Laila Daitter es una mujer atravesada por las letras y las palabras. Es, según cuenta, una persona a la que le gusta la vida y disfruta de las cosas sencillas como estar a la sombra de un árbol, disfrutar de un buen libro y compartir un café con los amigos, entre otras. Estos fueron algunos de los temas que fueron surgiendo durante una extensa charla con Quintaesencia, oportunidad en la que desanduvo parte del camino recorrido como docente, escritora, abuela cuenta cuentos y tallerista literaria.
Ella se formó como profesora en Educación Preescolar, además se recibió de licenciada en Ciencias de la Educación; es magíster en Investigación Educativa y magíster en Escritura y Narrativa Creativa. Esta última especialización se dio casi como una necesidad de seguir desarrollando esta pasión relacionada con la escritura: "Sentía que necesitaba contar con bases académicas, porque las letras me habían atrapado, por decirlo de alguna manera", reflexionó.
Cambiar de ciudad y de escenario de vida fue una constante para Laila, esos cambios la llevaron a vivir en la provincia de Entre Ríos y Córdoba, por ejemplo, pero hace casi 9 años volvió al Taragüí, "y me parece que me voy a quedar porque nos fuimos aquerenciando", puntualizó.
Entre las letras y la academia
"Mi camino profesional, por decirlo así, siempre estuvo relacionado con la docencia y la investigación, pero siempre parecía que me faltaba algo. Entonces mientras que estaba viviendo en Córdoba, me tocó trabajar en una escuela alejada del centro y la verdad, la realidad que veía en ese lugar me golpeaba un poco y decidí participar de un taller que se daba en una librería que se llamaba La Luna. Cuando me preparaba para ir a este lugar, siempre decía: 'De acá, me voy a La Luna', pero eso significaba la oportunidad de encontrarme con María Teresa Andruetto (Premio Andersen de Literatura), para que todo aquello que me iba pesando en el alma, pudiera aparecer en palabras", dijo Laila a modo de contextualización.
Su propia búsqueda y el hallar en la escritura una especie de catalizador para sus sentires, le permitió entender lo importante que también podía ser ese lugar, para otras personas.
Laila encontró en las palabras,
un catalizador de emociones.
Después de pasar por ese lugar en "La Luna", siguió con su carrera profesional hasta que vino a vivir a Corrientes. Y allí, resurgió esa necesidad y comenzó a buscar un espacio de lectura y una vecina de Laguna Soto, en Santa Ana donde actualmente vive, la invitó a participar de un grupo de Abuelas Lee Cuentos. "Y sentí que eso era lo que me estaba faltando, alguien que me abriera la puerta para ir a jugar y surgieron cosas maravillosas como, por ejemplo, la oportunidad de ir a leer cuentos al Hospital Pediátrico, a escuelas, entre tantas otras actividades", recordó.
Entonces fue viendo, experimentando cómo los textos iban generando determinadas emociones en quienes la escuchaban. "Por ejemplo, recuerdo a una nena muy chiquita que estaba atravesando por un proceso con quimioterapia y sentía que no iba a poder contarle un cuento porque se me entrecortaba la voz y ella, estaba cansada como para prestar atención. Entonces me recordé un poema que parecía una canción de cuna y entonces comencé como acunarla con esas palabras y sentía, que eso la ayudada", contó.
Cada nueva visita, cada nueva lectura, le permitió ir conociendo y entendiendo qué tipo de textos eran los adecuados de acuerdo a la situación, la circunstancia y la edad del público que escuchaba las historias. "Y así fui hilando y armando una especie de maletín de textos que los compartía de acuerdo a lo que iba detectando", señaló.
Como todo tiene que ver con todo y a modo de armar otras propuestas, se le ocurrió conformar una especie de voluntariado para la escuela rural 401 de Santa Ana, que se llamó Lenguajes Combinados. "Sabía que los alumnos que concurrían allí no tenían profesores de plástica ni de educación física, entonces convoqué a personas vinculadas con el teatro y la música que tuvieron ganas de ayudar para que, después de que les leía un cuento, pudieran realizar una representación teatral y una canción, por ejemplo. De esta manera, buscaba que los chicos tuvieran la posibilidad de explorar otras cosas que no fueran las materias de la currícula. Estas actividades se realizaron hasta que empezó la pandemia, así que veremos cómo continúa de ahora en más", dijo.
Compartir textos, una
de las pasiones de Laila.
Palabras y sentires
En paralelo a estas actividades, Laila también comenzó darle forma a la idea de armar talleres mensuales. "Sentí que podía ser una oportunidad interesante para que más personas pudieran descubrirse a través de sus propias palabras. Para eso, utilizábamos un determinado texto como disparador".
"Después empezó la pandemia del Covid y trajo el aislamiento y lo debimos suspender. Entonces la invitaron desde la Biblioteca Popular Escritores Correntinos para armar una actividad similar en forma online "y se me ocurre ponerle de nombre Botiquín Literario, a través del cual buscamos brindar herramientas que 'nos inmunizan' en cierta medida contra la mala onda, el mal humor y dejar de estar chinchudos", contó con una amplia sonrisa.
Sin dudas, buscar esas palabras que conectan sentires son como el "sana, sana colita de rana", porque ayudan a curar el alma y así trascender situaciones o, aunque más no fuere, observarlas desde otra perspectiva.
El próximo taller que guiará Laila será el 2 de octubre. Para más información, pueden comunicarse con ella al 3794 28-3475 o contactarla a través de sus cuentas en Instagram: Laila Emilia Daitter y Facebook: Laila Emilia Daitter.