El volante como escalón hacia la igualdad de género

GENERAL 05/02/2022 Josefina Echezárraga Josefina Echezárraga
yaxi

Aprender a manejar, una tarea que en apariencia es sencilla para quienes lo hacen desde hace mucho tiempo, pero se convierte en un muro infranqueable para quienes aún se encuentran del lado del acompañante. Esta entrevista, que comenzó justamente dentro de un vehículo, Yanina Boschmann, nos cuenta su experiencia como instructora de manejo. Ajustate el cinturón para conocer esta historia hermosa que te contamos en Quintaesencia.

¿Quién diría que aprender a manejar en un momento complicado de la vida se puede convertir en una herramienta? ¿Quién podría imaginarse que el empoderamiento llega cuando se aprende algo nuevo? Esas y otras preguntas logran respuestas al entrevistar a una mujer que, con simpleza pero con mucho amor y alegría, entrega a mujeres de todo el centro de la provincia de Misiones, una herramienta, que muchas veces las libera y les demuestra que pueden, y no se trata solo de poder manejar un vehículo, sino de poder hacer cambios significativos en sus vidas. 

Ella es oriunda de Jardín América, a los 14 años su familia se mudó a Puerto Rico y pronto la apodaron como Yaxi (un apodo que en la adolescencia le molestaba, pero hoy lo asume propio). Como muchas de las notas, y esta parece no ser la excepción, comienzan en lugares poco comunes o podríamos pensar lugares más bien cotidianos, es que las historias que contamos en esta revista son de personas que pueden ser encontradas en cualquier lugar, que en su labor diaria buscan generar cambios sociales profundos. Por eso, a Yanina la conocimos en una clase de manejo y la entrevista comenzó como charla. 

Tiene 32 años, pero esta semana cumple los 33, su sonrisa está casi dibujada en su rostro y su tono de voz es firme, como instructora de manejo repite casi sin parar: “Vos vas a poder, es una pavada”, al tiempo que alienta: “Viste que podés, en unos cuantos meses ya vas a estar yendo de viaje a Posadas y nunca más vas a andar en colectivo”. 

De profesión licenciada en Trabajo Social, recibida en la Universidad Nacional de Misiones (UNAM), mamá de Norberto (8) y de Selva Argentina (3), se define como amante de los autos, apasionada por viajar y con fuerte trabajo vinculado a la defensa de los derechos de las mujeres, el feminismo y las desigualdades sociales. 

Hasta acá se hace difícil, entender como Yaxi, se convirtió en una luz para más de medio centenar de mujeres que en el último año pasaron de no animarse a conducir un vehículo a entender no solo que lo podían hacer, sino también a cambiar sus dinámicas de vida por completo. 

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A los 6 años quiso mostrarle a su papá que podía conducir sin problemas, la motocicleta que había en la casa. “Había practicado un montón, un día le dije a mi viejo: 'Querés ver cómo manejo la moto?', me subí la prendí y me fui hasta la esquina, mi viejo hasta hoy cuenta esa historia”, resume como la anécdota que marcaría su forma de avanzar en la vida. 

A los 16 años, su amiga Alejandra, fue quien se tomó el tiempo de enseñarle a manejar un auto. “Viste como son las cosas en los pueblos, es distinto. Aprendí a manejar y solo quería practicar, asique cuando mis amigos salían yo no tomaba y les manejaba el auto, así aprendí y mejoré. Ella me había enseñado bien, a manejar con respeto, pero sin miedo. Así como hice con la moto, un día le dije a mi viejo que yo ya manejaba auto. En casa había camionetas grandes, vehículos pesados, asi que desde ahí seguí, mi papá me dio más consejos y jamás me bajé de un auto, hasta que me fui a la universidad, solo cuando volvía a Puerto Rico manejaba, pero cuando aprendés ya no te olvidas más”, resalta. 

Yani, fue instructora de muchas de sus amigas: “En mi cabeza no podía entender que una mujer no supiera manejar, siempre pensaba en eso”. 

En el 2019, la idea de comenzar a enseñar fue más fuerte: “Tuve la idea, pero adentro mío decía ¿quién me va a llamar? Así es que no lo hacía”, resalta. 

El 2020 llegó con cambios, el fin de un empleo seguro y meses de incertidumbre económica. “Fue un año complicado, difícil, hice varias cosas, pero si lo tengo que resumir digo que realmente fue muy duro”, recuerda. 

El 1 de enero del 2021, Yaxi decide crear una página de Facebook “Mujeres al volante, Puerto Rico”. “Ese día dije listo este año tiene que ser distinto, yo me la juego y veo que pasa, después de crear la cuenta el teléfono se apagó, andaba mal, no fue hasta el 2 de enero del 2021 que Yaxi, volvió a prenderlo cuando vio lo que había ocurrido: los mensajes, tanto a la cuenta en Facebook como en su WhatsApp personal, comenzaron a llegar. "No lo podía creer, al principio les mostraba a todos porque no caía, en un día creo que respondí una cosa así como 30 mensajes, de mujeres de toda la provincia y esa semana comencé a enseñar”. 

#MujeresenQuinta

¿Quién fue esa primera alumna? 

Las primeras mujeres que tuve la recuerdo muy bien, creo que recuerdo a todas igual, porque cada una me deja algo, pero ese primer grupo me marcó mucho, todas eran mujeres de más de 60 años, en su mayoría viudas, que tenían el auto guardado hacia años en el garaje o que manejaban muy poco y sin salir a la ruta. 

Alicia fue la primera, ella durante 20 años había tenido auto, había enviudado de joven con cuatro hijos y había aprendido de un remisero que le enseñó la básico, pero ella quería manejar para poder salir a la ruta, llevar a sus hijos de paseo y dejar de ir a su trabajo en el pueblo vecino en colectivo. Primero había que desaprender lo que había aprendido y recién ahí íbamos a salir a la ruta, lo hicimos, muchas de las clases eran ir hasta los saltos y arroyos cercanos, fue una experiencia hermosa, porque realmente Ali es bellísima mujer, una mujer fuerte que jamás bajo los brazos. 

Otras de las primeras alumnas fue María Luisa, quien también manejaba, y hacía 12 años tenía el sueño de poder manejar en ruta. “Ella me llamó porque quería animarse a la ruta, en poco tiempo comenzó a visitar a su hermana en Capioví y llevar ella misma a su mamá a rehabilitación a esa localidad, también se reencontró con su amiga de toda la vida en Posadas, a quien la falta de colectivos durante la pandemia, las había separado. El día que fuimos a lo de la amiga de María Luisa, me emocioné. Su amiga estaba agradecida conmigo, pero en realidad María Luisa y su amor, habían hecho posible el encuentro, esas cosas me comenzaron a mostrar que iba bien, algo que empezó sin saber porque lo hacía, tenía sentido cobraba forma”, resume. 

El verano del 2021, pasó rápido, muchas clases, muchas mujeres, una agenda que le demandaba clases en otras ciudades como Garuhapé, Capioví, Jardín América, Posadas y mujeres que llegaban para practicar desde Puerto Esperanza y hasta de Puerto Iguazú. “Ese verano pasó de todo”, señala. 

El inicio del año llegó con nuevos planes laborales, y Yaxi debió comenzar a disminuir las clases, “Jamás dejé de enseñar, siempre me buscaba días sábado, domingo, a la siesta lo que sea, porque con el tiempo comencé a entender que atrás de cada mujer había una historia, había una necesidad y sobre todo había una desigualdad, fui viendo que como asistente social con mucho trabajo en género yo les decía a las mujeres, tenés que empoderarte, las trataba de ayudar y contener, pero el enseñar a manejar era darles esa herramienta para empoderarse, para que vieran que podían, lo fui entendiendo cuando las fui escuchando”. 

“Muchas de ellas me fueron contando como fueron ganando confianza, autoestima, como las dinámicas dentro de sus casas fueron mejorando, porque ya la movilidad no dependía solo del hombre, fui estudiando como a lo largo de la historia, manejar había sido una cuestión de genero, pero hoy se sigue usando como forma de sumisión, de desigualdad, comprendí que eso que parecía desconectado –enseñar a manejar y mi tarea como asistente social- están unidas”. 

Muchas de ellas me fueron contando como fueron ganando confianza, autoestima, como las dinámicas dentro de sus casas fueron mejorando.

La charla se extiende, Yanina mira lejos como recordando distintas mujeres que a lo largo del último año pasaron por su vida, recuerda a Rosa, una mujer rural que tras enviudar. se hizo cargo del trabajo de la chacra y debió aprender a movilizarse sola para poder llegar al pueblo. “Me sigo sorprendiendo, me sigo emocionando, me sigue pareciendo re loco todo lo que pasa cuando una mujer toma el volante, cuando se relaja y disfruta, las veo cambiar en muy pocas clases, a veces estamos dos horas dando vueltas, y charlando, la gente en el pueblo ya se acostumbró a verme de acompañante en autos distintos siempre, saben que una mujer más está aprendiendo a manejar, pero aprendiendo bien, sin miedo”. 

Miedo y autoestima 

Yaxi toca dos temas importantes, el miedo como principal limitación, pero este nunca viene solo, siempre acompañado, acompañado de excusas y la mayoría de las veces de problemas de autoestima. “siempre se juzgó mucho a la mujer por su forma de manejar, muchos chistes en torno a ese tema, pero cuando miramos en detalle vemos que las mujeres son las que menos accidentes de tránsito protagonizan, son más cuidadosas, están más atentas”. 

El miedo suele ser creado, son fantasmas que desaparecen al instante de ver que sí pueden, ahí nomas las excusas como por ejemplo: “No se sacar el auto del garage, no voy a poder porque mis hijos con muy bochincheros, mi marido me pone nerviosa, entonces cuando detecto esos miedos, hago que los enfrenten, llevamos a los hijos y les enseñamos a ir tranquilos en el auto, invitamos al marido para que aprenda a ser acompañante y la mayoría de las clases, comienzan sacando el auto del garage, porque yo ya sé, ellas deben aprender y cuando lo primero que aprenden es a sacar el auto, es cuando les cae la ficha de que pueden”. 

Yanina no duda, el camino siempre es hacia adelante: “Cuando una mujer aprende a manejar, se anima a salir a la ruta comprende que, mucho de lo que la detenía era no haber encontrado quien le enseñe con paciencia, confiando. Cuando conozco a una alumna, estoy plenamente segura de que ella va a poder, la que duda muchas veces es la persona, cuando deja de dudar ya es otra cosa, también hay un denominador común, todas las mujeres cuando están aprendiendo, están pensando en otra mujer que debería aprender, así es como la red sigue creciendo”.  

Hay un denominador común, todas las mujeres cuando están aprendiendo, están pensando en otra mujer que debería aprender, así es como la red sigue creciendo.

Yanina, hace su labor con pasión, usa términos simples que hacen que el aprendizaje sea ameno, entiende que hay nervios del otro lado y busca la forma de disiparlos. Su historia nos inspiró, nos mostró la importancia de compartir un saber desde el amor. “Sé que les estoy dando a mis alumnas, pero todas y cada una de ellas también me ayudan a crecer, me alegran el alma, con muchas seguimos en contacto vía redes sociales, recibo noticias de que han sacado su carnet o fotos de sus viajes, en las redes trato de contar estas historias porque sé que ver a otras hacerlo, alienta, da ganas”. 

Para conocer más sobre esta cuenta podés seguirla en Facebook: Mujeres al volante Puerto Rico. 


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