” de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires -UBA-, y cursé dos ciclos de formación para artistas visuales en Proyecto Imaginario LatinoAmérica II. Y más, porque en verdad ahora la oferta se amplió con la pandemia y hay mucho más acceso a cursos en el país.

¿En qué ámbito o categoría de la fotografía te gusta incursionar?

Me siento más a gusto con la fotografía documental, pero mantengo la apertura a otros formatos. Supongo que debe guardar estrecha relación con mi profesión de comunicadora si hay algo que me encanta es escuchar historias. Básicamente me interesan las personas, sus fortalezas, sus quiebres, lo cotidiano en su diario vivir. Me atrapa la idea de poder perpetuar sus historias.

Con el conocimiento técnico ya adquirido y mayor claridad sobre cómo contar una historia en una foto, ¿cuáles fueron tus siguientes pasos?

Empecé a desarrollar proyectos de trabajo con un objetivo o una premisa definida. El primero de ellos se llamó Hombres de Río, en el que busco plasmar la vida de los pescadores artesanales de la ribera del río Paraná, que de acuerdo a los datos que pude recabar, son alrededor de 700. Elegí este tema porque me atrajo el sacrificio y precariedad de la labor que desarrollan, porque se exponen a calores y fríos extremos en el contexto de una naturaleza y un río en particular, que está cada vez más desvastado y con menos recursos para brindar alimentos a los seres humanos

Una de las imágenes fue seleccionada para participar del Premio de Artes Audiovisuales de la UNNE en el año 2019. Fue un trabajo hermoso en el que trabajé casi a lo largo de casi todo un año, tiempo en que recorrí las playas y tuve la oportunidad de compartir varias jornadas de pesca con un espinelero conocido como Chino, quien me ayudó a perderle un poco de miedo al río. 

También tengo otro proyecto terminado sobre mi papá –Amelio Presman- que se llama Ensayo sobre la Voluntad, de la que dos fotografías fueron seleccionadas para participar en una exposición en el Centro Cultural Universitario. Allí intento rescatar su vida y sus aspiraciones, además de la particular forma de abordar su profesión de psiquiatra, como también contar sobre la vida política de la familia que en la década del 70', fue víctima de un atentado. Pero en especial, busco hacer foco su superación constante ya que, a pesar de tener problemas físicos, siempre fue superando obstáculos.

Sin dudas son temáticas fuertes, pero no te detuviste allí porque en este tiempo también desarrollaste otros proyectos, ¿cuáles fueron?

Desarrollé otro trabajo que se llama 60 años de pasión y química, que es sobre la farmacia Corrientes, que es la más antigua de la ciudad. Parte de esas imágenes están en la web de Relatos de Garage y en con ellas, intento plasmar una forma de trabajo de las farmacias de antes, donde el modo de atención y la escucha al paciente/cliente era otra, ya que las de la actualidad cambiaron su modalidad de compra y atención. Y este lugar en particular, mantiene el sistema de atención a través de un mostrador y al ingresar allí, es como transportarse décadas atrás a partir de un aroma muy especial y característico de este espacio, junto con la imagen de don Julio Fridman, quien este año cumple 89 años de edad

Por otra parte, el año pasado un poco movilizada por la pandemia, junto con otros integrantes de Relatos de Garage, desarrollamos un trabajo denominado Relatos de Pandemia, con imágenes muy íntimas porque la vida se circunscribía al hogar porque pocas personas podían salir a la calle. Con esas imágenes buscamos mostrar las actividades de todos los días y también un poco el fastidio y de la angustia por la incertidumbre y las distancias que se rompieron a raíz del aislamiento social.

Gran parte de estas actividades las realizaste en forma colaborativa, ¿cuáles son los grupos de los que formás parte? 

Integro dos grupos de fotografía. Por orden de aparición son Relatos de Garage (2018) y Magma.Fotógrafas (2020). El primero está formado por correntinos, y el segundo por amigas de Tandil, Catamarca y Miami (EE.UU.). El origen y desarrollo de este último es particular porque se conformó en plena pandemia y los encuentros son todos virtuales. 

Justamente el 1 y 2 de abril expusimos con ellas en la Incubadora de Arte de Tandil, provincia de Buenos Aires, un espacio Artístico Socio Educativo gestionado por Artistas de Tandil, y emplazado en un galpón del Ferrocarril. La muestra se llama “Yo Soy, Tu Eres” y estuvo conformado por obras de Patricia Laguna Miranda, Laura Escofet, Paz Peuscovich, Claudia Cebrían y míos. Juntas nos propusimos conocer a las personas a través de las imágenes, buscando que la combinación de retratos e imágenes representativas de la persona elegida pudieran contar el rompecabezas de su identidad.

Y el sábado 3 de abril de 17 a 22, participé con algunos trabajos en una Muestra Colectiva en La Embajada de Santa Ana, un espacio cultural abierto a los artistas y la cultura. Además, participaron con algunos trabajos, la fotógrafa Luana Gómez; pinturas de Lucía Sbardella y Agustina Aguirre Hachi, en escultura.

Así, desde su lugar y con su perspectiva, Amelia suma su aporte en otras formas de mirar y captar lo esencial de la vida cotidiana que a veces, pueden pasar muy desapercibida. 

Algunos de los trabajos se pueden apreciar en las cuentas de Instagran de Relatos de Garage y Magma.Fotógrafas, como también la web de Relatos de Garage y en las suyas en Facebook: Amelia Presman Fotografía y de Instagram: Amelia Presman.  

Galería de fotos: Imágenes que cuentan historias

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