Neuronutrición, otras herramientas para nutrirnos mejor

COLUMNISTAS 10/07/2021 Redacción Quintaesencia Redacción Quintaesencia
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Sandra L

No pueden combatirse los estímulos alimenticios con los que convivimos
hoy con las herramientas nutricionales clásicas.

Sencillamente ya no se puede. Estos estímulos alimenticios, ultraprocesados y revestidos de una complejidad asombrosa de marketing que se entreteje directamente en nuestra sociedad de consumo, requieren que abordemos las cosas de manera diferente.

¿De qué modo? Desde una nueva visión de la nutrición: la Neuronutrición.

Esto significa comprender cómo reacciona nuestro cerebro a los estímulos de la comida y del entorno (supermercados, publicidad, marketing, prejuicios), para así proponerte cómo dirigir mejor tus procesos cerebrales a fin de alimentarte de manera más saludable.

De esto se trata precisamente la Neuronutrición: responder porqué comemos de una manera determinada y cómo comer mejor conociendo cómo funciona nuestro cerebro. 

Además existe un segundo aspecto de la Neuronutrición. Consiste en observar si tu cerebro cambia su funcionamiento según la química de las comidas y bebidas que ingieras.

¿Por qué comemos mal? Es multicausal. 

Vamos a identificar, de manera simple, cada una de las razones:

Nos estamos olvidando de la comida casera

Sucede que hay muchas variables en el mercado que nos invitan a comer alimentos que se producen a escala industrial, los cuales llevan el nombre de ultraprocesados y son los que por excelencia encontramos en supermercados, kioscos y en los comerciales de televisión.

La frecuencia y la cantidad con las cuales esos alimentos vienen reemplazando nuestras propias elaboraciones caseras realmente nos afectan.

Vivimos apurados

La sociedad en la que vivimos es extremadamente ansiosa. Queremos todo ya!

La ansiedad consigue que desorganicemos nuestra forma de comer e incluso que presentemos conductas adictivas. 

Esto motiva lo siguiente: 

Comemos lo que tenemos al alcance

Tanto las comidas rápidas de los mediodías como los productos que el marketing empuja a nuestras manos a consumir alimentos con carbohidratos, grasas y sal aumentados.

En este sentido:

Somos muy susceptibles al marketing del consumo masivo

La publicidad realmente manipula nuestras expectativas como consumidores y hace un trabajo extraordinario. Los envases de los alimentos y la forma en que los supermercados nos inducen a comprarlos completan el cuadro en la que estamos: nuestros cerebros alucinan como si fuésemos cobayos siguiendo al flautista de Hamelín. Tenemos muchísimo que aprender del marketing para aplicar en nuestras propias estrategias de alimentación.

Dejamos el poder de nuestra alimentación a otros

Como te estarás dando cuenta, no solo estamos delegando al mercado y a la publicidad…Las porciones ya tampoco son algo que elegís vos, sino el delibery de turno.

Desorganizamos nuestra alimentación

Todas estas cuestiones de la cual estamos hablando hicieron que la alimentación saliera del podio de nuestras prioridades y quedara relegada mucho más de nuestros intereses de trabajo, relaciones amorosas, eventualmente familia y protagonismo social (las redes sociales son por excelencia un instrumento que ha exacerbado esta ansia de protagonismo).

Salir sin desayunar, por ejemplo, es algo que cada vez se está haciendo más habitual, y esto provoca que nuestro metabolismo no se active a la mañana.

Amigos queridos…podemos revertir esta situación. 

Pensar saludablemente es el principio para actuar saludablemente.

Sandra Laham es licenciada en Nutrición

 

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