“Yuyos”, medicina milenaria que resiste y gana espacio

GENERAL 11/04/2021 Josefina Echezárraga Josefina Echezárraga
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Norma, o más conocida como Tuqui, una referente a la hora de asesorar sobre las hierbas

“Hay mucho miedo en la calle, la plata no alcanza para comprar más remedios, hay algo que no está andando bien”, soltó Norma -en tono reflexivo-, una mujer que desde hace más de dos décadas vende hierbas medicinales en el mercado El Piso de la ciudad de Corrientes. 

El oficio lo aprendió de su madre, pero la pasión por hacerlo la cultivó ella día tras día. Siempre con una sonrisa, la Tuqui -como sus clientes y demás puesteros la conocen-, se convirtió en un libro abierto de la farmacopea vegetal. Su puesto es una fiesta de aromas que varían según la estación. Revista Quintaesencia, la visita de vez en cuando y esta semana lo hicimos munidas con cuaderno y birome, con el objetivo de tomar nota de la historia de una conocedora que entiende que el secreto de la buena salud está en evitar el estrés y acudir a las plantas, ante cualquier situación que así lo requiera. 

Puestos como el de ella, quedan ya muy pocos, Marta en otro de los pasillos también habla del tema e instruye a su sobrina, una niña de 9 años que decidió invertir algunos ahorros en comprar hierbas medicinales y comenzar a investigar sus beneficios. Es que, en El Piso, las historias brotan a cada paso y las familias dentro crecen desde hace varios años.  

La idea de este recorrido, es poder brindar información sobre productos que muchas veces se desconocen pero, que están más cerca de lo que nos podríamos imaginar. 

Hay una extraña creencia un tanto modernista quizá, referida a que los yuyos son cosas de antes, que ya no sirven. Pero en otras ocasiones, se las busca pero sin saber bien cuál es la hierba apropiada para hacer frente a determinadas dolencias. Pero lo que no cabe dudas, es que hay una cultura ancestral que aún sobrevive y que es importante revalorizar. 

Curar con las hierbas, es un arte milenario que recibe el nombre de Fitoterapia. Cada vez, se habla más de ella como una auténtica medicina diferente, alternativa, que tiene sus propias reglas, sus métodos. No es incompatible con la medicina convencional, sino que se combinan. Quienes hablan de fitoterapia destacan, un detalle que no es menor, que las plantas tienen energía solar y que aún secas la conservan, lo que las permite a una gran variedad de ellas poder ser altamente beneficiosas para el cuerpo.  

Quienes están relacionados con las hierbas medicinales, advierten que el consumo debe estar seguido por un médico especialista, pero además insisten en que quien decida consumirlo debe ser constante. “Acá no hay magia que valga, la gente quiere todo rápido, las hierbas medicinales tienen su tiempo, su forma de preparación y además requiere que se haga de manera constante”, resume Norma quien entre cliente y cliente, va hablando de las propiedades de las cientos de hierbas colgadas en su puesto.  

El otoño se va instalando y con él, vienen bajas temperaturas, algunos dolores corporales que aparecen por la humedad o el frío y también algunos dolores de garganta, congestión y alergias. La coyuntura obliga a preguntar a las vendedoras, qué es lo que más se consume en esta época. 

La respuesta desprende una cataratas de nombres, es que el conocimiento que los guaraníes tenían de las especies vegetales, era tan extenso y profundo, que es una de las lenguas que más términos ha aportado a la nomenclatura botánica.

Chañar, eucalipto, malva, ortiga, anís, eneldo, marcela, orégano, borraja, tomillo, amba’y, son algunas de las hierbas con beneficios expectorantes y antitusivas. Al tiempo que las vendedoras se esfuerzan por explicar que varias de ellas tienen varios beneficios en el cuerpo por eso son utilizadas para diversas acciones. 

La mayoría de las hierbas están secas, algunas en bolsas ya fraccionadas y otras aún en manojos que las vendedoras van desarmando poco a poco. En la jerga del mercado utilizan la palabra  “ensalada”, para hacer referencia a varias hierbas de uso frecuente que la gente llega a buscar, entre ellas, se destaca marcela, carqueja, clavo de olor, cola de caballo, lino y eucalipto.

También el ajenjo, moringa, espina de palo borracho, tapecué, graviola, cedrón, toronjil, cocú, pipi, meona, paico, aloe, cilantro, cascara de naranja dulce, romero, ruda, cardo santo, tilo, se suman a la lista. 

Es que el mundo de las hierbas medicinales o también llamado “yuyos”, es tan amplio como maravilloso y quienes las venden se convierten en farmacéuticas naturales e informales. “Esto es un arte, acá parece que si o vengo yo no se vende nada, porque no solo se trata de darle a la persona algo, sino de tomarse el tiempo para hablar con ella, preguntarle como está. Tenemos que hablarnos más, dejar un poco de estar atentos al celular y prestarle más atención a las personas que tenemos cerca, reírnos más y así los dolores se van calmando”, resume entre risas Norma, quien no duda es destacar que la pandemia vino a enseñarnos que debemos vivir el día con felicidad y agradecimiento. 

“En las plantas podemos encontrar todo lo que necesitamos para estar mejor”, insiste. 

Además las vendedoras indican cual es la mejor forma de consumir las hierbas, tizanas, infusiones y baño que pueden ser fríos, calientes, de asiento o de vapor, dependiendo la dolencia, son las más utilizadas. Pero también algunas se pueden aplicar en cataplasmas o compresas. 

Lo cierto es que, muchas son traídas desde Paraguay, otras del interior del Chaco y algunas también se conseguir en las zonas de los campos correntinos, es que para quien sabe apreciar esta tradición milenaria, entiende que la salud crece en cualquier parte. 

Fotos y notas en el Mercado El Piso

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