Un llamado a la solidaridad para nutrir y abrigar el cuerpo de decenas de niños

GALERIAS 02/06/2021 María del Carmen Ruiz Díaz María del Carmen Ruiz Díaz
Feliz y agradecida

La solidaridad y la responsabilidad social son dos de los valores que promovemos en Quintaesencia, por eso en esta oportunidad queremos contarte la historia del merendero y comedor Mamá Ata que, por estos días, hace malabarismo para servir el almuerzo y la merienda a más de medio centenar de personas. El centro de operaciones de este espacio solidario está ubicado en la casa de Susana López y su familia, ubicada en el capitalino barrio Primera Junta.  

“Mi abuela Ata siempre curó el empacho midiendo la cinta. Muchos de sus ‘pacientes’ como ella los llamaba, eran niños del barrio. Cuando ella les terminaba de curar, envolvía un par de galletitas en un papel y les daba, decía que eso también los ayudaba a sanarse. Por esta razón, mi casa siempre estuvo llena de chicos del barrio que la venían a ver y a buscar un mimo suyo”, contó Susana durante una charla telefónica con esta revista.

Cuando Ata falleció, a la que todo el barrio la conocía como Mamá Ata, su nieta sintió que una manera de recordarla y honrarla, era a través de un merendero allí en esa misma casa. Hoy, cinco años después, Susana sigue llevando adelante esta iniciativa, pero con mucho esfuerzo. “Porque cada día se van sumando más chicos, más familias, atravesados por un sinfín de situaciones en las que muchas veces me veo limitada para brindar ayuda”, dijo con congoja. 

Y es que ella escucha de boca de los niños, historias tejidas de maltratos, abusos, violencia de todo tipo como también carencias afectivas, entre otras situaciones. “Muchas veces le cuento a algunas personas, sobre todo a algunos especialistas que colaboran en forma desinteresada con el merendero, que siento mucha impotencia porque no sé qué puedo hacer para ayudarlos. Y muchas veces me dan la misma respuesta: escuchalos, porque eso ya les ayuda un montón”. 

Llamado a la solidaridad

Más allá de que la necesidad de contar con donaciones para preparar los almuerzos y las meriendas es una constante –debido a que no reciben ningún tipo de asistencia por parte del Estado-, en estos momentos Susana junto a Luciana Miranda de Fundaluna están organizando una campaña para colectar ropa de abrigo y pañales para quienes se acercan a buscar su taper de comida diaria. 

“De más está decir que todos son muy humildes y que en muchos casos, son varios los hermanitos que vienen a buscar su comida. Algunos vienen descalzos, otros en ojotas y bermudas, y se nos parte el alma ver cómo al hambre, se le suma el frío”, relató mientras intentaba contener las lágrimas. 

A esta escena, por si hiciera falta, le agregó otro dato triste: “Muchas veces cuando vienen a buscar comida, tampoco tenemos porque no nos alcanza para darles a todos”. 

A fin de poder juntar algo de dinero para comprar algunos insumos para cocinar, Susana todas las tardes se instala junto con algunos de los integrantes de su familia en la esquina de avenida Maipú y Teniente Ibáñez, para vender torta parrilla. “Algunas tardes, logro recaudar alrededor de 500 pesos y eso ni siquiera me alcanza para comprar una garrafa de gas, pero bueno, sé que algo es algo”, puntualizó. 

En fin, son muchas las necesidades que desde Mamá Ata se intenta atender, algunas veces lo logran, otras tantas no pueden hacerlo, pero buscan la manera, golpean puertas y esperan respuestas. También a veces, el desánimo les gana, pero logran sobreponerse y seguir. 

“Y es que mientras tenga fuerzas, voy a seguir haciendo todo lo que pueda para ayudar a estos chicos, siento un gran compromiso con ellos y con mi abuela”, dijo Susana mientras en el silencio vuelve a ahogar la emoción. 

Agregó que los mismos chicos la “obligan” a estar bien: “Ellos saben que soy paciente de riesgo y que por eso me tenía que poner cuanto antes la vacuna del Covid, entonces cada vez que venían me decían, ‘Su, ponete ya la vacuna así podemos venir a hacer la tarea y a jugar’. ¿Cómo no sentirme obligada a cuidarme y estar bien por ellos”?, agregó. Porque en el merendero además se daba algo de apoyo escolar y se completaban las tareas. 

Hoy, pandemia de por medio, sólo se preparan los almuerzos y meriendas para que los chicos vengan a buscar con sus taper. “De alguna manera, tenemos que seguir acompañándolos”, remarcó. 

Mientras tanto, apelan a todos los corazones solidarios para que puedan colaborar con alimentos no perecederos como también ropa de abrigo para que seguir nutriendo el cuerpo y el espíritu de esta decena de niños del barrio Primera Junta.

¿Te sumás a colaborar? 

Para hacerlo, contactate con Susana al 3794 18-9602. ¡Gracias!

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Fotos en: Un merendero para nutrir el cuerpo y el alma

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