¿Podemos decidir cómo morir?

COLUMNISTAS 20/08/2023 Redacción Quintaesencia Redacción Quintaesencia
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Sol Romero Acuña

La mayoría de las películas exitosas y las historias más famosas nos traen la idea de luchar y desear vivir eternamente, tener ese supremo poder. Lo más probable es que muchos de nosotros fantaseemos con lo mismo en momentos de ocio mental.

Ahora les pregunto, si somos capaces de dejar a un lado las películas fantásticas y aceptamos la realidad de nuestra propia muerte, ¿podemos tomarnos el tiempo y la molestia de decidir cómo morir? 

O llevado a otro ámbito, ¿podemos en algún punto del camino de nuestros familiares enfermos de gravedad, o muy ancianitos, aceptar que su muerte es una situación muy posible y tomarnos el tiempo para abrir la charla? 

Hablar de la posibilidad de morir no es tirarse a vago con la propia vida o ser menos responsable, tampoco es dejar de tener ganas de vivir. Hablar nos permite imaginar posibilidades, nombrar comodidades, incomodidades. Traer los miedos y las preocupaciones también nos habilita a trabajarlos, a buscarle soluciones si se puede o aprender a gestionar estás emociones cuando nos invaden o nos paralizan. 

En la cultura que vivimos hay un camino muy marcado y usualmente utilizado, el sanatorio, la terapia intensiva y la cama de hospital son los lugares comunes para morir. Y a la vez cada vez se escuchan más ejemplos de personas que deciden permanecer en sus casas para atravesar este final. Los olores y colores familiares, la comodidad de la cama de siempre o el sillón nos contienen de una hermosa manera, trayéndonos confianza y relajación. 

La compañía de nuestros familiares, amigos, pareja e hijos, también de las personas que nos vienen cuidando en el último tiempo hace que los días previos a la muerte, las horas y los minutos sean más agradables, tiernos y pacíficos. 

Una de las decisiones más importantes que podemos tomar es la de cuándo dejar de intentar prolongar la vida a través de herramientas médicas. Así podemos vivenciar el ritmo propio del cuerpo en su apagarse, cerrarse y despedirse. El proceso de menores movimientos físicos, disminución de la alimentación y finalmente disminución de la respiración va dándole al inconsciente la información del ritmo de despedida para que la mente consciente vaya asimilando el gran cambio que implica este final. 

Cada decisión y cada manifestación de la realidad a nuestro alrededor nos dan pautas y pistas de que nuestra gran despedida se acerca y es todo esto lo que puede influir a que nos entreguemos con más paz, agradecimiento, reverencia y confianza a morir al cuerpo que fuimos, a morir a la vida que vivimos. 

La mayor presencia de nociones espirituales en la vida occidental está abriendo la posibilidad de incorporar prácticas y herramientas para el buen morir. Desde la meditación y la práctica del desapego hasta las ceremonias de los caminos indígenas la riqueza de las antiguas culturas se ha actualizado para que hombres y mujeres de vida urbana puedan vivir y morir en amor y armonía.

Hoy les dejo estas reflexiones y cierro la charla trayendo la responsabilidad que insume decidir por nosotros mismos cómo queremos morir. Nos invito a elegir y a crear la propia manera de cerrar la vida, deseando que sea en amor y en armonía. 

Con mucho cariño, Sol.

Esta columnista es terapeuta gestáltica. Podés seguirla en su cuenta de Instagram: sol.romeroacuna.


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