Se llamaba Adán, no Eva

COLUMNISTAS 10/09/2023 Redacción Quintaesencia Redacción Quintaesencia
adan y eva

Silvana Musso

Prometí no develar las fuentes. Temo mucho por la integridad física de esas personas. Pero también quiero que sepan que yo tampoco estuve ahí y por más que paso noches desvelada buscando en el mapa pistas que me indiquen en dónde está esa maravillosa isla, tampoco la encuentro. Pero este relato me lo contó una amiga, que tampoco estuvo ahí, pero que tiene una amiga, que tampoco estuvo ahí, que también tiene una amiga, que tampoco estuvo ahí, que tiene otra amiga que sí estuvo ahí y nos trae la verdadera historia. 

Lo que estoy a punto de revelarles proviene que una pequeña isla en un pequeño mar de algún lugar de nuestro planeta donde los ancianos preservan las memorias del origen… y ellos sí saben cómo fue la cosa. Porque por más que por miles de años nos han contado otra historia, el de la manzana fue Adán, no Eva… pero mejor empecemos por el principio, porque el final ya lo sabemos todos. 

Cuentan los ancianos de esta isla que el universo todo salió del vientre de una mujer. Resulta ser que el famoso Big Ban del que hablan los científicos fue el último pujo de una mujer cósmica, La Diosa, La Gran Madre, La Naturaleza, le dicen algunos. Ella parió las estrellas, los planetas, el sol, la luna… y La Tierra, este lugar maravilloso que dio en llamar el Paraíso. Y de su vientre salieron las aguas, el aire, las plantas, ¡y la vida toda!!!, incluida la vida humana. Repitiendo su historia, creó un ser maravilloso, igualito a ella, que dio en llamar mujer… y le puso de nombre Eva. La Gran Madre sintió que no estaba bueno que la mujer estuviera sola. Como Eva era igual que ella en miniatura, de su vientre también salieron cosas maravillosas y parió al primer hombre, Adán… y así decidieron juntos seguir dando forma a la vida humana.

Porque Adán no salió de la costilla de Eva, eso hubiera sido una locura, ya que Eva al igual que la Mujer Cósmica tenía una vulva carnosa, una matriz y hermosos pechos para alimentarlo… y si, así era en esos tiempos, el hombre era hijo y amante de la mujer… quizás eso explique algunas cosas … pero bueno, no quiero irme por las ramas y sí volver al tronco principal de esta historia. La Naturaleza sólo les pidió una cosa, que respetaran los ciclos, los ritmos propios de la vida, que vivieran al compás de las cuatro estaciones, que no intervinieran el libre fluir de los ríos, que nunca se separaran de la fuente que originó todo, que siempre, siempre, siempre recordaran que habían salido del vientre de una mujer, de la Gran Mujer Cósmica… 

Y así es que Eva y Adán vivieron muchos, pero muchísimos años, contados de a miles, en el Paraíso, del cual sólo queda ahora esta isla diminuta, en un pequeño mar de algún lugar de nuestro planeta. Hasta que un día a Adán se le cruzo una controvertida idea: “… ¿y si arranco las manzanas antes de que maduren, y las guardo en algún lugar seco y oscuro?, quizás pueda tener manzanas cuando ya se hayan caído del árbol y evitar así que se las coman los pájaros, ¡y me las puedo comer yo, que tanto me gustan! Y no tengo que esperar a que nuevamente vuelvan a brotar.” 

Empezó por las manzanas, y siguió por las peras, y después por las semillas y después hizo corrales para los animales así no tenía que salir a buscarlos, y más tarde se atrevió a rajar la tierra y poner las semillas a su antojo para no tener que esperar que solas brotaran llevadas por el viento donde quisieran anidar, y por último, decidió cambiar el curso de los ríos para no tener que ir hasta tan lejos en busca de agua… y eso no fue lo último, todos sabemos cómo siguió este camino… 

Y comenzó la carrera de los tiempos y se dio cuenta de que no tenía que esperar los ciclos de La Naturaleza, los tiempos que a la Gran Madre le llevaba naturalmente gestar y parir la vida, y fue así que aceleró los ritmos y dispuso los momentos… e impuso su poder sobre el tiempo, contándolo a su antojo y convirtiéndose en su amo, o en su esclavo… ya veremos. Y bueno, así fue siendo, alterando el Paraíso que poco a poco se fue secando, resquebrajando, inundando y enfermando. 

La serpiente que estaba reposando en el manzano cuando todo esto comenzó, fue la testigo de aquel primer instante y si bien quiso interponerse entre Adán y la manzana, primero dándole charla y luego enroscándose en el árbol mostrando sus dientes para ver si lo asustaba, no lo logró (ahora se entiende por qué tiene tan mala prensa la serpiente). Corrió a contarle a Eva, si es que se puede decir que las serpientes corren, pero ya era tarde. Ninguna de las dos pudo evitar esta catástrofe, que no fue de un día para otro, sino sumamente despacio y paulatino. 

Y poco a poco tanto Adán como Eva dejaron de hablar con los pájaros, con los ciervos, con las plantas y con las piedras… dejaron de recibir los mensajes que trae el aire y danzar hermanados con el fuego…y ellos también, dolidos, furiosos e impotentes dejaron de hablarles. Y la brecha fue cada vez más grande y más profunda… entre los humanos y El Planeta Tierra con toda la vida que la habita, como si fueran seres provenientes cada uno de otro planeta, como si hablaran lenguajes distintos, como si nunca hubieran sido paridos por la misma Madre Cósmica. 

Eva y Adán empezaron a discutir y comenzó un trato violento y brusco entre ellos, cada vez más distantes, cada vez más enojados. Adán sentía que estaba pudiendo brindarle lo que nunca habían tenido: seguridad, certezas, previsión, garantías de cómo serían las cosas. Que ya no tenían que depender más de las lluvias, del sol, de los ciclos, de las épocas, que ahora ellos eran libres de decidir. 

Eva sólo lloraba, y masticaba resentimiento, sentía que la promesa que habían roto con La Gran Madre era también una deshonra para ella, que ya Adán no veía su vientre hinchado como el tesoro más valioso y lo más bello de la vida, sino que ahora sólo contaba granos, frutos, ovejas. Que siempre quería más y más y más… y ella no entendía que más podía querer si estaban perdiendo poco a poco lo que siempre habían tenido. Y así también dejaron de hablar entre ellos, y la distancia fue creciendo, y el mal trato se fue instalando. 

Eva ya casi no quería salir de la cueva que los cobijaba, porque poco a poco las tormentas, los vientos, y el sol, empezaron a manifestarse con más fuerza. Le apenaba mucho y la entristecía mucho ver la tierra cercada, los animales encerrados, las plantas alineadas en filas interminables de la misma especie. 

Ella cada vez más encerrada; él, cada vez más afuera… ella sola con sus niños, asustada, triste, resentida, el cada vez más solo afuera, sintiendo que era el único responsable para que su familia comiera, ya que ella ya no lo ayudaba, ya no lo acompañaba. Y el amor, la pasión, el cariño, la ternura, las largas charlas bajo la luna, todo, absolutamente todo se fue perdiendo… cada uno en su mundo, en sus enojos, en sus miedos. Y es así como el Paraíso, que antes era La Tierra toda, solo quedó circunscrito a esa pequeña isla, en ese pequeño mar, en algún lugar de este planeta… y el resto, bueno ya sabemos cómo está el resto. Mares y ríos contaminados, largas parcelas de tierra seca o inundada, bosques talados, animales extinguidos, humo, mucho humo negro en el bello cielo celeste. 

La Gran Madre por momentos está furiosa, ella también está desbastada y triste, y la tristeza no siempre es buena consejera. Su enojo por momentos se hace sentir en los temblores de la tierra, pero sus lágrimas enseguida brotan de las gotas de las lluvias y su enorme tristeza desborda los ríos. Por momentos se repone y se esperanza permitiendo que nuevamente todo brote donde parecía desbastado… Y así estamos, así siguieron los tiempos, y muchas cosas más han sucedido, pero esas ya las sabemos todos. 

Falsos dioses se atribuyen la creación, guerras para conquistar más territorio, hombres y mujeres esclavizados. La Tierra tiene olor a sangre de los muertos y a humo de los incendios y ya no a frutos, flores y pasto mojado. Se han perforado las montañas y hasta se extrae y se vende la sangre negra que corre por las venas del Planeta en grandes barriles. 

Pero dicen los ancianos de esta isla, que cada tanto salen disfrazados a recorrer el planeta, que ahora si están esperanzados. Parece ser, yo aún no lo he visto, que hay mujeres que en secreto han comenzado a juntarse las noches de luna llena. Sí, porque sienten que algo las hermana con la Luna. Yo todavía no entiendo bien como para explicarlo, y lo estoy investigando. Pero algunas han percibido que la sangre que brota sola de sus cuerpos todos los meses se acompasa con los ritmos de la luna, vaya uno a saber por dónde pasa eso, pero esa sincronía nos despierta y nos trae los recuerdos de otros tiempos. 

Estas mujeres que se sientan en círculo y conversan, piden a la Luna que las cuide, que las nutra y muchas han hablado con sus hombres para que ellos también las acompañen. Porque la Luna les enseña nuevamente de los ciclos, de los tiempos lejanos, de que estamos todos hermanados. Y bueno, ahí ya no quiero meterme hasta no estar más informada, pero se dicen a ellas mismas brujas, sacerdotisas, chamanas, hechiceras… ¡uff!, nombres que asustan a cualquiera. Entre ellas se huelen, se distinguen tan sólo por la mirada, aunque provengan de tierras muy lejanas, parece que son muchas y que están en todos lados. Les gusta la noche porque ahí, cuando la gente descansa, ellas pueden hablar y escuchar a La Gran Madre, porque han podido volver a contactar con ella. Nuevamente están aprendiendo su lengua para poder entenderse. Decodifican señales, se están haciendo todas unas expertas en aprender el lenguaje de la Naturaleza. 

Parece ser que han vuelto a conversar con los pájaros, con el agua, con el aire, con la tierra, con el fuego… y que ellos están volviendo a confiar en ellas, bueno, en los humanos. Cantan, bailan nuevamente alrededor del fuego, como antiguamente hacían Eva y Adán. Y poco a poco sus hombres vuelven a ser sus compañeros.

Me ha parecido ver un par los otros días, hasta te diría que visten raro, algo distinto se les nota, en la mirada, en la sonrisa. Eran una mujer y un hombre con un bebé en los brazos. Era él quien lo cargaba y caminaban por la calle, ella con una flor en su pelo y reían, reían y reían. Y hace también unos días atrás vi varias mujeres con sus niños sentadas en el pasto en una plaza. También un poco extrañas y distintas a las otras mujeres que estaban todas muy bien sentadas en los bancos mirando cómo sus hijos jugaban. 

En estas mujeres había algo en su charla más interesante, que las tenía más atrapadas, y un brillo en sus ojos, sus pelos sueltos, su ropa holgada, y ellas y sus niños descalzos, pisando el pasto sin miedo. ¿Es extraño verdad? Bueno, esto es todo, y lo digo una vez más, prometo no revelar mis fuentes. No sé si es verdad, pero se dicen cosas horribles sobre lo que les ha sucedido a muchas que han dado a conocer esta historia. Y yo no quiero ser una de ellas. Pero escuché una vez que, si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia… la verdadera historia… quien quiera oír… ¡que oiga!

Silvana Musso es Psicóloga, Terapeuta Gestáltica, Sexóloga, Facilitadora de Círculos de Mujeres, Cantautora del cantos sagrados femeninos (Spotify, Youtube), Sacerdotisa de la Diosa y de la Luna,  Coorinadora de la Escuela de Brujas Magia Circular y de Esencia desplegar y descubrir en Paraná, Argentina. Podés seguirla en su cuenta de Instagram: @silvana_musso


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