Porque "el camino es hacia adentro", Jony ya anduvo más de 19 mil kilómetros

HISTORIAS QUE INSPIRAN 03/09/2022 Josefina Echezárraga Josefina Echezárraga
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Él se llama Jonathan Ezequiel Viera, pero todos lo conocen como Jony. Tiene 34 años y el 5 de junio del 2019, tras renunciar a su trabajo en un bar de Salta, decidió salir a pie hacia Tucumán. Desde entonces, ya lleva recorrido más de 19 mil kilómetros. Quintaesencia lo entrevistó en la plaza 25 de Mayo de Corrientes y te contamos su historia porque, como muchas, sentimos que inspira a dar pasos hacia adelante. 

Este cordobés es el mayor de siete hermanos y, como lo apodó su mamá cuando tenía 14 años, siente que es “la oveja negra” de la familia. Si bien durante mucho tiempo pensó que nunca se movería de su provincia natal y que de allí no se movería, un día la vida lo sorprendió. Un viaje a Salta, lo empujó a salir de su lugar de confort. “Volví de ese viaje y me fui a vivir a Salta, así, de una. Trabajé y viví allí durante cinco años y un día, también repentinamente, decidí que iba a salir a recorrer el país, no tenía muchas cosas, pero vendí todo y armé mi carro de dos ruegas al que llamé Sancho”, cuenta el joven en el inicio de la charla. Agregando que así, quería emular un poco la historia del Quijote y su amigo Sancho Panza. 

Jony habla y se ríe, ante algunas preguntas sus ojos se abren como sorprendido, pero siempre toma aire e hilvana una respuesta. Si bien algunas palabras salen con la tonada cordobesa, también aparece la salteña y otras más que adoptando durante el recorrido. Solo bastaron unos pocos minutos de charla como para contar algunos chistes, en los que no faltaron frases autorreferenciales como: “El vago está loco”, pero también más profundas, “es que cuando caminas tanto, aprendés que cada paso es un milagro”.  

¿Cómo fueron tus primeros pasos? 

El 5 de junio del 2019, salí para Tucumán, te juro que no creí que iba a llegar, la verdad es que hoy me doy cuenta, no conocía mi cuerpo, ni los límites, en mi primer día de caminando hice 82 kilómetros, llegué rengo a Tucumán, me había lastimado, pero con cada paso, con cada trayecto fui entendiendo que debía disfrutar, que de nada servía apurarme, que había un ritmo, como el ritmo de la vida misma, y así fui yendo kilómetros a kilómetro, hablando solo o con mi carro, re loco el vago. Pero aprendí que el camino te hace reír, te ayuda pensar.

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¿Y luego? 

En el camino entendí muchas cosas que no tenía claro cuando salí. Entendí que no había una meta, pero también que no había excusas. Cada lugar al que llegaba, cada persona con la que me cruzaba, cada historia que viví, me fueron dando lecciones de vida, algunas dolieron más, otras me hicieron reír, pero ahí estaba yo de pie para dar un paso más. 

¿Cómo se hace para caminar cada día, aun ante las situaciones más adversas? 

Eso lo aprendí en el Sur del país. Llegando a Santa Cruz, el viento era muy fuerte. Los caminos eran muy empinados y ráfagas de viento en contra, cada paso requiere un esfuerzo mayor. En esos momentos pedí ayuda a Dios, que me de fuerzas para seguir y mostrarme que no importa lo que uno se proponga porque si realmente querés algo, lo podés hacer. Entendí que ahí está la verdadera fuerza, adentro de cada persona. Porque cuando corremos las excusas, cuando sabemos que queremos algo y vamos por ello, el resto aparece. Las cosas vienen y la fuerza de algún lado sale. 

Jony pasa sus días caminando y nos cuenta que es la segunda vez que llega a Corrientes. Había venido antes, en pandemia, cuando iba rumbo a las Cataratas del Iguazú: “No había entrado a la ciudad, pero esta vez, decidí quedarme un día y medio, porque en horas, ya vuelvo al camino". 

¿Te quedás pocos días en cada lugar? 

Sí, trato de que no sean más de uno o dos. Si el clima acompaña, camino porque ya me pasó que cuando te quedás, después cuesta mucho despedirse, despedirse duele. Pero me doy el tiempo para un café con alguien que conocés en la ruta, tiempo para una charla, así como ahora en esta en una plaza, por eso trato de quedarme poco y seguir.

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¿Cómo contás los kilómetros? 

Estos por ejemplo que estoy caminado hoy no los estoy contando, solo cuento los kilómetros con Sancho, porque el viaje es de los dos, él ahora se quedó en la casa de un amigo que nos dio hospedaje, pero sino, cada kilómetro juntos, se cuenta. Por ahora ya superamos los 19 mil.  

¿Para dónde sigue el viaje? 

Ahora me voy para Posadas, de ahí, Paraguay, Brasil, Uruguay y vuelvo a entrar por Buenos Aires, para ir hacia Chile, Mendoza, Salta y después México. En todo el recorrido, es la primera vez que voy a salir del país. Pero nunca se sabe, siempre pueden pasar cosas, estuve en Córdoba visitando a mi familia de ahí me volví a Salta y me estaba preparando para ir a México. Pero me escribió un amigo de Posadas y me dijo: “Venite”, asi que le dije “aguántame ya voy”, cargué a Sancho y hacia allá estamos yendo. Vamos a dar una vuelta más larga pero la idea es después ir hacia México. 

Contanos más de Sancho ¿Qué carga tu amigo? 

Risas…

Todo, el lleva mi vida completa, mis alegrías y mis tristezas, lleva anécdotas y lleva todo lo que nos hace falta. Sancho es realmente mi compañero porque también me enseña. Hay días que se empaca y no quiere seguir, por más que yo quiera, él se planta y donde se queda, ahí nos tenemos que quedar. Por eso también digo que me enseña a parar, a observar, a escuchar mi cuerpo, a tener paciencia. 

Escuchar el cuerpo, es clave para tu aventura...

Sí claro. Al principio no sabía de eso, estaba desconectado, pensaba que todo era la cabeza nomás. Después fui entendiendo que el cuerpo te habla todo el tiempo y hay que aprender a escucharlo. Eso es clave porque un día podés caminar un montón, todo está bien, pero al otro pasa algo que puede ser una emoción o una despedida que no se procesa y chau, el cuerpo te pasa factura. Fui entendiendo de verdad que todo está unido.

Aprendí que caminando, encontraba la paz, se trabaja la paciencia, es una forma de vida.

¿Qué dice tu familia? 

¡Ay! ¡Se puso profunda la entrevista! -, dice mientras refunfuña. Sonríe, se acomoda en el banco, toma aire y responde:

A mi mamá nunca le gustó esta idea. A mis hermanos siempre les dije que no sigan mis pasos. Entiendo a mi mamá porque ella quiere un futuro para sus hijos. Pero fue mi abuela quien me dijo: “Hijo, andá un tiempo”. 

Sé que mi decisión dolió, pero todos fuimos cediendo, entendiendo, por eso es que hace poco fui a verlos, los extrañaba, siempre es hermoso volver a casa. Claro que eso incluye el día de la despedida que vuelve a doler, pero el teléfono nos acerca, nos hablamos mucho y aunque esté a cientos de kilómetros, me hago un ratito y llamo a mi mamá. 

Jony reconoce que el camino es duro, habla de la importancia de evitar las excusas, pero también de tener un fuerte diálogo interno. “Aprendí que, caminando, encontraba la paz, se trabaja la paciencia, es una forma de vida, me encontré con muchas personas que al igual que yo viven viajando, cada uno elijé el modo, en mi caso es a pie, voy quizá más lento, es otro viaje otra experiencia. Por ejemplo, conocí personas adultas que están caminando hace muchos años y ahí entendí y decidí que voy a andar por el mundo hasta que me den las fuerzas, quizá luego lo haga en bicicleta y me jubile de viajero en un motorhome”, se anima a decir. 

¿Qué le decís a las personas que te preguntan si hacerlo o no? 

-Esa respuesta me la sé-, bromea antes de responder. Uno sabe cuándo su vida es feliz, si estás en una ciudad que te gusta todo, si te gusta tu trabajo, si realmente sos feliz haciendo lo que hacés, entonces esta vida nómade seguramente no es tu sueño, tendrás otros, pero sí cada vez que vez un viajero le hacés esta pregunta, si todo lo que te rodeó te hace ruido, o hay algo que no te cierra, entonces ahí sí hay que poner en la balanza, las excusas de un lado y del otro tus sueños, lo que te mueve, las excusas pueden ser un montón, pero te aseguro que no van a pesar tanto como tu sueño de ser feliz, de perseguir algo que te enciende por dentro, ¿se entiende como es la cosa?”.

Jony se define como un nómade por naturaleza, un poco loco. Pero al mismo tiempo, remarca: “Todos estamos un poco locos, siempre pienso que hay un poco de locura en cada persona, algunos la pueden esconder muy bien, pero la realidad es que en algún momento se les escapa algo. En mi caso vivo así, como siento, aprendí que no hay nada más importante en la vida que vivir sintiendo, porque eso te hace transparente, te permite conocerte”. 

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El caminante, asegura que se hace camino al andar: “La mayoría de las veces no sé dónde estoy yendo, tengo un mapa y más o menos veo cuando falta para el siguiente pueblo, pero por ahí aparecen casillas en el medio de la nada, una familia, personas que se acercan y te dicen: ‘Si tomás aquella ruta, vas a tal lugar’, y el camino cambia en un segundo. Por eso voy disfrutando cada paso, cada paso que doy hacia adelante en un camino y cada paso que doy hacia adentro, en mi conocimiento personal”. 

La charla, se extiende por varios minutos entre risas y anécdotas, pero también pregunta, quiere saber más sobre el lugar que lo cobijará por tan solo un día y medio. “Primero creía que caminaba para conocer paisajes, el país, después vi que era mucho más que eso, que caminando se conocen personas, se conocen culturas, gastronomía, la riqueza de un país que es enorme, que está constituido en cada lugar por seres maravillosos. Por suerte, tengo una memoria increíble, y recuerdo a la mayoría de esas personas con las que conecto al menos por un ratito, que me quieren dar algo, y no saben que, dándome su tiempo, sus palabras yo ya me siento feliz, que me den su tiempo para mí es un montón”. 

El caminante va rumbo a México, pero antes recorrerá Paraguay, Brasil, Uruguay, Chile para luego volver a Salta y emprender el camino a México. Jony no habla de tiempo, y cuando se le pregunta suspira: “Tiempo me sobra, tengo toda una vida para caminar”. 

Nos despedimos en el medio de la plaza, un abrazo, una sonrisa y dispara casi como un mantra: “Que tengas una hermosa vida” y camina hacia calle Quintana. Esta contadora de historias se toma unos segundos para verlo perderse entre el gentío, él va sin apuro, sabiendo que el tiempo no lo corre. 

Si querés seguir las huellas de Jony lo podes seguir en Instagram @huellasdejony; Facebook Huellas de Jony 


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