Lettizia, una mujer enamorada del fútbol y apasionada del rugby

HISTORIAS QUE INSPIRAN 12/03/2022 Josefina Echezárraga Josefina Echezárraga
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Cuando una pasión se lleva en la sangre, se hace imposible desviar el camino. Hoy te contamos la historia de Lettizia Alcaraz, una alvearense y correntina de ley que, a los seis años decidió ir por sus sueños y hacer del deporte, su forma de vida. Quintaesencia entrevistó a “Letti”, como la conocen sus allegados, una mujer que vistió con honor la camiseta argentina del seleccionado de Rugby femenino y que ahora, es entrenadora profesional de mujeres de la región.  

Ella tiene 46 años y es licenciada en Educación Física, pero prefiere que le llaman “profe”. Su tonada es inconfundible para quienes no viven en Corrientes, rápidamente identifican de dónde es y, sus comprovincianos, en segundos pueden detectar que la tonada es propia de quienes viven en la costa del río Uruguay. Orgullosa de sus raíces, Alvear es el lugar donde la vieron patear su primera pelota de plástico y logró recorrer el mundo, haciendo strike para el seleccionado nacional. Ella nos cuenta sobre sus pasiones deportivas que la llevaron desde el fútbol, a jugar en el equipo más importante. 

Su historia comienza cuando su tío Leo, en su cumpleaños número 6, no dudó en hacerle el obsequio que ella más anhelaba: una pequeña pelota de plástico. “Desde chiquita me gustaban todos los deportes, pero el fútbol era mi pasión. Jugaba con mis hermanos, con mis primos, vecinos, siempre me las rebuscaba para encontrar una canchita y meterme y, como jugaba bien, todos me querían en sus equipos. Acompañaba a mi papá a darle de comer a los cerdos y mientras él trabajaba, yo rápido armaba un picadito con los chicos de la zona. Era una nena asi que era un acontecimiento para muchas personas verme jugar, rápido me convertí un poco en la dueña de pelota, pero sin pelota, pero todos me querían en su equipo porque tenía habilidad en el juego y siempre estaba armando los equipos”, nos cuenta sobre sus inicios como deportista. 

Ya sea en la zona del pinar a la entrada del pueblo o en el puerto, Letti siempre encontraba un sitio donde jugar. “Para mí era natural, de chica siempre prefería una pelota a una muñeca, cuando cumplí 6, llegó mi madrina con una caja enorme, me acuerdo que tenía muchísima ilusión de ver que era, cuando abrí y vi una muñeca, puse una cara de desilusión que mi mamá todavía se acuerda. Agradecí y desaparecí. Me fui a jugar con la pelota de plástico que me había regalado mi tío Leo. A la distancia, me doy cuenta que esas cosas me fueron mostrando que desde muy chica sentía la pasión, había algo que siempre estuvo adentro mío”, resume.

La adolescencia y los mandatos sociales, sobre todo del afuera, volvieron a marcar fuerte en su vida. “Cuando cumplís 15, y más hace 20 años atrás, había mucho peso, ahora sos señorita no podé hacer cosas de varones, esa frase me la repetían mucho en la escuela. Yo no lograba entender por qué debía dejar de ser la Letti que había sido hasta ese momento. Tuve unos meses donde jugué menos al fútbol, me metí un poco para adentro, pero luego entendí que debía seguir mi pasión, dejar de lado las veces de muchas personas y avanzar. Así lo hice, hoy no me imagino haciendo otra cosa que no sea el deporte, el fútbol y el rugby me formaron, me dieron valores, me hicieron la persona que soy ahora”, nos cuenta. 

WhatsApp Image 2022-03-08 at 7.50.51 PMLetti, una correntina de pura cepa.

La charla con Lettizia nos llena los ojos de lágrimas, es que su relato es el de una joven que decidió ir por sus sueños sin mirar que tan altos estaban, sin escatimar esfuerzo ni horas de entrenamiento. 

Cuando llegó el final del colegio secundario, las cosas estaban más claras. “Soy la mayor de tres hermanos, yo sabía que quería estudiar profesorado en Educación Física. Posadas me quedaba más cerca, pero mis padres no conocían a nadie allí, así que me vine a Corrientes capital a vivir con la hija de mi madrina. “Un día me trajo mi papá, pero quien viene del interior a los 18 años, no tiene idea por dónde empezar, así que empecé por donde sabía, ponerme a estudiar y buscar un equipo de fútbol. Enseguida, las chicas de abogacía me pidieron que me sume a su equipo, conseguimos una libreta de una chica que se parecía a mí, me aprendí su nombre y apellido, número de libreta y comencé a jugar. Son anécdotas muy graciosas que las atesoro con cariño porque fueron los lugares donde fui conociendo gente, haciendo amigos y amigas aún hoy, conservo”. 

El fin de la carrera hizo que Letti vuelva a Alvear, trabaja en una escuela. "Pero todos los viernes a la tarde me venía a Corrientes a jugar, jugaba en Corrientes y Chaco, entrenaba todo el fin de semana y el domingo me volvía", recordó. "Hasta ese momento, todo relacionado con el fútbol, aunque Pablo Sheman, del club de rugby San Patricio, siempre me invitaba para que me sume al equipo, pero pensaba que no era para mí. Pero un día, por esas cosas de la vida acepté, entrené tres semanas y tuvimos nuestro primer viaje para jugar contra otros equipos. Me mandaba muchas macanas al principio porque no conocía bien las reglas, es un deporte complejo y yo, venía del fútbol, sabía patear y correr hacia adelante y hacia atrás, pero ahí ya no podía hacer todas esas cosas, va si, algunas sí, patear y correr. De a poquito, fui encontrando mi lugar en el equipo y a entender la esencia del deporte, que me conquistó”, cuenta. 

Por un tiempo, la joven se dividió entre las prácticas de rugby y fútbol, entrenamientos distintos que demandaban mucha energía. “Había vuelto a vivir a Corrientes, trabajaba y entrenaba mucho. Luego se hizo en la región, una convocatoria de mujeres para el seleccionado nacional, quedé entre las 12 y a fines de ese año, ya estaba rumbo al Sudamericano de Rugby con la selección. Todo fue muy rápido y, como quedé en el equipo, tuve tomar decisiones si quería dedicarme de lleno, y así lo hice”, resume Lettizia, tratando de contar en algunos minutos partes de su carrera. 

Hasta acá conocemos la historia deportiva de una mujer que decidió ir por sus sueños, pero como ella misma lo dice, siempre está buscando nuevas metas. “El deporte te dá herramientas para la vida, comprender que estamos en la vida para aprender de manera constante y cuando decidí retirarme del rugby, lo pensé mucho y también pensé que quería hacer. Entendí que tenía mucho para dar, todo lo que aprendí lo quería compartir, entonces me dije ahora quiero entrenar a jóvenes que vean en el rugby una motivación un lugar”, cuenta la mujer. 

De jugadora a entrenadora 

La vida es un camino de constantes cambios y Letti jamás les tuvo miedo. “Cuando veo que hay algo que se puede hacer digo, hagámoslo. Cuando estoy ahí, pienso 'en que lío me metí' pero después, las cosas se acomodan, pasa algo y todo comienza a tomar forma. Esos valores y la tenacidad, es algo que me dio el deporte y lo aplico a la vida”, explica. 

Lettizia nos cuenta rápido sobre su camino, logros que ella naturalizó. “Mucha gente viene y me dice que sigue mi carrera, para mí es raro, para mí fueron pasos que fui dando a eso por lo que sentía pasión, amor, pero que no me costaron. Cuando lo analizo, veo que sin dudas ponerle tanta pasión hace que sea más liviano todo, porque sí entrené muchas horas, sí puse mucho de mí, pero hoy no veo el esfuerzo, prefiero mirar los resultados, porque como decía antes, todo eso me hizo la persona que soy hoy”. 

La profe, además de entrenar a niñas, jóvenes y mujeres adultas de manera profesional, tiene otros sueños, como por ejemplo, llevar el rubgy femenino a todos. “Hay una cuestión que siempre me costó entender y es que un deporte tan lleno de valores, tan constructivo, sea al mismo tiempo elitista, porque la verdad es que hoy jugar al rugby es caro, por eso como profe de la escuela Illia del barrio Laguna Seca, me moví para poder enseñar rubgy sin contacto a las niñas. Hoy en mi escuela, las niñas están aprendiendo y esas son las cosas que me llenan el alma, no fue fácil, pero demostré que no es peligroso que no hay riesgo y sí hay muchos, muchísimos beneficios”, resalta. 

"Me moví para poder enseñar rubgy sin contacto a las niñas, hoy en mi escuela las niñas están aprendiendo."

Claro que los sueños de Lettizia son aún mayores y espera poder contagiar la pasión a más escuelas. “Sé que no es fácil porque hace falta capacitación, pero confío en que se va a poder, se trata de querer y ponerle empeño, como fue todo en mi vida”, insiste sin dejar de largar una sonrisa, es que el humor es parte fundamental de esta deportista. 

Una cancha lleva su nombre 

En el mes de febrero, en la ciudad de Alvear se inauguró un estadio de fútbol femenino y el pueblo que la vio nacer, decidió ponerle el nombre de su deportista emblema. “Cuando me contaron el proyecto, me costó comprender, no podía dimensionarlo, pero cuando me fui a la inauguración, creo que entendí un poco más. Ver mi nombre pintado en lo alto del estadio fue muy emocionante, porque como decía antes, fui haciendo mi camino, jamás esperé nada, ni un reconocimiento, pero eso me permitió ver que hay personas mirando lo que hago. Ese día se me acercó una chica me dijo que es mi fan, me puse nerviosa, pero son esas cosas las que me permiten entender que cada cosa que uno hace, tiene efecto en los otros”, detalla. 

Conocer a Lettizia Alcaraz y conocer la fuerza de quienes nunca se rinden, ella asegura que eso lo aprendió de su mamá Benedicta Crecencia Besserer: “Ella me enseñó que jamás hay que bajar los brazos, a lo largo de los años ella y papá, como también mis hermanos, siempre estuvieron, esas son las cosas que la gente no ve, pero que son las más importantes. Mis padres se esforzaron para que estudie, jamás me pusieron límites cuando yo andaba entre los varones, rompiendo estructuras, ellos me acompañaron y sobre todo, confiaron en mí”, nos cuenta. 

Hoy la niña que jugaba en las calles de arena de Alvear, se convirtió en una mujer que alienta a otras a ir por sus sueños, aún a costa de algunos moretones. “Muchas chicas dejan de jugar porque sus familias o amigos le dicen que van a terminar llenar de moretones, pero nadie habla de la felicidad que se siente dentro de una cancha, de la alegría que es ganar un partido, las marcas de los golpes se van, pero las emociones, los recuerdo y el aprendizaje se quedan para siempre”, finaliza. 

Si querés saber más de Lettizia seguila en Instagram @lettiziaalcaraz 


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