



Seguramente has escuchado muchas veces el dicho “Madre hay una sola”. ¿Qué tal si te digo que no es verdad, que tenemos muchas madres? Al menos, sea verdad o mentira, te invito a que juguemos con la idea.
Si pensamos que la Madre es ese ser que nos da la vida, nos gesta, nos nutre, nos da a luz, nos sostiene, nos alimenta y nos acompaña a lo largo de muchos años de nuestra vida, podemos pensar que esa madre no está solamente en ese ser biológico que nos parió, ni en ese ser que sin pasarnos la vida nos sostuvo y nos crió, sino que puede estar en muchos otros lugares.
Esta idea la escuché por primera vez de Elisa Martínez, una bella mujer chilena de quien tomé los aprendizajes como Sacerdotisa de Luna en el año 2011 en Paraná, Argentina.
Esta energía de la Madre podemos encontrarla en el Espíritu, en la Tierra, en la mamá que conocemos, en la madre que somos de nuestros propies hijes y proyectos y en la madre que podemos ser de nosotras mismas.
Por lo general si no estamos muy bien con nuestra madre de la tierra, la mamá que conocemos, posiblemente tampoco estemos bien con las otras cuatro madres. Pero como una cosa influye sobre la otra, podemos mejorar la relación que tenemos con nuestras otras madres, construir una relación más plena, amorosa y nutricia y veremos cómo poco a poco podremos ir también mejorando la relación que tenemos con nuestra mamá de la tierra.
La Madre Cielo es la relación maternal con la energía que viene del espíritu. Si bien nuestra cultura nos propone un Dios Padre, podemos también pensar a la Divinidad, a la energía del espíritu, a la creación o al Gran Misterio como una energía femenina. ¿Cómo me llevo con esta energía, cuál es mi relación con ella, me siento cuidada, protegida, acompañada? Aunque no respondamos a las grandes religiones, es posible que nuestra relación desde un lugar inconsciente esté marcada por el miedo al castigo, a la escasez, reteniendo nuestros deseos y nuestra abundancia por creer que no está bueno pedir.
Muchas veces tenemos pensamientos que nos hacen creer que, si algo bueno nos sucede, algo malo nos va a venir. Estas creencias de las que muchas veces no somos conscientes pero que están impresas en los aprendizajes implícitos, responden a la relación que tenemos con la Madre Cielo. Cuando podemos empezar a revisar esta relación, ver de dónde nos vienen estas creencias y soltarlas, podemos cambiarlas por creencias más posibilitadoras que nos permitan ir confiadas, más aliviadas, esperando a cada paso lo mejor para nuestras vidas y seguras de que siempre hay más esperándonos.
La Madre Tierra es la relación que tenemos con nuestro planeta como ser vivo que nos sostiene y nos brinda todo lo que necesitamos para vivir. Nuestra cultura niega a la Madre Tierra como un ser vivo, y la trata como un objeto a nuestro servicio y/o la coloca como un ser que tenemos que temer y dominar. ¿Cómo es mi relación con la Naturaleza? ¿Es un espacio en el que me siento a gusto en su modo salvaje, donde me siento segura, como si volviera a casa, o es un espacio en el que me siento desprotegida, teniendo que acentuar todas mis alertas y precauciones para que nada malo me pase? ¿Vivo mi relación con la naturaleza, con la Tierra y sus distintas manifestaciones sintiéndome parte o sintiéndome ajena? ¿Cómo es mi relación, con la tierra, con las plantas, con el agua, con el aire, con los animales, con el fuego? ¿Genero acciones y estoy atenta al cuidado del planeta o no presto atención al daño que genero con mi vida cotidiana?
Poder sentir a la Tierra como nuestra Madre, sentir su cuidado y amorosidad y devolver este cuidado y esa amorosidad también es parte del trabajo que podemos hacer para mejorar la relación con la Madre Tierra.
Nuestra Madre en la Tierra puede ser la mujer que me pasó la vida, o también la mujer que me crió o ambas. Esta relación de por sí es muy conflictiva para casi todes. Lo que se espera desde nuestra cultura de una Madre es tan, pero tan exigente e imposible, que todas quedan en la categoría de Mala Madre. Revisar esa relación y ver qué es lo que hemos esperado de nuestra mamá y qué es lo que ella ha podido darnos, sin dejar de tener en cuenta su contexto, puede ayudarnos a alivianar la exigencia que nos hemos puesto nosotras y la sociedad toda y ver a nuestra madre, como sea que haya sido, como una mujer más, con sus aciertos y con todos sus errores. Poder humanizar las madres y sacarlas de ese estereotipo de santas y perfectas nos va a permitir ver de verdad a esa mujer que se encuentra detrás del rol de la maternidad y entender sus dolores, sus miedos, sus exigencias y sus carencias. Dentro de los Círculos de Mujeres tomamos a nuestra madre como madre y hermana. El que sea madre la ubica unos pasos delante nuestro, ella siempre tendrá unos años más que nosotras y eso trae implícito experiencias y saberes. Más también es una hermana, es una más dentro del Gran Circulo Infinito de Mujeres que nunca termina. Es una más de nosotras donde también puedo espejarme en sus alegrías y en mis dolores, en todo que significa ser mujer en esta cultura.
La Madre que somos de nuestros hijes y/o proyectos es la forma en que nosotras ejercemos esta maternidad para con otres (personas o sueños). También podemos ver esa mamá que somos, y si lo somos respetándonos como sujetos, o si nos consideramos meros objetos al servicio de... Esa relación que tenemos con esta mamá que somos, que muchas veces es de la misma exigencia que tenemos para con nuestra Madre en la Tierra, seguramente nos vuelve a dejar en carencia y desnutridas, ya no por lo que consideramos que nos hemos recibido de nuestra madre, sino ahora por lo excesivo de lo que damos a nuestros hijes/proyectos.
Aquí también podemos alivianar la carga y ver cómo generar una relación con esa mamá más amorosa y armoniosa que nos permita nutrirnos y no desnutrirnos cuando damos y cuidamos de otres.
Y por último la relación con la Madre que somos de nosotras mismas. ¿Qué mamá somos de nosotras mismas? ¿Nos exigimos, nos privamos, nos castigamos, nos despreciamos cuando no hacemos tan bien las cosas, nos criticamos, nos humillamos, nos avergonzamos a nosotras mismas? ¿O nos alentamos, nos acompañamos, nos aplaudimos, nos premiamos, nos amamachamos cuando algo no nos salió como queríamos? ¿Nos permitimos el descanso, la pausa, el disfrute? También somos nuestra propia mamá y más allá de nuestra Madre en la Tierra que puede estar con vida o ya no, si seguiremos de por vida acompañándonos con esta mamá interna. Y con está mamá podemos hacer un trabajo maravilloso para que dentro nuestro esté la Mejor Mamá. ¡Somos capaces, con amor y cuidado, de generar la Mejor Mamá del Mundo!!! La intención es poder ampliar esta idea de madre con la que nos hemos criado y poder apropiarnos de La Madre como una categoría en constante construcción/deconstrucción para así sentirnos sostenidas, nutridas y acompañadas y sacar el peso de todo ese sostén a una única persona de carne y hueso, mortal y falible como todas nosotras.
Así que Madre no hay una sola, acá por lo menos te contamos de cinco. Quizás puedas encontrar otras madres de las cuales también nutrirte y en las cuales poder sostenerte cuando lo necesites.
Como cierre, intenciono que la maternidad en todas sus formas sea una función nutricia para todas las personas involucradas, de disfrute y amorosidad y sobre todo de libre elección, para que nunca más una mujer llegue a la maternidad desde un lugar forzado, violentado, en soledad y aislamiento y siempre sea en libre elección, en puro amor, con acompañamiento y sostén.
Que así sea, que así sea, que así sea.
La autora de esta columna es Psicóloga, Terapeuta Gestáltica, Sexóloga, Facilitadora de Círculos de Mujeres, Cantautora del cantos sagrados femeninos (Spotify, Youtube), Sacerdotisa de la Diosa y de la Luna, Coorinadora de la Escuela de Brujas Magia Circular y de Esencia desplegar y descubrir en Paraná, Argentina. Podés seguirla en su cuenta de Instagram: @silvana_musso.









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